La calle árabe no simpatiza con Ucrania
La mayoría de gobiernos de países musulmanes, incluidos algunos aliados tradicionales de Washington, mantienen una posición ambigua sobre el conflicto
Los medios de comunicación repiten a menudo la idea de que Rusia se encuentra “aislada” tras su decisión de invadir Ucrania. Eso es cierto por lo que respecta a Occidente, pero no para otras zonas. En el mundo árabe, la mayoría de gobiernos, incluidos algunos aliados tradicionales de Washington, han mantenido una posición ambigua respecto al conflicto. Y en las calles árabes parece reinar la indiferencia: no ha habido manifestaciones, ni cuelgan de los balcones banderas ucranias, aunque tampoco rusas. En la opinión publicada y las redes sociales predomina una narrativa favorable a las tesis del Kremlin, a pesar de que algunos de estos países han sufrido de forma directa las consecuencias del bloqueo ruso del grano ucranio.
Hasta ahora, la única encuesta realizada en varios países de la región, con metodología similar, la encargó el diario anglófono Arab News. En total, fueron entrevistadas más de 7.000 personas pertenecientes a 14 países árabes. La gran mayoría, un 66%, no expresaba ningún tipo de simpatía por ninguno de los contendientes, Ucrania y Rusia; un 18% declaraba su apoyo a Ucrania, mientras que un 16% se decantaba por Rusia. Ahora bien, al ser cuestionados sobre los responsables de la guerra, se rompía el equilibrio: un 25% señalaba a la OTAN, un 16% a Rusia y un 13% al presidente de EE UU, Joe Biden.
“Es lógico que la mayoría no tome partido y vea la guerra como algo ajeno. Se ve el conflicto como un enfrentamiento entre Rusia y Occidente, y no como la resistencia de Ucrania ante la agresión rusa”, explica Timothy Kaldas, investigador egipcio del think-tank TIMEP. “Tanto EE UU como Rusia han cometido crímenes de guerra en algún país árabe durante los últimos años, o han apoyado actores que lo hacían”, continúa. “Las apelaciones a los derechos humanos y el derecho internacional por parte de Occidente son vistos como un ejercicio de hipocresía”, apostilla Kaldas, haciéndose eco de un argumento muy común en la región, que se repite como prueba de la doble vara de medir occidental, y que remarca la invasión estadounidense de Irak o las repetidas violaciones de las resoluciones de la ONU por parte de Israel sin castigo alguno.
En conversaciones de café, así como en los debates en redes, son más habituales las posiciones prorrusas que las favorables a Kiev. “La guerra la han provocado los americanos. Ucrania es una simple marioneta. La mayoría de los males y guerras del mundo en las últimas décadas vienen de EE UU”, opina Kamel, veterano peluquero del centro de Túnez. A pesar de ser abstencionista, y mostrar cierto cinismo con respecto a la política de su país, se apasiona cuando habla de la guerra en Ucrania y, sobre todo, del papel de Washington en el mundo. De los 14 países incluidos en el sondeo, Túnez es donde un mayor porcentaje de población (casi el 20%) apoya a Rusia. “El antiimperialismo, especialmente el antiamericanismo, es muy poderoso en Túnez. Curiosamente, lo mismo sucede en otros países aliados de Washington, como los del Golfo Pérsico,” asevera el analista tunecino Youssef Cherif.
En las últimas semanas, los recelos que despierta Washington en el pequeño país magrebí se han evidenciado de nuevo. Las recientes críticas del secretario de Estado, Anthony Blinken, a la nueva Constitución tunecina, que concentra casi todos los poderes en el presidente, han provocado un alud de descalificaciones al considerarlas “una injerencia interna intolerable”. El diario del poderoso sindicato UGTT (Unión General Tunecina del Trabajo), incluso abonó una de las teorías conspirativas que circulan por el país: habló de un plan estadounidense para derrocar al presidente, Kais Said, y situar a los islamistas en el poder, que gobernaron tras la revolución de 2011. El partido islamista tunecino (Ennahdam) ha ganado varias elecciones en la última década.
“Existe actualmente una campaña para deformar las percepciones públicas de la guerra de Rusia en Ucrania”, sostiene en un artículo Nadia Oweidat, investigadora del Wilson Center, especializada en el activismo en redes sociales árabes. Según Oweidat, la profusión de mensajes prorrusos online no es casual, y no se limita a los medios del Kremlin, como la versión árabe de Russia Today. A menudo, provienen de presuntos ciudadanos del Golfo Pérsico, pero no está claro que detrás haya personas reales: países como Arabia Saudí o Emiratos Árabes han sido muy activos en el ámbito digital, utilizando granjas de trols para influir en la opinión pública.
“No hay ahora ningún medio de comunicación árabe que defienda abiertamente las posiciones de EE UU”, comenta Cherif. Y eso deja vía libre a la narrativa promovida por los medios afines a los regímenes autoritarios de la región, que consideran que una victoria de Putin en Ucrania crearía un mundo más multipolar. El triunfo del Kremlin aligeraría, según esta versión, las presiones a las que se ven sometidos los países árabes para democratizar sus sistemas políticos. Desde el estallido de la Primavera Árabe, tomó forma un potente proyecto mediático contrarrevolucionario, que ataca la democracia y promueve en su lugar sistemas dominados por figuras autoritarias. Sepultados bajo todas estas consideraciones e intereses, se hallan los civiles ucranios, cuyo sufrimiento rara vez aparece reflejado en los medios árabes.
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