El papa Francisco pide a Europa acabar con “los muros del miedo y los vetos dictados por el nacionalismo”
El Pontífice insiste en Chipre en la necesidad de acoger a migrantes y promueve el traslado a Roma de 50 que residen en la isla
El Papa ha comenzado su viaje por Chipre y Grecia poniendo un pie en Nicosia, capital de isla más oriental de la Unión Europea. Un territorio de frontera del continente marcado a fuego por la división, el paso de inmigrantes y la acogida que ha brindado esta región en los últimos años. Francisco hizo un llamamiento justo desde ahí que sonó a advertencia ante los últimos sucesos ocurridos en los confines europeos. “No serán los muros del miedo ni los vetos dictados por intereses nacionalistas los que contribuirán al progreso, ni tampoco la recuperación económica por sí sola podrá garantizar la seguridad y la estabilidad”, señaló en referencia a las posibles salidas de la crisis provocada por la pandemia.
Francisco permanecerá dos días en Chipre antes de volar a Atenas y, posteriormente, a un campo de refugiados en la isla griega de Lesbos, tal y como ya hizo en 2016. Todo el viaje está estructurado en torno al tema de la inmigración y la acogida, cuyo mejor ejemplo, considera el Pontífice, se encuentra precisamente en Chipre. El Papa ha subrayado este jueves que el país mediterráneo es el miembro de la UE que ha acogido en los últimos años a un mayor número de refugiados en relación con su población. Los inmigrantes alcanzan territorio chipriota desde la costa turca en embarcaciones precarias. “Una isla que a lo largo de los siglos no ha aislado a la gente, sino que la ha unido; a una tierra cuyo límite es el mar; a un lugar que representa la puerta oriental de Europa y la puerta occidental de Oriente Próximo […]. Veamos cómo el encuentro y la acogida han dado frutos beneficiosos aquí largo plazo; también por la construcción de una sociedad que ha encontrado su propia riqueza en la integración”, ha agregado Francisco.
El Papa suele hacer un pequeño discurso ante los periodistas cuando su avión despega rumbo al primer destino del viaje de turno. Y este jueves por la mañana ya había advertido en la aeronave que lo llevaba hasta Nicosia que en este viaje tocaría “las llagas”, al referirse al drama de la migración en Europa, de lo que hablará en sus discursos en ambos países y cuando visite también el campo de refugiados en Lesbos, de donde regresó hace cinco años con 12 inmigrantes en el avión papal. En esta ocasión, el Vaticano y el presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis, han confirmado que 50 refugiados residentes en la isla volarán también a Roma en un plan promovido por el propio Pontífice.
Las divisiones y la herida de la separación interna son parte de este territorio. En 1974, Turquía ocupó el 40% de la isla tras una intervención militar. En 1983, el área controlada por Ankara se autoproclamó como la República Turca del Norte de Chipre, pero solo está reconocida por el país que preside Recep Tayyip Erdogan. Desde enero de 2002, Naciones Unidas promueve un proceso de negociación entre las dos partes de la isla para poner fin a la división. Pero los muros se encuentran también en el seno de la Iglesia. Y el Papa se ha referido a ello en un acto en la catedral maronita de Nicosia, en la que también ha apreciado las distintas sensibilidades espirituales del país. “Es un mensaje también para toda Europa, con una Iglesia marcada por la crisis de fe […]. No hay ni debe haber muros en la Iglesia católica: es una casa común, es el lugar de las relaciones, es la convivencia de la diversidad”, observó el Pontífice.
Francisco, además, advirtió sobre el miedo al diferente: “No debemos sentir la diversidad como una amenaza contra la identidad, ni debemos recelar y preocuparnos de los respectivos espacios”, pues “si caemos en esta tentación crece el miedo, el miedo genera desconfianza, la desconfianza conduce a la sospecha y, antes o después, lleva a la guerra”.
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