_
_
_
_

Las salidas de tono pro-Putin de Berlusconi desatan el caos en la coalición de derechas

El ex primer ministro y dueño de Mediaset, de 86 años, pone en peligro la formación de Gobierno con sus comentarios despectivos sobre Meloni y la defensa de su “amigo”, el presidente ruso, y la invasión de Ucrania

Silvio Berlusconi a la salida de la Cámara baja italiana, en Roma, este martes.Foto: CECILIA FABIANO /LAPRESSE CECILIA_FABIANO (AP) | Vídeo: EPV
Daniel Verdú

La sensación en las últimas horas es de que no hay nadie al volante de Forza Italia. O, al menos, de que la persona que insiste en conducir el vehículo en un momento crucial para Italia, un anciano de 86 años más pendiente de sus intereses que de los de la formación que fundó hace 30 años, está a punto de estrellarlo. Silvio Berlusconi no lleva ni una semana en el Senado, la cámara que lo vio despedirse de la política activa hace nueve años tras ser inhabilitado por fraude fiscal. En este corto periodo de tiempo ya ha estado a punto de dinamitar la formación de Gobierno que lidera la ultraderechista Giorgia Meloni dos veces. El martes por la noche, después de tener que humillarse yendo a la sede de Hermanos de Italia a sellar la paz con su líder, trascendió que había vuelto a meter la pata. Elogió de nuevo al presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró que había relanzado las relaciones con él y puso en cuestión la estrategia militar y política de la UE y la OTAN en Ucrania. “Italia es a pleno derecho y con la cabeza alta parte de Europa y de la Alianza Atlántica. Quien no esté de acuerdo con esta premisa, no podrá formar parte del Ejecutivo. Aun a riesgo de que no llegue a formarse”, advirtió Meloni el miércoles por la noche.

La bomba explotó en tres tiempos. Primero se filtraron las declaraciones de Il Cavaliere y Forza Italia las desmintió a varios medios, entre ellos EL PAÍS. “Se trata de una anécdota de hace años que contó a los diputados”, afirmó la formación. Poco después, La Presse, la agencia que las había publicado, lanzó el audio donde se escuchaba al propio Berlusconi muy animado hablando de una situación inequívocamente presente. “Después de mucho, he retomado un poco las relaciones con el presidente Putin, un poco mucho… que por mi cumpleaños [el 29 de septiembre] me ha mandado 20 botellas de vodka y una carta amabilísima. Le he respondido con botellas de [vino] Lambrusco y una carta igualmente amable”. Berlusconi además confiesa que el presidente ruso lo considera “el primero de sus cinco verdaderos amigos” y que no puede expresar su opinión, porque si la contara a la prensa sería un desastre. “EE UU y Occidente no tienen líderes de verdad”, señaló.

El presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, charlan durante un almuerzo en la residencia del presidente ruso en las afueras de Moscú, en una imagen datada en febrero de 2003.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, charlan durante un almuerzo en la residencia del presidente ruso en las afueras de Moscú, en una imagen datada en febrero de 2003.REUTERS

El miércoles, cuando parecía que la tormenta amainaba, volvieron a filtrarse nuevos audios de la misma conversación. Todavía más graves. En uno de ellos, Berlusconi despacha al presidente de Ucrania con un comentario despectivo: “¿Zelenski? Dejémoslo, no quiero decir lo que pienso”. Y entonces comienzan a oírse también aplausos de los diputados de Forza Italia. Él pide “discreción” porque va a contarles cómo se ha llegado a la situación actual. “En 2014, en Minsk, Bielorrusia, se firmó un acuerdo entre Ucrania y las dos nuevas repúblicas de Donbás para un acuerdo de paz sin ataques mutuos. Ucrania mandó al diablo ese tratado un año después y comenzó a atacar las fronteras. Las dos repúblicas sufrieron víctimas, unos 7.000 militares. Zelenski triplica los ataques. Y desesperadas, las dos repúblicas logran hablar con Putin y le dicen: ‘Vladímir, no sabemos qué hacer, defiéndenos tú’. Él era contrario a cualquier iniciativa y resiste. Pero sufre una presión muy fuerte de toda Rusia. Y entonces inventa una operación especial”, relata a sus fieles.

