Ucrania acusa a Rusia de frenar con “argumentos estúpidos” la exportación de cereal a través del mar Negro
El pacto para aliviar la crisis alimentaria global expira la semana que viene. Para su renovación, Kiev pide más equipos de inspección de barcos y que el puerto Mikolaiv se sume a la iniciativa
El Gobierno de Kiev considera que el corredor de grano a través del mar Negro, cuyo acuerdo expira la semana que viene y que ha permitido exportar en tres meses 10,1 millones de toneladas métricas de cereal y otros productos alimentarios, debe ser renovado no solo en beneficio propio. También ha de hacerlo para que el mundo pueda combatir la crisis alimentaria y frenar el alza de precios de productos básicos. Así lo ha explicado el responsable de los puertos ucranios, Yuri Vaskov, de 42 años y viceministro de Infraestructuras, en una entrevista con EL PAÍS celebrada el viernes en Kiev. La guerra supone un mazazo para uno de los graneros del mundo, que ha perdido hasta un tercio de su capacidad y donde, más allá de la salida de buques, la siembra, cultivo y almacenamiento de cereales se ven directamente amenazados por la invasión rusa.
Pese a que Moscú ha sembrado dudas, Vaskov es moderadamente optimista ante la renovación del acuerdo. Al mismo tiempo, acusa a Rusia de entorpecer el buen funcionamiento de ese corredor marítimo. Rusia, por su parte, considera que el ataque del 29 de octubre sobre su flota frente a la ocupada península de Crimea, del que acusa a Kiev y Londres, violó el acuerdo. Por eso lo abandonó durante cuatro días apoyándose en lo que el viceministro ucranio califica de “argumentos estúpidos” pues la guerra y este pacto humanitario transcurren de forma “paralela”.
Para proteger sus costas de la invasión rusa, el ejército de Ucrania sembró el mar de minas y es ahora por esas aguas por las que se ha delimitado el corredor por el que navegan los cargueros. A las puertas de la fecha límite para renovarlo, tras 120 días en vigor desde el 22 de julio, las autoridades de Kiev han propuesto ya algunos cambios que desean introducir.
Las peticiones son básicamente tres. Primero, que se eleve el número de equipos —de cuatro o cinco actuales a una decena— que llevan a cabo las inspecciones de barcos en aguas internacionales para que, de esa manera, puedan hacerse más cada día. Segundo, que se anulen las revisiones de los cargueros que zarpan desde las costas de Ucrania con el cereal y se mantengan solo las de los que llegan vacíos para asegurarse de que no traen armas o mercancía prohibida. Vaskov insiste en que en más de 800 inspecciones (la mitad de entrada y la mitad de salida) no se ha encontrado “nada” ilegal. Y tercero, que el puerto de Mikolaiv se una a los otros tres (Odesa, Chornomorsk y Pivdennyi) que forman parte de la iniciativa para así aumentar la capacidad exportadora. Mikolaiv no se incluyó en la firma de julio, según el alto cargo ucranio, porque la situación de inestabilidad era mayor que ahora allí, pese a que esa región linda con la disputada ciudad de Jersón.
El Ejecutivo que lidera el presidente Volodímir Zelenski considera que estos cambios son necesarios para el mejor funcionamiento del acuerdo y trata estos días de hacerlos valer durante los contactos a diferentes bandas para renovar ese corredor humanitario. El 22 de julio, Naciones Unidas y Turquía auspiciaron la firma en Estambul de un pacto con Ucrania y Rusia que ponía fin al bloqueo de las exportaciones de grano por el mar Negro. Esa actividad comercial cesó cuando las tropas del Kremlin invadieron la antigua república soviética el 24 de febrero. Desde que el 1 de agosto, día en que salió el primer buque, hasta el 1 de noviembre se han podido exportar 10,1 millones de toneladas métricas de los 22 millones que había bloqueados, según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA, en sus siglas en inglés).
