El padre coraje de un joven fallecido desafía el silencio ruso sobre los reclutas en Ucrania
La Fiscalía reconoce que 600 jóvenes que hacían el servicio militar han sido enviados a la guerra, algo prohibido por la ley
El hundimiento del crucero lanzamisiles Moskvá, el buque insignia de la flota rusa del mar Negro, le costó la vida a Yegor Shkrebets a mediados del pasado abril. El joven realizaba el servicio militar y por ello legalmente no debía estar en zona de combate. Su padre inició tras su muerte una cruzada por romper el silencio de las fuerzas armadas y reclamar justicia. Yegor no había sido el único joven ruso enviado a la ofensiva contra Ucrania. Este martes, la Fiscalía de uno de los distritos en los que se divide el ejército ruso ha reconocido que unos 600 reclutas han participado en las hostilidades y van a ser retirados del servicio. El castigo por esta violación de la ley recaerá previsiblemente en una docena de oficiales a los que apunta el ministerio público.
“Los reclutas no están participando ni participarán en los combates. No habrá tampoco un reclutamiento adicional de los reservistas”, recalcó el presidente Vladímir Putin en un mensaje a las mujeres y madres de los militares emitido por el Día de la Mujer, el 8 de marzo. Dos días después, el portavoz del Ministerio de Defensa, Ígor Konashénkov, admitió que habían detectado “varios casos” que contradecían las palabras de Putin y que esos reclutas volverían pronto a casa. Algunos de los jóvenes habían sido identificados después de su captura por Ucrania, parte de un grupo que había entrado en combate, según reconoció el ministerio que dirige Serguéi Shoigú.
El servicio militar es obligatorio en Rusia entre los 18 y 27 años, pero solo pueden ser desplegados en un conflicto los soldados profesionales, que han firmado un contrato de trabajo con las fuerzas armadas. Sin embargo, Yegor Shkrebets estaba cumpliendo con el servicio militar cuando el Moskvá fue hundido. “Todos los responsables [del hundimiento] deben ser despojados de sus insignias y severamente castigados”, ha exigido una y otra vez en sus redes sociales su padre, Dmitri Shkrebets.
Su búsqueda de justicia estos dos meses le ha granjeado cierta notoriedad en Rusia. Shkrebets se guarda su opinión sobre la ofensiva, que no critica, y muestra un respeto reverencial por las fuerzas armadas como institución. Pero sus dardos dejan en una situación incómoda a muchos mandos, ya que reclama depurar responsabilidades: “Incluso en el alto mando de la flota del Mar Negro”, remarca.
El padre del marino preguntó a las fuerzas armadas qué había sucedido con su hijo. La respuesta llegó en una carta de la Fiscalía militar, que el hombre difundió a principios de mayo en su perfil de Vkontakte, el Facebook ruso. “El navío en el que servía Y. D. Shkrebets no entró en aguas territoriales de Ucrania ni está incluido en la lista de unidades y formaciones militares envueltas en la operación especial militar. El 13 de abril de 2022, durante una emergencia que llevó a su hundimiento, este [Yegor] desapareció. La búsqueda no ha dado un resultado positivo y la localización de su hijo es desconocida”, decía la misiva.
Aunque el Gobierno ha negado estos meses la participación del Moskvá en los combates, este martes el canal de Telegram del Ombudsman de Defensa ruso ha revelado que la madre de un herido en el barco, Gulnaz Urazayeva, ha sido informada de que la tripulación ha sido incluida en la lista de participantes de la campaña militar para “proteger así sus derechos sociales y asegurarse de que las familias reciben los pagos” previstos.
Cárcel por criticar al ejército
La pérdida de su hijo ha exacerbado las críticas de Shkrebets, para las que una nueva ley contempla incluso penas de cárcel si se considera que ha desacreditado al ejército. Por ello, Shkrebets ha buscado entre sus seguidores un abogado para que supervise sus declaraciones. “Si en las siguientes publicaciones veis problemas legales, advertidme, por favor, para corregirlo. No me puedo permitir cometer tonterías”, afirmó el 31 de mayo.
Sin embargo, pocos días después se llevó un susto. El pasado 3 de junio contó al diario Nastoyaschee Vremia, declarado “agente extranjero” por las autoridades, que “varios miembros de un departamento serio” que no concretó acudieron a su casa para llevarse su portátil e inspeccionarlo bajo la acusación de que desde aquel ordenador “se enviaron mensajes a ciertas organizaciones con amenazas de bomba”. Shkrebets, que niega la imputación, afirma no saber quiénes eran aquellas personas, aunque baraja dos opciones: agentes extranjeros o rusos.