Berlusconi, en la misma intervención, explica la clave, según él, de la cuestión militar. “Las tropas debían entrar en Ucrania, en una semana llegar a Kiev, deponer el Gobierno en el cargo y poner un Ejecutivo elegido por la minoría ucrania de personas con sentido común. Y luego tenían otra semana para volver atrás. Pero se han encontrado con una situación imprevista porque Ucrania ha empezado a recibir desde el tercer día dinero de Occidente. Y la guerra, en lugar de ser una cuestión de semanas, se convirtió en una de 200 años. Esta es la situación de la guerra en Ucrania”.

Meloni, furiosa por las estridencias de Berlusconi, fue muy dura en su respuesta. “Italia con nosotros en el Gobierno no será nunca el anillo débil de Occidente, la nación en la que no se puede confiar tan querida por nuestros detractores. Pediré claridad a todos los ministros de un eventual Gobierno. La primera regla es respetar el programa que los ciudadanos han votado”.

Supuesto garante de la moderación

Berlusconi ya defendió la invasión de Putin en un programa de máxima audiencia hace apenas un mes. Esta reincidencia revela nítidamente su pensamiento real y que coloca a su partido en una posición de debilidad en la negociación actual para repartir los ministerios entre las tres formaciones de la coalición de derechas que ha ganado las elecciones (Hermanos de Italia, Forza Italia y Liga). Su hasta ahora mano derecha y coordinador de Forza Italia, Antonio Tajani, estaba destinado a convertirse en ministro de Exteriores y garante de los posibles excesos de los otros partidos en las cuestiones internacionales. El problema es que, hasta ahora, las únicas salidas de tono las ha cometido el hombre que debía defender la moderación y el europeísmo del futuro Ejecutivo.

Los comentarios de Berlusconi también llegaron al aspecto personal. En la grabación puede escucharse cómo se refiere a la pareja de Meloni, el periodista Andrea Giambruno, que conduce uno de los telediarios de Mediaset, propiedad de Il Cavaliere. “Nunca ha habido distancia con ella. Pero si su marido trabaja en mi empresa…”. La líder de Hermanos de Italia, según la prensa italiana, habría dicho: “Quiere complicarme la vida. Berlusconi es como el escorpión con la rana, pica aunque sepa que va a morir”.

Su primer día de regreso al Senado fue también caótico. Ordenó a los suyos no votar al candidato de Meloni a presidirlo porque ella se negaba a dar un ministerio de peso a Licia Ronzulli, una de sus más estrechas colaboradoras. Creyéndose en una situación de poder, trató de presionarla con esa amenaza, pero Hermanos de Italia logró apoyos en los partidos de la oposición, evidenciando la decadencia política de aquel viejo tahúr que ganaba todas las partidas. Luego, las televisiones grabaron un papel que Berlusconi escribía en la Cámara donde insultaba a Meloni: “Testaruda, prepotente, arrogante y ofensiva. Ninguna disposición al cambio. Con ella no se puede estar de acuerdo”.

La situación preocupa a su entorno. Sus hijos intervinieron esta semana para frenar sus impulsos destructivos. Una persona que lo conoce describe así la situación: “Algunas de las cuestiones que han sucedido en los últimos días no deben afrontarse desde una óptica política, sino más bien biográfica. La de un hombre mayor cuyo momento ya pasó hace tiempo. Un gigante de Italia cuyas facultades hoy no son ya las mismas”. Entre sus socios, en cambio, las opiniones son más duras. Algunos miembros de Hermanos de Italia, según el periódico Il Fatto Quotidiano, se refirieron así a Berlusconi: “Es un cabeza de chorlito. En un día lo ha arruinado todo” o “es un pobre viejo”.

El problema es que está en juego un botín de, al menos, cuatro ministerios y una vicepresidencia del Gobierno. Y Berlusconi, pese a haber firmado el lunes la paz con Meloni en la sede de Hermanos de Italia, sigue discrepando sobre el reparto diseñado por la futura primera ministra y exige para su partido la cartera de Justicia: su gran obsesión. Il Cavaliere querría que fuera para Elisabetta Casellati, expresidenta del Senado. Pero Meloni insiste en que debe ir a parar a Carlo Alberto Nordio.

Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_