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Daniel Ortega expulsa a la OEA de Nicaragua

La decisión de allanar las oficinas de la organización regional y retirar las credenciales a sus representantes profundiza el aislamiento del Gobierno sandinista

Un agente de la Policía Nacional de Nicaragua resguarda las oficinas de la OEA, en Managua, este lunes.
Un agente de la Policía Nacional de Nicaragua resguarda las oficinas de la OEA, en Managua, este lunes.OSWALDO RIVAS (AFP)

El Gobierno de Daniel Ortega ha expulsado a la Organización de Estados Americanos (OEA) de Nicaragua, un organismo regional al que tildó de “instrumento diabólico” para justificar la retirada de las credenciales de sus representantes y el allanamiento de su sede en Managua. Esta decisión supone el culmen de una relación marcada por la tensión después de que en noviembre del año pasado el régimen sandinista anunciara su renuncia a la OEA, si bien ese proceso —que suele durar dos años— aún no había finalizado oficialmente.

La ocupación policial de la sede de la OEA en la zona residencial de Las Sierritas de Santo Domingo, en Managua, ocurrió al caer la noche, después el canciller Denis Moncada Colindres irrumpió en televisión nacional, para leer un comunicado en el que cargaba contra el organismo. “No tendremos presencia en ninguna de las instancias de ese diabólico instrumento de la mal llamada OEA”, aseguró. El funcionario también anunció el retiro de los representantes de Managua en Washington, donde funciona la sede de la organización.

“El Pueblo y Gobierno de Nicaragua hemos desconocido y desconocemos este Instrumento de Administración Colonial, que no representa en ningún momento la unión soberana de nuestra América caribeña, y que, por el contrario, es Instrumento del Imperialismo yanqui, para violentar Derechos e Independencias, auspiciando y promoviendo intervenciones e invasiones, legitimando golpes de Estado en distintos formatos y modalidades”, dice el comunicado leído por el ministro de exteriores.

Con esta decisión, el Gobierno de Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo ratifican su renuncia a la OEA presentada el 19 de noviembre pasado, luego de que el Consejo Permanente aprobó con 25 votos una resolución que enfatizaba que “las elecciones nicaragüenses del pasado 7 de noviembre no fueron libres, justas ni transparentes y no tienen legitimidad democrática”. En ese momento, el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, solicitó al Gobierno permitir el ingreso a Nicaragua de una delegación de alto nivel para negociar la realización de nuevos comicios con transparencia y observación electoral creíble. La solicitud de Almagro nunca fue respondida.

“Ratificamos nuestra invariable decisión de abandonar la OEA, según lo expresado el día 19 de Noviembre del 2021, y al confirmar nuestra denuncia y renuncia irrevocables, ante esta calamitosa, truculenta y mentirosa dependencia del Departamento de Estado del imperialismo yanqui”, sostuvo el ministro Moncada. “También comunicamos que a partir de esta fecha dejamos de formar parte de todos los engañosos mecanismos de este engendro, llámense Consejo Permanente, llámense Comisiones, llámense Reuniones, llámense Cumbre de las Américas”, enfatizó el funcionario de un gobierno que padece un hondo aislamiento internacional.

“Debe cumplir todos sus compromisos”

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La OEA rechazó la ocupación de su oficina en Managua con un comunicado en el que tilda de “ilegítima” la acción y advierte de que los archivos y documentos del edificio “gozan de la más absoluta inviolabilidad”. “Su violación por las autoridades nicaragüenses les hace internacionalmente responsables por sus consecuencias”, dice la comunicación publicada por Almagro.

Según el organismo, la ocupación de la oficina “es una violación de las más elementales normas internacionales. Nicaragua es miembro fundador de la OEA. Si bien ha denunciado su Carta, esta denuncia solo entrará en vigor a fines del año 2023, sujeta a que para entonces este país haya cumplido con todas las obligaciones que el Sistema Interamericano le impone a todos sus miembros, en el respeto y cumplimiento de sus fines y propósitos”, reza el comunicado.

Después de consumada la toma del inmueble, el Gobierno anunció que oficiales de las tropas de operaciones especiales “resguardan lo que era la sede local de la OEA”. Expertos en relaciones internacionales consultados por EL PAÍS en Managua, pero que prefieren anonimato, explican que esta nueva movida de Ortega busca evitar que los países de la OEA expulsen a Nicaragua. Es decir, evitar el simbolismo de una expulsión, razón por la cual toman ventaja.

La permanencia de Nicaragua en la OEA estaba en duda desde que el organismo aprobó el proceso de aplicación de la Carta Democrática Interamericana por los señalamientos contra Ortega y Murillo sobre violaciones a los derechos humanos en 2018, durante las protestas sociales que fueron violentamente reprimidas y que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dejaron 355 muertos.

El exembajador ante la OEA de Nicaragua, Arturo McFields, quien hace un mes se rebeló contra el Gobierno en una sesión del organismo, dijo que la salida de “la dictadura es una victoria moral para el pueblo de Nicaragua y en especial para los más de 180 presos políticos y sus familiares”. “Hay esperanza para Nicaragua”, añadió.

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