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Meloni lanza una señal apaciguadora con su rápido primer viaje a Bruselas

La nueva primera ministra tratará en su primer encuentro comunitario asuntos como la reformulación del plan de recuperación, el Pacto de Estabilidad o el coste de la energía

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, durante un acto de nombramiento de cargos de su Gobierno el 2 de noviembre. Foto: CLAUDIO PERI (EFE) | Vídeo: EPV

Los primeros viajes al extranjero de los nuevos dirigentes de cualquier Estado suelen tener algo de simbólico y lanzar un mensaje o una declaración de intenciones. El estreno de Giorgia Meloni no va a ser una excepción: va a Bruselas apenas 10 días después de ser nombrada presidenta del Gobierno en Italia ―poco tiempo para los estándares europeos― para lanzar una señal de tranquilidad a las instituciones comunitarias, apuntan en Roma. Las dos partes saben que en el futuro habrá enfrentamientos ―el plan de recuperación y los fondos europeos se asoman como un potencial primer escollo o la política migratoria―, pero en este primer encuentro habrá poco hueco para el disenso. La agenda es apretada y los primeros pasos en el campo de la política exterior de la líder italiana, que el miércoles mantuvo su primera conversación telefónica con el presidente de España, Pedro Sáncez, han reafirmado el apoyo de su país a Ucrania: una línea que gusta en Bruselas.

Italia se ha convertido en el primer país de los cuatro grandes de la UE en el que la extrema derecha preside el Gobierno. Eso preocupa mucho en la capital comunitaria, así como en sus instituciones. También lo hace su afinidad con los Gobiernos más euroescépticos como el de Hungría o el de Polonia. Eso explica el morbo y la expectación que ha levantado esta primera visita de Meloni a Bruselas, donde en solo una tarde va a verse con las tres máximas autoridades comunitarias: Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo; Ursula von der Leyen, máxima responsable de la Comisión Europea; y Charles Michel, el presidente del Consejo Europeo. No obstante, desde todas las instituciones se insiste en calificar los encuentros como protocolarios o “de cortesía”.

Nadie espera en la capital comunitaria que en estas tres reuniones ya afloren tensiones. Sí que son conscientes, en cambio, de que podrían no tardar en aparecer. El plan de recuperación italiano, y los ingentes fondos que lleva aparejado, puede ser un primer punto si el Ejecutivo de Meloni pretende dar un giro radical, porque no es algo que contemplen las normas comunitarias ni que permitan los tiempos y plazos ya pactados con sus consiguientes desembolsos. En el Ejecutivo italiano rebajan la posibilidad de fricción. “Se ha elegido Bruselas como primer viaje para mandar un mensaje claro, en contra de todo lo que se ha dicho estos meses”, apuntan fuentes del entorno de la primera ministra.

Meloni ya ha advertido que el plan diseñado por su predecesor, Mario Draghi, ya no sirve. La crisis energética y la variación de precios debido a la inflación hace inviable su aplicación, considera. El problema, admiten en Roma, es que tocará respetar los compromisos adquiridos y que el dinero que está en juego es demasiado como para poner en riesgo los pagos que deberán recibirse próximamente. La entrada en vigor de la reforma de la justicia civil, diseñada por la ministra saliente, Marta Cartabia, y exigida por la Comisión Europea para recibir los fondos, ha sido aplazada hasta finales de diciembre. Si se superase el día 31, se comprometería gravemente el siguiente pago, admitió Meloni en su primera rueda de prensa esta semana.

Meloni, que ha asegurado la línea europeísta y atlantista de Italia nada más aceptar el cargo, ha confiado su agenda europea a Raffaele Fitto, hombre moderado y gran conocedor de las instituciones comunitarias (ha sido eurodiputado las dos últimas legislaturas y es copresidente del grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos). La idea, al menos en los primeros tiempos de mandato, será evitar fricciones. Especialmente ahora que el Ejecutivo deberá diseñar la nueva ley de presupuestos y recibir la luz verde de Bruselas. “Italia defenderá sus intereses, pero con lealtad a la Unión Europea”, insisten las fuentes del entorno de la nueva primera ministra. Los dosieres que se tratarán, remarcan, también abordarán la cuestión migratoria.

En el tema ucranio no ese esperan conflictos con Bruselas, al menos por parte de Meloni. El problema llega ahora desde sus socios de coalición: Matteo Salvini (Liga) y Silvio Berlusconi (Forza Italia). Este último, que debía ser el garante de la moderación y el europeísmo, se ha convertido en las últimas semanas en una fuente de problemas inagotable con sus comentarios sobre la invasión rusa en Ucrania favorables a Vladímir Putin.

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Los mensajes de Meloni gustan y contrastan con algunos temores. Pero todavía hay un cierto escepticismo en Bruselas. Con muchas dudas se muestra la presidenta del grupo de Socialistas y Demócratas en la Eurocámara, la española Iratxe García. “La recibimos con escepticismo y cautela”, apunta. Admite que la visita de la líder italiana a Bruselas es rápida para los códigos europeos, si bien cree que lo hace así porque “está en entredicho su posición europeísta”. Recuerda, además, la socialista española que junto al apoyo a Ucrania, Meloni ya ha dado algunos pasos que, en su opinión, van contra las normas comunitarias y pone el ejemplo de la Operación Sofía de salvamento marítimo de migrantes en el mar Mediterráneo, que ahora tratará de devolver los barcos a las costas de Libia en lugar de rescatar personas.

También los liberales de Renew muestran sus recelos: “Esperamos que Italia mantenga su tradición de fuerte compromiso con la UE. Pero, obviamente, tener a la extrema derecha en el gobierno es un motivo de preocupación para nosotros. Seguiremos vigilantes, especialmente en lo que respecta al Estado de Derecho, las libertades civiles y la democracia”, apuntan fuentes del grupo.

Desde el Partido Popular Europeo, el grupo mayoritario en el Parlamento comunitario, han rehusado hacer comentarios. Se ha recordado que la posición del PPE respecto del Ejecutivo italiano se adoptó hace ya tiempo y que pasa por apoyar a Forza Italia, la marca popular en el país, en su entrada en el nuevo Gobierno. De hecho, el ministro de Asuntos Exteriores es Antonio Tajani, el tradicional hombre de Silvio Berlusconi en Bruselas, que ha ejercido como presidente del Parlamento Europeo.

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