Pero el acuerdo vive estos días momentos delicados después de que Moscú lo abandonara temporalmente. Vaskov no ve en todo caso que el pacto corra peligro, aunque señala que Rusia no lo ponía fácil desde antes incluso del incidente en Crimea. Asegura que el viernes 28, la víspera del ataque, hasta 200 cargueros esperaban en el mar para entrar o salir de Ucrania ante la imposibilidad del Centro de Coordinación Conjunta (JCC, por sus siglas en inglés), que lo forman las cuatro partes, de realizar las inspecciones por las “obstrucciones” de Rusia. En los días en los que Moscú se ausentó, asegura, “los turcos y la ONU” siguieron las inspecciones. “El primer día realizaron 46 y el segundo, 39. Demostraron que es absolutamente posible inspeccionar sin problema 40 al día”, defiende el viceministro.
Vaskov estima que, si las inspecciones del corredor fueran a un ritmo normal, Ucrania podría exportar desde esos tres puertos unos seis millones de toneladas cada mes, con lo que, según sus cálculos, en vez de 10,1 millones se podrían haber cargado 18 entre agosto y octubre. Por eso solicitan una decena de equipos que sean capaces de controlar unos 60 barcos cada jornada (30 de salida y 30 de entrada). En la actualidad, añade, trabajan entre cuatro y cinco agrupaciones de ocho personas cada uno (dos rusos, dos ucranios, dos turcos y dos de la ONU).
El Gobierno de Ucrania denuncia, a su vez, que “cientos de miles de toneladas” de cereales están siendo robados en las zonas ocupadas por los rusos y exportados de forma ilegal, según el viceministro de Infraestructuras. El principal destino de ese comercio es Siria, seguido de Turquía, apunta Vaskov, que afirma no disponer de datos concretos sobre las pérdidas que eso supone. Las autoridades rusas colaboran con empresas privadas para acceder al mercado internacional con documentación falsa que oculta el origen de la mercancía, según una investigación del diario Financial Times.
Kiev, señala Yuri Vaskov, ha escrito varias cartas a la ONU denunciando lo que consideran incumplimientos de Moscú. Enumera tres bombardeos llevados a cabo sobre sus puertos, el incumplimiento una quincena de veces de la distancia de seguridad de 10 millas en torno a los cargueros, así como el paso de misiles rusos con los que atacan a Ucrania sobre el espacio aéreo del corredor humanitario.
Rusia abandonó el acuerdo después de que su flota militar fuera atacada frente a las costas de Crimea el sábado 29 de octubre, pero acabó dando marcha atrás el miércoles 2 de noviembre. Como consecuencia de la inestabilidad generada en el mercado, el lunes 31 de octubre, el trigo aumentó de precio un 7,7%. Moscú acusó a Ucrania y Gran Bretaña de una acción llevada a cabo de madrugada con drones. El ataque tuvo lugar a unos 200 kilómetros del corredor humanitario y de noche, cuando este no opera, defiende Vaskov, para insistir en que la guerra transcurre por un sitio y este acuerdo, por otro. El Kremlin, por su parte, dijo que el pacto del mar Negro se había violado y llegó a advertir del “peligro” que suponía seguir con la actividad en esas aguas.
Hasta 22 millones de kilos de cereal se quedaron por la guerra sin poder salir al mercado internacional en un país que está considerado como uno de los graneros del mundo. Ucrania lidera la exportación mundial de aceite de girasol y está entre los cinco primeros de trigo y maíz. El 60% de las exportaciones que zarpan desde el mar Negro tienen como destino África y Asia. En muchos casos son países golpeados por la crisis alimentaria, que se ha visto agravada con la guerra en Ucrania. El otro 40% llega a Europa, aunque no siempre ese el destino final de la mercancía. Es el caso de España, principal país al que llega el grano que se exporta estos días por el corredor humanitario. Hasta puertos españoles han arribado medio centenar de barcos cargados con 1,9 millones de toneladas métricas de los casi 500 que han transportado el total de las 10,1 exportadas, según OCHA.
Antes de la invasión rusa, el porcentaje de grano ucranio que se exportaba por el mar Negro era del 85%, mientras que el 15% restante salía esencialmente por la frontera oeste en camiones o trenes, detalla Vaskov. La guerra y el bloqueo de los puertos los primeros meses de invasión obligaron a Ucrania a buscar nuevas soluciones, como llevar a cabo mejoras en los tres puertos del río Danubio, así como impulsar las exportaciones por tierra. De esta forma, el cereal que sale ahora por mar supone el 65% y el que sale por tierra el 35%, señala el viceministro de Infraestructuras.
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