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Argentina apura un acuerdo con el FMI con el envío de una misión técnica a Washington

El país sudamericano está urgido por un calendario de pagos que no puede cumplir

Federico Rivas Molina
Argentina Fondo Monetario Internacional
El ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, se reúne con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, en Washington,12 de octubre de 2021.MINISTERIO DE ECONOMIA (Reuters)

Una misión técnica integrada por funcionarios de Economía y el Banco Central argentino llegará este fin de semana a Washington. Se reunirá allí con los equipos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para apurar un acuerdo que permita al país sudamericano posponer la devolución del crédito por 44.000 millones de dólares que recibió el Gobierno de Mauricio Macri en 2018. Será el cara a cara más relevante desde el inicio de las negociaciones, allá por mediados del año pasado. Sucede que Argentina ya no puede esperar más: sus reservas internacionales se acercan peligrosamente a cero y la agenda de vencimientos es abultada. El 22 de diciembre debe pagar 1.800 millones de dólares que el ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, pretende meter dentro de un nuevo cronograma. El año que viene, los vencimientos ascienden a 19.000 millones de dólares, una suma inalcanzable para Argentina.

La negociación con el FMI inició a mediadios de 2019, cuando el expresidente Macri asumió que no podría devolver el dinero que había recibido un año antes. Si no avanzó entonces fue porque coincidió con otra más urgente. El nuevo Ejecutivo, asumido en diciembre de aquel año, tuvo que dialogar antes con los acreedores privados, que reclamaban por un impago de 65.000 millones de dólares. Argentina entró en default con esos tenedores de bonos, hasta que en agosto de 2020 firmó un acuerdo con nuevos plazos de pago y un ahorro de 30.000 millones de dólares en intereses, que bajaron del 7% al 3%. Quedaba pendiente todavía la conversación con el FMI. La Casa Rosada estimó que habría un entendimiento en marzo de 2021, pero nada ha sido tan fácil como esperaba.

Los motivos de la demora pueden encontrarse en casa. Los integrantes de la alianza peronista que llevó a Fernández en el poder tienen profundas diferencias sobre qué tipo de acuerdo debe cerrarse con el FMI. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, al frente de principal fuerza del Frente de Todos, defendió la necesidad de un acuerdo, pero siempre que no implicase un ajuste fiscal, palabra maldita para el kirchnerismo. La semana pasada, Kirchner volvió al ruedo con una carta abierta en la que apoyaba las negociaciones pero advertía, al mismo tiempo, que “la lapicera” para firmar un acuerdo “la tiene el presidente”. La carta tuvo interpretaciones múltiples: unos leyeron un apoyo al presidente Alberto Fernández; otros vieron una estrategia de la vicepresidenta para tomar distancia ante un trago que se espera amargo. Mientras tanto, Fernández sumaba el apoyo de los sindicatos y una palmada en el hombro de los empresarios, deseosos de que termine la incertidumbre económica.

La oposición prometió apoyo en el Congreso, el ámbito donde deberá ser aprobado un eventual acuerdo. Pero piden a cambio “un plan económico” que de previsibilidad al modelo. “Siempre vamos a ser una oposición constructiva y vamos a tener la mejor predisposición”, dijo el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, vocero informal de Juntos por el Cambio, la alianza de centro derecha que responde a Mauricio Macri. Un plan económico es también lo que pide el FMI.

Tras la derrota electoral en las elecciones legislativas del 14 de noviembre, el presidente Fernández anunció el envío al Parlamento de un plan económico plurianual con previsiones de crecimiento, gasto e inflación que sean creíbles en el mediano plazo. Esas serán las cifras que mirará desde este fin de semana el FMI, además de la cuestión cambiaria, un punto caliente de la agenda. Argentina tiene hoy hasta valores diferentes para el dólar, pero dos son los más relevantes: el primero es el oficial, que rige para el mercado exterior a razón de 105 pesos por cada dólar; el segundo, informal y el único al que tienen acceso los ahorristas, supera los 200 pesos. La brecha entre ambos ha alimentado rumores de una inminente devaluación y complicado los esfuerzos del Banco Central por detener la pérdida del valor del peso. Y este diciembre no es un buen mes para asomarse al abismo de una devaluación descontrolada.

