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El Papa lamenta en su mensaje de Navidad que “las tragedias se pasen por alto”

Francisco, de nuevo ante miles de fieles en la plaza de San Pedro, afirma que la pandemia refuerza la “tendencia a cerrarse” de los ciudadanos

El papa Francisco, durante el mensaje de Navidad, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.Foto: Gregorio Borgia (AP) | Vídeo: Reuters

El papa Francisco siempre dedica su mensaje de Navidad, uno de los más políticos del año, a sacudir conciencias con un repaso por los conflictos, guerras y crisis abiertas en todo el mundo, que “parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidas”. Antes de impartir la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), la más solemne de las que dan los pontífices, y de nuevo desde la logia central de la basílica de San Pedro tras la ausencia del año pasado a causa de la pandemia, Francisco lamentó “Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto”. Y alertó: “Corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas”.

Francisco señaló ante los miles de fieles que se congregaron en la plaza de San Pedro en la lluviosa mañana de Navidad que con la pandemia se ha reforzado “la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo”, y se ha renunciado “a salir, a encontrarse, a colaborar”. Además, denunció que en el ámbito internacional “existe el riesgo de no querer dialogar, de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos”.

En un duro repaso de la actualidad, Francisco desgranó los conflictos, crisis y contradicciones que golpean al mundo, muchos sumergidos en el olvido. Comenzó por la interminable guerra de Siria, en la que según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), organización con sede en Londres que sigue el conflicto desde 2011, han muerto más de 490.000 personas y ha dejado millones de refugiados y desplazados internos y que ha sumido al país en una profunda crisis económica. Continuó con Irak, “que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse”. Y con Yemen, “donde se está perpetrando una enorme tragedia, olvidada por todos, en silencio desde hace años, provocando muertos cada día”. Este país atraviesa la mayor crisis humanitaria del mundo desde que estalló el conflicto en 2015, que enfrenta a las fuerzas del Gobierno, respaldadas por la coalición militar liderada por Arabia Saudí contra los rebeldes Huthi, que tienen como aliado a Irán.

Francisco también recordó “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”. El Vaticano apoya desde hace años la solución de dos Estados, propuesta por las Naciones Unidas para poner fin al conflicto árabe-israelí. Este día de Navidad, el Papa habló también de Belén, sumida en una grave crisis económica provocada por la pandemia “que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la población”.

Y pidió también por Líbano, “que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes”. El Pontífice ha manifestado varias veces su deseo de visitar cuando las circunstancias lo permitan este país que afronta uno de los peores momentos de su historia, ahogado por una crisis política, social y económica.

El Papa pidió en general paz y concordia en Oriente Medio y en el mundo entero y apoyo para “todos los que están comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria”. También rezó por el pueblo afgano, “que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país”. Y que agoniza desde que el pasado agosto Afganistán cayó de nuevo en manos de los talibanes, cuya acción de gobierno consiste en una férrea aplicación de la ley islámica y en intimidar a la población.

Francisco reclamó también apoyo para el pueblo birmano, “donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de sus gentes”.

Además, el Papa reclamó que en Ucrania “no se propaguen las metástasis de un conflicto gangrenoso” y pidió apoyo “para quienes creen y trabajan en favor del encuentro y del diálogo, yendo incluso contra corriente”. El país del este de Europa, que ahora afronta la amenaza de una posible invasión rusa, está asolado por un conflicto inestable y cocinado a fuego lento desde hace ocho años. Allí el Kremlin ha apoyado política y militarmente a los separatistas de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, que luchan contra el Ejército ucranio.

El Papa Francisco también recordó a Etiopía, devastada por el conflicto que estalló el pasado año y que enfrenta a los rebeldes de Tigray, en el norte del país, con el Ejército federal. Una investigación conjunta de la ONU y la Comisión Etíope de Derechos Humanos ha denunciado posibles crímenes de guerra, masacres y violaciones de derechos humanos cometidos por todas las partes. El pontífice pidió que la nación africana “vuelva a encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar”.

También rogó para que se escuche “el grito de los pueblos de la región del Sahel, que padecen la violencia del terrorismo internacional”.

El pontífice también viajó en su discurso hasta América Latina, la región en desarrollo más afectada del mundo por la pandemia, según Naciones Unidas y que atraviesa un periodo convulso y de profundos cambios. Sin mencionar ningún país concreto, como sí ha hecho en otras ocasiones, Francisco rezó: “Que en los corazones de los pueblos del continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos”.

Francisco también tuvo palabras de apoyo para “las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia”. Y para “los niños y adolescentes víctimas de intimidación y de abusos” y los ancianos, “sobre todo a los que se encuentran más solos”. Insistió en la necesidad de que la asistencia sanitaria y especialmente las vacunas lleguen a todos. En particular, a las poblaciones más pobres.

El Papa reclamó en su mensaje que los prisioneros de guerra, civiles y militares, de los conflictos recientes, y quienes están encarcelados por razones políticas “puedan volver pronto a sus hogares”. Y subrayó nuevamente el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados. “Sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas”, dijo el sumo pontífice.

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