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Entrevista | Presidente de la Confederación de la Producción y de Comercio (CPC) de Chile

Juan Sutil: “Un empresario no puede tener mucha simpatía con las ideas de Boric”

El presidente de la corporación empresarial chilena considera que un triunfo del izquierdista Boric frente a Kast en las elecciones de este domingo pondrá en peligro el modelo de desarrollo chileno

Federico Rivas Molina
Juan Sutil
El empresario chileno Juan Sutil durante una visita a España, en octubre de 2021.CPC

Juan Sutil (Santiago de Chile, 60 años) es el presidente de la Confederación de la Producción y de Comercio (CPC), la corporación empresarial chilena que congrega a los principales sectores productivos del país. Dueño de Empresas Sutil, se dedica a negocios agrícolas, con una importante presencia en el sur, donde ha tejido alianzas con los sectores mapuches moderados. Sutil representa a la elite económica de Chile. Habla con dureza contra Gabriel Boric, el candidato de izquierda que este domingo disputará la presidencia contra José Antonio Kast, la opción de la derecha extrema. En esta conversación telefónica con EL PAÍS (en el momento de la entrevista se encontraba en la Araucanía), Sutil dice que un triunfo de Boric espantará las inversiones a largo plazo y hasta abrirá la puerta a “la dictadura del proletariado”.

Pregunta: ¿Qué está en juego el domingo?

Respuesta: Por buenas intenciones que pueda tener el candidato Gabriel Boric, cualquier coalición que tenga una presencia tan relevante del Partido Comunista, que ya sabemos como actúa, va a poner en riesgo el modelo de desarrollo de Chile. En Chile se ha instalado un discurso de no extractivismo, de que hay una economía neoliberal, cuando lo que hay en Chile es una economía social de mercado, muy similar a lo que ocurre en Portugal, España u otros países de Europa. Estamos en un estado de desarrollo medio, con los dolores obvios del crecimiento, y con algunos indicadores que, si bien son buenos, la gente los percibe como malos. Y eso genera una suerte de estallido o de manifestación de la sociedad que se alimentó con el inconformismo. Se suma que tenemos una presencia muy fuerte de una izquierda muy dura, con un discurso muy radical respecto al modelo de desarrollo y crecimiento.

P. ¿Por qué la gente percibe negativamente los indicadores, si son tan buenos como dice?

R. Porque hay un discurso que todo lo encuentra malo. Cuando tienes un discurso en que la izquierda dura empieza a ganar terreno y la centroizquierda, la socialdemocracia, que ha hecho el proceso más exitoso de transición hacia la democracia, se desentiende o se desmarca de todos sus éxitos, ingresa en esa crítica. Y cae entonces en una espiral donde empieza a validar la posición dura de extrema izquierda. Tanto es así que cuando viene el 19 de octubre [de 2019], la centroizquierda no condenó la violencia. Vio cómo el metro, las iglesias, los comercios fueron quemados y mantuvo silencio.

R. ¿Por qué cree que se demoró?

P. Hubo oportunismo político. Incluso, en algún momento, la izquierda más dura planteó hacer caer al Gobierno. Hay que reconocer que el acuerdo del 15 de noviembre [para convocar a una Asamblea Constituyente], permitió una salida institucional. Aunque fue a medias. Más de un tercio de los convencionales es gente común y corriente que logró estar ahí porque los estándares para poder calificar bajaron, como exigió la izquierda dura. La centro izquierda lo aceptó, y nos topamos con lo que se llama la Lista del Pueblo, que está tratando de redactar una constitución tipo chavista. Espero que eso se pueda corregir.

P. ¿Cómo calificaría a Kast? ¿Es un candidato de extrema derecha?

R. En Chile no existe la extrema derecha, nunca ha existido. En Chile nadie atenta contra una estatua de Salvador Allende, tampoco la gente sale a la calle. Pero sí existe una extrema izquierda que está en la calle, que está en la resistencia, en el terrorismo. Y lo ves todos los días en la Araucanía, con atentados; lo ves en la discusión política, cómo se mueve en las universidades y cómo destruyen las estatuas y los valores patrios que tiene Chile.