La memoria del “corralito”

El viernes pasado se cumplieron 20 años del corralito bancario, como se llamó en 2001 a la decisión de limitar el acceso al dinero depositado en cajas de ahorro y cuentas corrientes. Aún regía la convertibilidad del peso por el dólar y Domingo Cavallo era ministro de Economía. El corralito fue el fósforo que encendió la mecha de las revueltas que se saldaron, 17 días después, con 39 muertos y la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. Bastó esta semana que el informe apócrifo de una consultora alertara por redes de un inminente corralito para que la gente retirase sus dólares de los bancos. En solo tres días, salieron del sistema más de 600 millones de dólares que fueron a parar a cajas de seguridad o simplemente “debajo del colchón”, como se dice en Argentina. Al mismo tiempo, el Banco Central perdió reservas internacionales por casi 400 millones para satisfacer la demanda de dólares en el mercado cambiario formal. El cóctel es explosivo y por eso el apuro del Gobierno por cerrar un acuerdo con el FMI que calme las aguas.

En la semana previa a la misión a Washington, el ministro de Economía, Martín Guzmán, pidió el apoyo de “los factores de poder” a un eventual acuerdo. “En una negociación que es geopolítica, ayudaría mucho que nos apoyen para poder resolver este problema de una forma virtuosa” ya que “en muchas ocasiones se observan comportamientos que van en contra de los intereses de nuestro Estado nación”, dijo. No aclaró a que comportamientos se refería, pero el Gobierno no pierde oportunidad de recordar a la oposición que fue ella quien se endeudó con el FMI. Guzmán tampoco dio detalles de la oferta que llevarán al multilateral. Un portavoz del FMI se limitó a informar de los aspectos técnicos del encuentro, sin mayores precisiones. “El equipo del FMI dirigido por Julie Kozack y Luis Cubeddu se reunirá con una delegación argentina del Ministerio de Economía y el Banco Central en Washington a partir de este fin de semana para profundizar las discusiones técnicas hacia un programa respaldado por el FMI”, dijo. La directora del Fondo, Kristalina Georgieva, dio pistas, sin embargo, de lo que puede esperar Argentina. “Hemos trabajado de manera constructiva, pero hay mucho por hacer todavía. Seguimos comprometidos y estamos listos cuando estamos listos”, dijo Georgieva en una entrevista con la agencia Reuters.

El mar de fondo es una puja entre las urgencias financieras de Argentina y el deseo del FMI de cerrar en buenos términos el capítulo argentino. El 20 de diciembre, el directorio del multilateral tendrá sobre la mesa un informe con los detalles del crédito por 57.000 millones de dólares que en 2018 dio a Macri (finalmente entregó 44.000 millones). La cifra fue la mayor jamás concedida por el organismo a un país miembro y multiplicó por once la cuota argentina, cuando la tradición es cuatro veces. El informe puede dar alas al presidente Alberto Fernández, que durante esta semana insistió al FMI que hiciese una evaluación de aquel crédito, que según la lectura de la Casa Rosada tuvo como objetivo que Macri renovase mandato. “Le pedimos al FMI que antes de que cerremos un nuevo acuerdo, haga su evaluación de lo que fue el fallido programa por el que se desembolsaron 44 mil millones de dólares que se mal utilizaron en pagar deuda insostenible y en financiar salida de capitales. Eso nos va a ayudar a terminar de entendernos”, dijo Fernández.

Desde el FMI confirmaron que el informe estará listo el 20 de diciembre, pero aclararon que forma parte la rutina cuando se dan créditos por encima de lo habitual, como ya había pasado con Grecia y Ucrania. La novedad es que ahora se ha adelantado su publicación. “La evaluación se concibió como un mecanismo para trazar lecciones después de que se completa un acuerdo de acceso excepcional”, dijo el portavoz del FMI, “pero en los países donde se contempla un nuevo programa posterior es deseable completar la evaluación antes de que el Directorio Ejecutivo lo considere”. La caída argentina ha sido tan veloz que la evaluación de aquel préstamo extraordinario encuentra a las partes en medio de una nueva negociación.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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