Cracolandia, el mayor mercado de crack a cielo abierto
Una operación policial en Brasil ha dispersado a los drogodependientes que cada día pululan por el centro de São Paulo
Como medio millar de brasileños enganchados al crack pululan cada día por algunas de las calles del centro histórico que antaño estuvieron entre las más majestuosas de São Paulo. Es una zona punteada por chabolas dedicadas a la compraventa de drogas. Popularmente conocido como Cracolandia, es el mayor mercado de drogas al aire libre de Brasil, un territorio tomado por drogodependientes convertidos en zombis y territorio hostil para el resto de los paulistanos. El Ayuntamiento acaba de emprender el enésimo intento de desmantelar Cracolandia en nombre de la lucha contra el tráfico de drogas con el despliegue esta semana de cientos de policías que han destruido las chabolas y dispersado a los adictos. La madrugada del viernes un hombre murió en un tumulto, según la prensa local.
Cracolandia es un problema crónico desde hace años. La operación policial ha tenido un efecto similar a sacudir un avispero. A medida que los agentes van avanzando, cientos de drogodependientes deambulan en dirección contraria, intentando asentarse en algún lugar para retomar el consumo y la compraventa de crack. Muchos comerciantes de la zona inmediatamente echaron la persiana, asustados ante grupos de craqueros. Varias líneas de autobús fueron desviadas. Y siete personas han sido detenidas con drogas, balanzas y falsas armas. Además, la presión policial ha disparado el precio de la mercancía. La piedra de crack ha subido de 20 a 50 reales (de cuatro a diez dólares), informa el diario Estadão citando a la policía.
El alcalde de la megalópolis, Ricardo Nunes, de centro-derecha, está empeñado en mantenerlos dispersados. Este jueves ordenó a la policía que detenga a todo el que lleve encima una pipa de fumar crack. El plan es que sean trasladados a comisaría y de ahí, a un programa de rehabilitación. Por el momento, un tercio de las más de 300 personas abordadas por las autoridades han aceptado ir a un albergue, pero solo una decena ha tenido plaza en un programa terapéutico municipal, según Folha de S.Paulo. El regidor explicó que “la meta es no dejar que se aglomeren. Dispersarlos facilita el trabajo de asistencia (a los usuarios de drogas) y en el de la policía en el combate al tráfico de drogas”, informa el citado diario.
Pasar a pie por los contornos del campamento de Cracolandia supone cruzarse con un ejército de zombis, seres delgadísimos —hombres, mujeres, parejas con niños, adolescentes o ancianos—- sentados en el suelo fumando crack, trapicheando o caminando con la mirada perdida bajo una manta para protegerse del frío de esta época del año. Muchos conductores tienen la costumbre de echar el seguro de las puertas cuando cruzan por allí.
En una ciudad marcada por la desigualdad, el deteriorado centro histórico es visitado puntualmente por paulistanos privilegiados porque las calles cercanas a Cracolandia acogen algunas relevantes instituciones culturales como la sala de conciertos São Paulo, la Pinacoteca, el Museo de la Lengua Portuguesa o el Memorial de la Resistencia, que alberga la memoria de la dictadura.
El Primer Comando de la Capital, el grupo más poderoso del crimen organizado brasileño, que funciona como una hermandad de criminales, controla Cracolandia. Se sospecha que de sus filas partió la orden para que el pasado abril, de un día para otro, todo el campamento y los craqueros se trasladaran unas calles más allá.
La operación municipal en marcha coincide con un refuerzo de la presencia policial en las calles de São Paulo en un momento en que el robo de teléfonos móviles se ha disparado porque el PPC loha convertido en un nuevo negocio ilícito. Investigaciones policiales apuntan a que, más allá del valor del terminal, los delincuentes los usas para hacer envíos instantáneos de dinero a cuentas bancarias de testaferros.
Los intentos de erradicar el campamento y expulsar a los drogodependientes han sido múltiples. Lo máximo que han logrado una y otra vez es que Cracolandia rebrotara en poco tiempo en la misma ubicación o unas calles más allá.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.