El cuarto atentado en dos semanas en Israel siembra el terror en Tel Aviv
Un palestino mata a tiros a tres jóvenes en una concurrida zona de ocio de la ciudad israelí. El atacante fue abatido por las fuerzas de seguridad tras una larga persecución
Un nuevo atentado con armas de fuego, el cuarto en dos semanas, sembró el terror en la noche del jueves en el centro de Tel Aviv, donde tres hombres con edades comprendidas entre los 27 y los 35 años han muerto tras ser tiroteados. Un palestino armado con una pistola abrió fuego de forma indiscriminada en la zona de ocio de la calle de Dizengoff, una de las más concurridas de la ciudad costera. Los disparos se concentraron en un bar abarrotado de clientes en el inicio del fin de semana en Oriente Próximo. Tras una persecución en la que participaron un millar de policías y soldados, el atacante –de 28 años y residente en Yenín (Cisjordania)– fue abatido nueve horas después en Jaffa, distrito del sur de Tel Aviv. Los servicios de emergencia evacuaron a varios hospitales a 15 heridos.
Tel Aviv revivió escenas de violencia y pánico inéditas desde la Segunda Intifada (2000-2005). Como entonces, el ejército volvió a patrullar las calles de la capital económica y cultural de Israel. En el mismo lugar del atentado, el alcalde de Tel Aviv, el laborista Ron Huldai, pidió a los ciudadanos que permanecieran en sus casas para facilitar las tareas de las fuerzas de seguridad que perseguían al autor del ataque.
Las imágenes de vídeo mostraban decenas de ambulancias y vehículos policiales en medio del caos en el céntrico distrito de bares y restaurantes. Las fuerzas de seguridad, con numerosos agentes provistos de equipamiento militar, recorrían las calles y efectuaban registros casa por casa, en un ambiente de guerra nocturna, a la búsqueda del atacante, que había huido a pie por las calles de Tel Aviv. Testigos del atentado describieron escenas de terror entre los clientes de los locales de ocio, agazapados bajo las mesas. Las imágenes mostraron además la huida a la carrera de cientos de ciudadanos despavoridos.
Fue finalmente localizado al amanecer del viernes junto a una mezquita situada cerca de la plaza del Reloj de Jafa, distrito del sur del área metropolitana y que en el pasado fue una de las principales ciudades costeras palestinas. Cayó abatido a tiros en un intercambio de disparos, según informó el Shin Bet (servicio de inteligencia interior), que le clasificó como militante de la Brigada de los Mártires de Al Aqsa, brazo armado radical del partido nacionalista Fatah.
Tras la muerte de 11 personas en la ola de atentados registrada entre el 22 y el 29 de marzo, el ejército ya había ha vuelto a patrullar por el centro de las principales ciudades de Israel, por primera vez desde la Intifada de los Cuchillos de 2015-2016. Centenares de civiles portan, además, fusiles y pistolas de manera ostensible por esas mismas calles, siguiendo la recomendación del primer ministro, Naftali Bennett. El jefe del Gobierno se reunió de inmediato con la cúpula de la seguridad nacional en la sede de las Fuerzas Armadas en Tel Aviv. “Quien quiera que esté tras este ataque, directa o indirectamente, pagará un alto precio”, advirtió Bennett. “Las fuerzas de seguridad tienen libertad total, sin restricciones, para erradicar el terror”.
La movilización militar y policial ante una de las mayores cadenas de ataques en zonas urbanas, cometidos por árabes de nacionalidad israelí y palestinos de Cisjordania, se ha ampliado a ambos lados de la Línea Verde, divisoria entre Israel y los territorios palestinos.
Los grupos islamistas Hamás y Yihad Islámica justificaron el atentado, sin atribuírselo, como “una respuesta natural” a la violencia israelí en los santos lugares islámicos de Jerusalén. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas condenó el ataque, pero advirtió del peligro que conllevan “las repetidas incursiones israelíes” en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén y “las acciones violentas de grupos de colonos extremistas” en Cisjordania.
La escalada de atentados ha impactado también contra la frágil coalición de fuerzas políticas dispares que dirige el ultranacionalista Bennett, que ha perdido esta misma semana la mayoría en la Kneset (Parlamento). La alianza política se había fraguado hace apenas 10 meses con el objetivo de apear del poder al conservador Benjamín Netanyahu después de 12 años en el poder.
Los dos primeros ataques de la actual oleada sorprendieron a finales de marzo a los servicios de inteligencia en Beersheva (cuatro muertos) y Hadera (dos muertos), por la inopinada participación de árabes con ciudadanía israelí que ya habían sido condenados en el pasado por sus vínculos con el Estado Islámico. El tercero, que se cobró la vida de cinco personas en Bnei Brak (distrito ultrarreligioso del área metropolitana de Tel Aviv), fue cometido el día 29 por un palestino que se infiltró desde Yenín (norte de Cisjordania), y que había sido también encarcelado por su afiliación a Yihad Islámica.
La convergencia durante el mes de abril del Ramadán musulmán con la Pascua judía (que este año coincide de pleno con la Semana Santa cristiana) hace temer a las autoridades que se dispare la violencia en Cisjordania y, sobre todo, en Jerusalén Oriental. La Ciudad Vieja ha vivido en las primeras noches de Ramadán enfrentamientos entre manifestantes palestinos y policías, como los que en mayo de 2021 precedieron a la intervención militar de Israel en la franja de Gaza. Miles de miembros de las fuerzas de seguridad han vigilado este viernes en estado de máxima alerta la celebración del primer rezo masivo de Ramadán en la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén, tercer lugar sagrado del islam, al que asistieron pacíficamente decenas de miles de palestinos.
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