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Mujeres de Marruecos claman contra el estigma de prostitutas que sufren en otros países árabes

La llegada de hombres del golfo Pérsico y la emigración de mujeres hacia esa región han fomentado un estereotipo injusto, según varias activistas. Una película y algunos artículos en prensa rompen el tabú

Fotograma de la película 'Much Loved' (2015), del director Nabil Ayouch.
Fotograma de la película 'Much Loved' (2015), del director Nabil Ayouch.
Francisco Peregil

Mujeres marroquíes que viajan a países árabes, sobre todo en el golfo Pérsico, sufren a menudo vejaciones como si fueran a ejercer la prostitución. Varias activistas marroquíes consultadas por este diario lamentan que en una gran parte de los países árabes a la mujer procedente del reino alauí se le asocia con la prostitución y la brujería. La cuestión sale pocas veces a la luz pública en Marruecos, pero hay al menos una decena de artículos publicados sobre este asunto en la prensa local durante los últimos tres años. Y a veces el tabú se tambalea. En 2015, por ejemplo, el cineasta marroquí Nabil Ayouch estrenó en Francia —en su país fue prohibida― la película Much loved, en la que salían cuatro prostitutas en Marrakech junto a clientes saudíes adinerados. Hasta ese momento, la llegada de los saudíes a Marruecos en busca de sexo era una realidad de la que apenas se hablaba.

El tabú del estigma volvió a quebrarse en Marruecos el pasado febrero, cuando el semanario Tel Quel publicó una tribuna firmada por tres mujeres ―Dina El Moukhtari, Houda Charhi y Lamya Ben Malek― titulada: “Cuando mujer marroquí es sinónimo de prostituta”. Las activistas contaban el caso de Camelia, una marroquí de 25 años que en diciembre de 2021 pretendía volar desde Madrid a Amán (Jordania) con la compañía Ryanair. Camelia asegura que le prohibieron embarcar. Y la razón que la empresa alegó, según las autoras, es que ella no viajaba acompañada de un mahram, es decir, de un miembro masculino de su familia, una especie de tutor. Ryanair aplica esa norma, según las tres activistas, a las mujeres marroquíes de 16 a 36 años, mientras que sus compatriotas masculinos de cualquier edad pueden viajar a Jordania sin ningún impedimento.

Camelia Ryane, la mujer que denunció la discriminación, vive desde hace siete años en Madrid. Desde allí explica a este diario que en 2019 su compatriota Mounia Semlali quiso desplazarse a Jordania como parte de la ONG Oxfam por motivos profesionales y le denegaron el visado por la falta de compañía de un tutor masculino. Semlali organizó una campaña en las redes sociales bajo la etiqueta de: “No somos prostitutas”, que tuvo un gran impacto. Ryane creía que después de aquella campaña todo se había arreglado. Pero el año pasado se topó ella misma con la exigencia de ir acompañada por un tutor.

Ryane asegura que este tipo de conductas discriminatorias las suelen aplicar ciertos países árabes sin que haya una constancia escrita que se pueda recurrir ante los tribunales: “El día del vuelo, cuando me impidieron viajar sola a Jordania por la necesidad de un tutor, todo mi afán era conseguir algún documento que me permitiese acreditar que esta práctica estaba teniendo lugar de forma oficial. Si esta ley existía, quería verla por escrito”.

Todo lo que consiguió es que la compañía aérea Ryanair le enviase el documento de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) relacionado con las exigencias de entrada a Jordania. Con fecha de diciembre de 2021, este documento plasma las diferencias en las exigencias hacia mujeres marroquíes. A estas se les imponen unas condiciones que no rigen para las argelinas, ni libias, ni tunecinas, ni egipcias. Tampoco para los hombres marroquíes.

“Me pareció muy fuerte”, explica Ryane, “que a pesar de que llevo siete años en España y tengo mi residencia aquí, siempre se me vaya a seguir categorizando por mi sexo, edad, estado civil y mi nacionalidad. No solo es que sea una segregación injusta, sino que la exigencia de un tutor para mí es simplemente inviable, ya que yo vivo sola y el resto de mi familia está en Marruecos”.

Este diario se puso en contacto con la compañía Ryanair para saber por qué Camilia Ryane sufrió tal discriminación. La compañía aérea, tras conocer todos los datos sobre la reserva del vuelo, se limitó a contestar: “Ryanair cumple con todos los requisitos de entrada de la legislación local que aplican los países en los que operamos. Nosotros no tenemos ningún control sobre esos requisitos de entrada”.

Camelia Ryane no disponía de ningún tutor que la acompañara a Jordania y se quedó sin viajar en el vuelo que ya tenía reservado para el 19 de diciembre de 2021.

Sobre el origen de la mala imagen, la mayoría de las fuentes consultadas apuntan hacia los hombres de los países del Golfo.

