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El FBI desarticula un plan del ISIS para asesinar al expresidente George Bush

El sospechoso, un iraquí que quería vengar la muerte de miles de compatriotas durante la invasión de su país, pretendía introducir ilegalmente desde México a cuatro yihadistas para atentar en EE UU

María Antonia Sánchez-Vallejo
George W. Bush
El entonces presidente George W. Bush, durante una conferencia de prensa en Bagdad en diciembre de 2008.THAIER AL-SUDANI (AP)

En un complot terrorista que aún presenta cabos sueltos, un miembro del grupo yihadista global Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas) preparó presuntamente el asesinato del expresidente de EE UU George W. Bush, para lo que llegó a viajar a Dallas (Texas), donde reside el republicano, con el objetivo de grabar vídeos del lugar donde se levanta la residencia del exmandatario. La información constituye una exclusiva de la revista Forbes, que cita a un par de fuentes del FBI amparadas en el anonimato.

El sospechoso, un ciudadano iraquí que llegó a EE UU en septiembre de 2020 con una solicitud de asilo bajo el brazo, viajó a Dallas en febrero pasado. Un mes después, el FBI emitió una orden de captura contra el hombre, identificado posteriormente como Shihab Ahmed Shihab por la cadena televisiva NBC News y radicado en Columbus (Ohio).

Shihab quería brindar apoyo material al grupo terrorista Estado Islámico, explicó a un informante del FBI cuya identidad real ignoraba, para lo que pretendía introducir ilegalmente a personas en territorio estadounidense desde México “para asesinar al expresidente George W. Bush”, al que responsabilizaba de la muerte de miles de iraquíes durante la guerra y la posterior invasión del país por tropas estadounidenses en 2003.

La orden de captura contra Shibab, en la que Forbes basa su información, fue desclasificada esta semana por un tribunal del Estado de Ohio. Según la investigación, el presunto miembro del ISIS esperaba contar con la colaboración de otros nacionales iraquíes a los que tenía pensado llevar a México con visado de turista, para desde allí cruzar irregularmente la frontera con EE UU, según el relato del sospechoso al informante del FBI, que también interceptó comunicaciones suyas en WhatsApp. Para esa operación clandestina, Shihab tenía un presupuesto de al menos 5.000 dólares, explicó a su interlocutor, mediante cuyo pago pretendía introducir en EE UU a cuatro antiguos miembros del partido único Baas, que supuestamente esperaban órdenes en Irak, Turquía, Egipto y Dinamarca.

El presunto cerebro de la trama terrorista llegó a viajar en noviembre a Dallas para grabar vídeos en los alrededores del domicilio de Bush y a partir de esos detalles armar la operación. Según la información en poder de Forbes, se desconoce si el sospechoso ha sido detenido o está huido, mientras el Departamento de Justicia no ha querido hacer ningún comentario al respecto. NBC News informa por su parte de que el sospechoso se haya detenido, mientras el FBI determina el pliego de cargos, que incluirían un delito de amenazas contra un expresidente, colaboración material con el ISIS y falsificación de visado, el cargo inicial que dio lugar al resto de la investigación.

En su confiada charla con el informante del FBI, Shihab se ufanó de haber conducido un vehículo lleno de bombas en Irak, presuntamente listo para cometer un ataque, y de ser próximo al círculo del líder máximo del ISIS, Abu Baker al Bagdadi, neutralizado por una operación de EE UU en 2019. A medida que aumentaba la confianza entre ambos, el iraquí llegó a confesar que estaba dispuesto a perder la vida por matar a Bush, algo de lo que, dijo, se sentiría muy orgulloso.

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Bush hijo decidió en febrero de 2003 declarar la guerra a Sadam Husein, presidente de Irak, como castigo por un supuesto arsenal de armas químicas que no existía, un error del que posteriormente se arrepintió. Pese a la información contraria del comité de expertos de la ONU, que evaluó in situ la supuesta amenaza, y la movilización de la opinión pública internacional, Bush, con el primer ministro británico, Tony Blair, y el entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar, decidió en las islas Azores un mes después desencadenar la guerra que condujo a la posterior invasión de Irak, en abril de 2003, y que abrió la caja de los truenos del terrorismo yihadista en la región. El ISIS aprovechó el vacío de poder para su expansión por el creciente fértil, para combatir a las mayorías chiíes de la zona -como la iraquí-, así como a minorías como la yazidí.

La semana pasada, el republicano Bush salió de su ostracismo político —aunque es un conspicuo detractor de su sucesor en la Casa Blanca Donald Trump— para protagonizar un lapsus linguae en el que confundió Ucrania con Irak al hablar de “invasiones declaradas unilateralmente”, refiriéndose a la perpetrada por el Kremlin en el país vecino. Como la decidida por él en Irak, en 2003.


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