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Alemania autoriza la puesta en marcha de sus centrales de carbón ya jubiladas para ahorrar gas

Rusia amenaza veladamente con no reabrir el gasoducto Nord Stream con el pretexto de que no tiene garantías de recibir una turbina retenida en Canadá por las sanciones tras la invasión de Ucrania

Elena G. Sevillano
Centrales de carbon Alemania
Área residencial frente a la planta de carbón de Niederaussem, en Alemania, este miércoles.INA FASSBENDER (AFP)

Vía libre para que las centrales eléctricas que funcionan con carbón puedan volver a ponerse en marcha en Alemania. El Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz ha autorizado este miércoles que 27 de estas instalaciones, que en su mayoría ya habían dejado de funcionar por sus elevadas emisiones de gases de efecto invernadero, regresen al mercado eléctrico. El objetivo: ahorrar todo el gas posible este verano y priorizar así el llenado de los depósitos de cara a un invierno que se antoja muy complicado, un escenario “de pesadilla”, como lo ha descrito el ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck.

Las autoridades alemanas contienen la respiración ante lo que pueda suceder el próximo día 21, cuando termina el mantenimiento ordinario de 10 días que está llevando a cabo la gasista rusa Gazprom en el gasoducto Nord Stream 1. Moscú decidió a mediados de junio reducir las entregas de hidrocarburo en dos tercios, alegando un problema técnico que Berlín considera una excusa. Desde este lunes, la parada técnica mantiene el flujo de gas por la principal fuente de suministro a Alemania a cero, y crece la preocupación de que Rusia decida que el corte sea permanente. Gazprom ha amenazado veladamente con no reabrir el gasoducto. En un breve comunicado hecho público este miércoles señala que “no puede garantizar” que el Nord Stream vuelva a ponerse en marcha y alude a una turbina que se encuentra retenida en Canadá debido a las sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania.

Suministros alternativos

En este contexto, las llamadas al ahorro se suceden en Alemania, donde las autoridades tratan de conseguir suministro alternativo antes de que llegue el frío. El recurso al carbón es una medida dolorosa, pero necesaria, ha dicho Habeck. El Ejecutivo confía en que sea algo temporal y mantiene que sigue vigente el ambicioso compromiso de eliminar completamente el carbón de la producción de electricidad en 2030. Esa es la fecha a la que se comprometieron los partidos que forman la coalición de Gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales.

El Ejecutivo pone los medios administrativos para que las plantas de carbón puedan reabrir, pero la decisión final será de los operadores, que tendrán que calcular si se trata de un buen negocio para ellos y si están en disposición de ponerlas en marcha. En muchos casos las plantillas se redujeron al mínimo tras el paso a la reserva y no está claro que puedan conseguir con rapidez el carbón necesario para empezar a producir. Se trata de 16 centrales ya desconectadas de la red y de otras 11 plantas que todavía funcionan, pero que estaban obligadas a dejar de quemar carbón entre 2022 y 2023, como parte del proceso de descarbonización alemán. En total, sumarían 8,5 gigavatios adicionales.

“Queremos ahorrar gas en verano para llenar nuestros almacenamientos para el invierno”, aseguró Habeck. Los depósitos se encuentran al 64,6% de capacidad, todavía lejos del 80% al que deberían llegar para el 1 de octubre y del 90% para el 1 de noviembre. Desde que Rusia, en el marco del pulso que mantiene con Europa por la invasión de Ucrania, decidió reducir las entregas a apenas un 40% de lo pactado por contrato, el llenado de los depósitos está siendo muy lento, de alrededor del 0,3 o 0,4% cada día. Berlín se prepara para lo peor: un posible corte total de gas que podría traducirse en un racionamiento este invierno. “[Con la decisión sobre las centrales de carbón] Reforzamos nuestras precauciones y nos armamos aún más para un empeoramiento de la situación en el mercado energético”, añadió Habeck.

La autorización forma parte de un paquete de medidas presentado el mes pasado con el que se pretende reducir el consumo de gas en el sector eléctrico. El Ejecutivo destinará un fondo de 15.000 millones de euros para comprar gas en el mercado y seguir llenando los depósitos y en paralelo se está diseñando un modelo de subasta de gas para que las industrias reciban incentivos para ahorrar.

La turbina como pretexto

Alemania adopta medidas mientras la gasista estatal rusa Gazprom elude comprometerse con que el gasoducto Nord Stream 1 operará con normalidad en el futuro, informa desde Moscú Javier G. Cuesta. La compañía ha denunciado en un breve comunicado que no tiene ninguna garantía de que regrese la pieza que ha sido bloqueada en Canadá por las sanciones. “En estas circunstancias no es posible sacar una conclusión objetiva sobre el desarrollo futuro de la situación y garantizar la operación segura de la estación compresora de Portovaya, que es una instalación crítica para el gasoducto”, asegura el brazo energético del Kremlin. “Gazprom no tiene un solo documento que permita a Siemens sacar de Canadá el motor de turbina de gas que está siendo reparado allí”, añade el gigante ruso.

Sin embargo, hace unos días, el ministro de Recursos Naturales de Canadá, Jonathan Wilkinson, anunció que su Gobierno iba a expedir un permiso “revocable y por tiempo limitado” para permitir la devolución de las piezas reparadas en su territorio a la gasista rusa, que ha sido objeto de las sanciones del país norteamericano por su ofensiva sobre Ucrania. Berlín daba por hecho que sus presiones habían surtido efecto y que la turbina iba efectivamente a salir de Canadá, pasando primero por Alemania, para desde allí ser enviada a Rusia.

La declaración de Gazprom sobre el asunto es “deliberadamente vaga”, apunta Georg Zachmann, investigador del centro de estudios Bruegel en Berlín. Este experto en energía y política climática asegura a EL PAÍS que con ella Rusia pretende “fomentar la incertidumbre” y generar presión política en Alemania, “probablemente para sacar concesiones adicionales” antes de reanudar el flujo del gas.

Katja Yafimava, especialista en gas del Instituto de Estudios Energéticos de la Universidad de Oxford, trata de “descifrar” lo que quiere decir Gazprom con su comunicado: “Hasta que, y a menos que se presente a Gazprom un documento (¿una exención?) que confirme el derecho de Siemens a traer la turbina reparada de Canadá, es imposible comentar sobre la operación futura de Nord Stream”, detalla en su cuenta de Twitter. La experta cree que más que una amenaza se trata de un aviso de que el flujo futuro del Nord Stream dependerá de cuándo se devuelva la turbina. Si esta “no llega cuando termine el periodo de mantenimiento, el 21 de julio, y parece probable que no se pueda entregar tan rápido, los flujos podrían, en el mejor de los casos, continuar al nivel anterior, del 40% o incluso disminuir todavía más”, explica por correo electrónico a EL PAÍS.

La Comisión Europea expresó su satisfacción por la decisión de las autoridades canadienses de establecer una excepción, al considerar que ello “elimina” una de las excusas utilizadas por el régimen de Vladímir Putin para reducir el suministro de gas al mercado alemán. En un comunicado, la Comisión informó de que ha estado en “estrecho contacto” tanto con Canadá como con Alemania y la compañía Siemens. Tras el anuncio, el Gobierno ucranio ha protestado por lo que considera “una excepción absolutamente inaceptable al régimen de sanciones contra Rusia”. El lunes, el Ejecutivo de Volodímir Zelenski convocó al encargado de negocios de la Embajada de Canadá en Kiev para tratar el asunto.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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