P. Pero el discurso de Kast es extremo en muchos aspectos. ¿No teme que una vez en Gobierno se radicalice?

R. Kast, que puede ser el más de derecha dentro de la derecha, no tiene ninguna posibilidad de hacer un Gobierno de derecha pura, porque hoy día lo que garantiza la gobernabilidad futura es como habló la ciudadanía en la última elección. Y eligió la mitad del Senado de centroizquierda e izquierda y la otra mitad de centroderecha y derecha. El Congreso va a mantener el equilibrio y va a obligar a quien gobierne a llegar a acuerdos.

P. Hablemos del conflicto mapuche y la violencia. ¿Tiene solución?

R. Tiene solución. Basta mirar la votación de José Antonio Kast en la Araucanía. En la primera vuelta, gran parte de los pueblos votó por Kast en más de un 55%. Eso es porque el pueblo mapuche y no mapuche quiere vivir en paz. Lo que está pasando es que los sectores de la izquierda del pueblo mapuche están siendo asistidos por los sectores más radicales del Partido Comunista y actúan como en Nicaragua o Venezuela, donde el que no se suma, le violan la hija o lo atacan. ¿Cuántos están en esa posición? Menos del 1%, pero tienen el terror en la mano y generan un caos absoluto. La izquierda toma la causa mapuche, que tiene relación con una deuda histórica producto de una invasión, mal llamada pacificación. Pero los problemas tienen más que ver con el reconocimiento de la pluralidad y la educación.

P. ¿Le inquieta la posibilidad de un triunfo de Boric?

R. Espero que no gane Boric, porque lo que va a ocurrir es ese discurso vacío que es muy bonito, de mucho pueblo y bla, bla, bla, pero que al final va acompañado de aumento de la corrupción, de la ineficiencia y la informalidad y de la falta de inversión. Los países se desarrollan cuando son ordenados. La preocupación es en el largo plazo, porque se necesitan grandes inversiones. Y cuando le estás diciendo a los grandes inversionistas que se acabó el extractivismo, que hay que nacionalizar las minas o ponerle impuestos a la minería —como decía el candidato Boric cuando era diputado— y se ha estudiado que si se aplicase desaparecería la mitad de la industria, entonces hay decisiones que son muy radicales y populistas. Cuando la irracionalidad política existe y la izquierda dura está más por destruir que por construir, los países están en riesgo.

P. La gente pide más salud pública y educación pública. Kast no va en ese sentido. Si no resuelve eso, la situación social seguirá siendo muy volátil

R. Kast lo que ha dicho es que el Estado debe ser eficiente para destinar recursos al manejo social. Jamás ha dicho que no tendrá soluciones para los problemas sociales. Lo que ocurrió en Chile es que la sociedad reclama mejoras en salud, en educación y pensiones. Piñera ha presentado dos reformas de pensiones y la izquierda se ha negado a aprobarlas, porque considera que eso no lo puede aprobar un Gobierno de centroderecha, que tiene que aprobarlo un Gobierno de izquierda para capitalizar el triunfo. Con esa lógica es muy difícil poder construir.

P. Conoce empresarios que vayan a votar por Boric el domingo?

R. Son muy pocos, porque la empresa o el empresario es la expresión de la libertad de emprender, de hacer, de enseñar, de dar bienes y servicios. Yo no veo que un empresario pueda tener mucha simpatía con las ideas que pueda promover el Partido Comunista a través de la candidatura de Boric. Ellos han declarado que tienen 90% de coincidencia entre el programa de Daniel Jadue (candidato por el Partido Comunista en la interna que ganó Gabriel Boric]. Y ese programa consagra farmacias públicas, empresas constructoras públicas, medios de comunicación públicos, ferreterías públicas. Eso es tomar el control concreto, y cuando pasa eso, ya sabemos lo que sigue: empieza la dictadura del proletariado. Boric, por muy buena persona que sea, no será capaz de contenerlo.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.
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