El detenido por apuñalar a Salman Rushdie seguirá en prisión sin fianza tras haberse declarado no culpable
Haidi Matar, un joven chií de 24 años de origen libanés, fue acusado de intento de asesinato por su ataque contra el escritor el pasado viernes
Hadi Matar, el joven chií de origen libanés que el viernes pasado apuñaló al escritor Salman Rushdie durante una conferencia al oeste de Nueva York, se ha declarado este jueves inocente de los cargos de intento de asesinato y agresión en segundo grado. Matar, de 24 años, nacido en California de padres libaneses y residente en Nueva Jersey, permanecerá en prisión preventiva sin derecho a fianza.
El joven, seguidor de los grandes ayatolás iraníes, intentó ejecutar la fetua (edicto religioso) que en febrero de 1989 condenó a Rushdie a muerte por su novela Los versos satánicos, considerada blasfema por Teherán. Rushdie se disponía a dar una conferencia en una institución cultural de Chaupauqua, cerca de la localidad de Búfalo, cuando Matar, que había pagado 200 dólares por la entrada, subió al escenario, se abalanzó sobre el autor, de 75 años, y le asestó una docena de puñaladas. Herido en el rostro, el cuello y el abdomen, el escritor británico de origen indio fue evacuado a un hospital cercano de Pensilvania, donde permanece ingresado con lesiones graves en un ojo y el hígado, si bien en fase de lenta recuperación.
Matar ha comparecido ante un gran jurado en el juzgado de Mayville, en el condado de Chautauqua, que ha confirmado los dos cargos que ya le fueron imputados el sábado, el primero de ellos con una sentencia máxima de 25 años de prisión y el segundo, de 7. La acusación del gran jurado permitirá que el juicio se lleve a cabo sin necesidad de una evaluación preliminar de las pruebas. Matar permanece en la cárcel desde que fue detenido sobre el estrado de la conferencia y su próxima comparecencia está prevista el 22 de septiembre. El juez ha prohibido a Matar acercarse a Rushdie y accedido a una solicitud de su abogado defensor de emitir una orden temporal para prohibir a las partes discutir el caso en los medios de comunicación.
El atentado contra Rushdie ha provocado una oleada de indignación mundial y un sinfín de actos de solidaridad con el escritor y la a menudo precaria libertad de expresión. Este viernes, en la sede de la Biblioteca Pública de Nueva York, un grupo de conocidos escritores celebrarán una lectura en homenaje a Rushdie, que trasladó su residencia a la Gran Manzana en el año 2000, tras vivir durante casi una década oculto y protegido en el Reino Unido, y era una figura habitual en los cenáculos culturales de la ciudad.
En una entrevista publicada este miércoles por el diario The New York Post, Matar dijo respetar la memoria y el ejemplo del gran ayatolá Ruholá Jomeini, el artífice de la revolución islámica de 1979 y autor también de la fetua contra Rushdie, pero eludió decir si su edicto había inspirado el ataque. Matar dijo también no haber leído más que un par de páginas de Los versos satánicos, y haber visto vídeos en YouTube del escritor. “No me gusta mucho”, dijo Matar sobre el novelista, según el Post. “Es alguien que atacó al islam, atacó sus creencias, su sistema de creencias”, añadió. La policía cree que actuó solo. En la foto de su correo electrónico aparece la imagen del ayatolá Alí Jamenei, actual líder espiritual de Irán, según el diario The New York Times. Irán también responsabilizó al escritor del ataque, por haber insultado a los 1.500 millones de musulmanes, pero negó cualquier relación con el atentado o con su autor.
Según los investigadores, Matar viajó a la Institución Chautauqua, un retiro cultural en un emplazamiento idílico, cerca del lago Erie, donde compró el citado pase para la conferencia. Los testigos del atentado explicaron que no había controles de seguridad patentes a la entrada del anfiteatro, donde se reunieron unas 2.500 personas para escuchar al amenazado autor, un paladín de la libertad de expresión que en los últimos años había relajado la seguridad pese a seguir estando amenazado: la fetua nunca se ha revocado. A su cabeza las autoridades iraníes han puesto un elevado precio: una recompensa para el ejecutor de la fetua que ha ido engordando desde 1989, con aportaciones de diversas entidades del régimen, hasta superar los tres millones de dólares.
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