Dina El Moukhtari, una de las autoras de la tribuna de Tel Quel, sostiene que, “desgraciadamente”, esa mala imagen forma parte de una realidad. “Marruecos es conocido por el turismo sexual”, asume. “Sin embargo, hay mujeres en los países del Este que también se prostituyen y el estigma no se extiende a todas las mujeres del Este. El tratamiento respecto a las marroquíes es totalmente distinto”.

Nabil Ayouch, el cineasta que tuvo que resignarse a que su largometraje sobre el tema no se pudiese ver en las salas de su país natal, no sabe de dónde procede un estigma tan “injusto”. Pero conoce a bastantes amigas que intentaron viajar a países del Golfo y no las dejaron entrar porque no iban acompañadas por un padre o un marido. “Es escandaloso y retrógrado”, indica. “Pero debe formar parte de una manera de pensar paternalista, propia de esos países, donde se cree que una mujer no es capaz de trabajar en cualquier sector de la misma manera que un hombre”.

La geógrafa francesa de origen marroquí Chadia Arab ha viajado tres veces a Emiratos Árabes Unidos para investigar sobre la prostitución. En la última ocasión, en 2018, publicó un trabajo junto con la antropóloga Nasima Moujoud sobre el “estigma marroquí”. Arab constató que a pesar de que esta práctica está prohibida en aquel país, hay prostitutas de muchas nacionalidades: filipinas, indias, sirias, libanesas, tunecinas, etíopes… Arab señala que el 90% de las personas que viven en Dubái son extranjeras y que las marroquíes están presentes en el ámbito de la prostitución, pero “no son mayoritarias”. “A menudo, las otras se hacen pasar por marroquíes para no empañar su propia nacionalidad”, explica. La investigadora explica que hay muchas emigrantes marroquíes que trabajan en Dubái, en hoteles, peluquerías, salones de estéticas y en empleos muy cualificados de grandes empresas. “Solo una minoría se dedica a la prostitución. Pero casi todas sufren el estigma”, aclara.

“La miseria sexual de los hombres del Golfo”

Latifa el Boushini, profesora en la facultad de Ciencias de la Educación en Rabat, data el origen de la mala fama en los años ochenta. “En ese momento se produjo una apertura en Marruecos hacia la gente del Golfo, sobre todo con los saudíes, que venían aquí para solucionar sus miserias sexuales”. El Boushini recuerda que era un periodo de crisis económica, acentuada por una gran sequía, y que muchas mujeres vivían en la pobreza.

La profesora cree que la mala reputación fue potenciándose con el correr del tiempo. “Me consta que las mujeres saudíes organizaron una vez una manifestación gritando alto y fuerte para que se rechazara la llegada de mujeres marroquíes alegando que les robaban a sus esposos. En lugar de cargar contra sus esposos, atacaban a las marroquíes”. La docente cree que en vez de “pegar” la etiqueta de prostitutas al conjunto de mujeres marroquíes, se debería poner el dedo sobre “la miseria sexual de los hombres del Golfo”.

A veces, el estigma cala en la propia sociedad marroquí. Osire Glacier, profesora de origen marroquí en la Universidad de Athabasca (Alberta, Canadá), relata mediante correo electrónico lo que le sucedió a una de sus alumnas, joven y marroquí, en un avión a Dubái. “Estaba sentada al lado de un marroquí. En un momento dado, el hombre se volvió hacia ella y le dijo: ‘Qué pena, que toda esta belleza tuya vaya a ser derrochada en Dubái’. Porque incluso un marroquí cree que una mujer joven y bella que viaja sola, que toma el avión y pasa por los países del Golfo, va a prostituirse”.

El Boushini explica que ella ha decidido no viajar a ningún país del Golfo. Pero cuando ha coincidido en París con algún hombre de esa región y este le ha preguntado si es marroquí, ha negado serlo. “Porque no quiero formar parte de un estereotipo. Mis amigas me aconsejaron que dijese la verdad, así se podría combatir ese estereotipo”, explica.

Nour Leila, periodista marroquí afincada en París y especialista en cuestiones de género, cree que el origen de esa imagen obedece “a la manera en la que se pintaba el Oriente durante la colonización”, al sexismo y al capitalismo sexual. Sobre este último factor, Leila ilustra: “No hay más que ver la serie saudí Chir Chat. Ahí se ve a hombres discutiendo sobre el precio de las mujeres en Marrakech, como un destino de turismo sexual”.

Leila añade: “Detrás de todo tópico hay un fondo de verdad que se oculta: Marruecos es un destino de turismo sexual para muchos hombres de Oriente Próximo y, sobre todo, del Golfo. Además, hay dos problemas: a la mujer se la ve como un objeto y las trabajadoras del sexo están desprotegidas, como en la mayor parte del mundo”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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