El padre del recluta afirma luchar “contra un muro de silencio” en las fuerzas armadas, aunque hace distinciones. “El liderazgo de la flota del Mar Negro se comporta de manera decente y se acerca a todos los padres, pero los rangos más bajos se comportan mal con otros padres, no conmigo”, afirma.
Precisamente, esa categoría de oficiales está en el punto de mira por el envío de cientos de jóvenes reclutas a Ucrania. Este martes, la Fiscalía del ejército del distrito militar occidental ruso, una de las zonas en las que se reparten las tropas del país, ha estimado que unos 600 jóvenes fueron desplegados en el frente. “Una docena de mandos han sido responsables de esto. Por estas violaciones de la ley se tomarán medidas disciplinarias y podrían ser despedidos”, explicó el representante de la Fiscalía Artur Yeguiyev.
El 9 de marzo, el mismo día que se conoció la presencia de algunos reclutas en el campo de batalla, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, recalcó que el mandatario no era responsable de ello. “Antes del inicio de la operación militar especial, siguiendo las instrucciones del presidente de Rusia, el comandante en jefe supremo, Vladímir Putin, todos los comandantes de las unidades de las fuerzas armadas recibieron instrucciones de excluir la participación de reclutas de cualquier tarea en el territorio ucranio”, subrayó el representante del Kremlin.
La popularidad de Putin se ha disparado desde que entró en un pulso con la OTAN a finales de 2021, y en marzo pasado tenía una aprobación del 83% entre los rusos, según el centro de investigaciones sociológicas Levada, también “agente extranjero” para el Kremlin. Sin embargo, el mandatario no baja la guardia; sabe que las fuerzas armadas son una de las instituciones sagradas del país y las voces de los padres de los militares tienen mucha fuerza. “Seamos una masa de gente honrada, que no se considere ni liberales ni patriotas de sillón sordomudos. ¡Seamos ciudadanos libres de nuestro país! ¡Apoyadme, gente!”, ha sido uno de los últimos mensajes de Shkrebets en sus redes sociales.
Putin desmonta la vigilancia de los estadios para reforzar con policías los territorios controlados en Ucrania
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha decretado una reforma del Ministerio del Interior que liquida, entre otros departamentos, el que se encarga de la seguridad en los estadios y eventos de masas para reforzar con sus policías el despliegue ruso en los territorios ucranios que controla. “Son las exigencias de estos tiempos. Aquí está todo suficientemente claro, casi que no es necesario dar explicaciones”, ha dejado caer el portavoz del mandatario, Dmitri Peskov, al ser preguntado este martes sobre el futuro destino de los agentes.
En la Duma Estatal han sido más claros. “Ahora es importante restablecer el orden en los territorios liberados [como los llama Rusia]”, ha explicado a Komsomólskoya Gazeta el presidente del comité parlamentario contra la corrupción, Kirill Kabanov. “Es lógico esperar una oleada de delitos pronto, hasta que las autoridades estén completamente establecidas, y la Guardia Nacional no puede reemplazar a la policía”, ha agregado.
El diario Kommersant apunta a que los agentes serán enviados a la región de Donbás. Además, agrega que será creado un nuevo puesto de viceministro del Interior que será responsable de “fortalecer la estabilidad moral” de los policías. Es decir, vigilar su lealtad. Para ello se realizará una reestructuración de los rangos que supondrá una subida salarial para la plantilla actual.
La Guardia Nacional, creada hace pocos años, es un miniejército que solo responde ante el presidente ruso y está desvinculado del Ministerio de Defensa, y entre sus unidades hay cuerpos antidisturbios. El departamento del Ministerio del Interior eliminado fue creado en 2014 para proteger los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi y el Mundial de Fútbol de 2018. Sus tareas eran mantener el control de los ultras y evitar disturbios en los recintos deportivos.
“No necesitamos un departamento para eventos deportivos internacionales. Con las sanciones se ha prohibido a los deportistas rusos participar en competiciones internacionales”, ha subrayado Kabanov tras destacar que la pandemia ya golpeó la celebración de eventos masivos desde 2020.
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