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Claudia López: “Los populismos lo único que hacen es destruir las instituciones”

La alcaldesa de Bogotá defiende el centro político y critica la polarización y los caudillismos

La alcadesa de Bogotá, Claudia López, durante la entrevista en la noche del jueves en Madrid.
La alcadesa de Bogotá, Claudia López, durante la entrevista en la noche del jueves en Madrid.INMA FLORES (EL PAIS)
Cecilia Ballesteros

La alcaldesa Claudia López (Bogotá, 51 años) se convirtió hace casi dos años en la primera mujer a la que las urnas situaron al frente de Bogotá, una urbe de más de ocho millones de personas. López, lesbiana y ecologista, se muestra a favor del centro político en un país tan polarizado como Colombia, a seis meses de las elecciones presidenciales. “No creo ni en los populismos ni en los caudillos”, asegura en una entrevista realizada en la noche del jueves en un céntrico hotel de Madrid.

Recién aterrizada de la cumbre COP26 de Glasgow y con una apretada agenda en España como vicepresidenta regional del llamado C40, una red mundial de ciudades unidas en la lucha contra el calentamiento global, la exsenadora por Alianza Verde, uno de los rostros más conocidos de la oposición, defiende desde la primera pregunta el papel de la ciudad como primer frente de batalla contra el cambio climático.

Pregunta. ¿Cómo ve la cumbre del Clima de Glasgow?

Respuesta. Era la primera vez que estaba en una COP, con 28.000 personas tratando de comprometer al mundo, a los tomadores de decisiones, a los Gobiernos nacionales, a las corporaciones privadas de que tomen las decisiones que la ciencia les lleva 30 años diciendo que tienen que tomar. Los alcaldes somos los que sufrimos las consecuencias del cambio climático porque estamos próximos a la gente. El no compromiso del cambio climático lo pagan los ciudadanos más humildes con inundaciones, con pérdidas de sus cosechas, con incendios forestales. Por ejemplo, Bogotá declaró la emergencia climática el año pasado y se puso con inversiones concretas como descarbonizar el transporte. Como decía el alcalde de San José de Costa Rica, el mayor depredador es la pobreza y por tanto la mejor inversión ambiental es la inclusión social. Tener ciudades justas y verdes es clave para que cumplamos con las metas del cambio climático.

P. ¿De qué logros está más orgullosa en estos casi dos años al frente de la alcaldía?

R. Sin duda, de haber salvado vidas en la pandemia.

P. Usted se enfrentó a la estrategia del presidente Iván Duque

R. Me enfrenté al Gobierno que al principio dudó un poco sobre lo que era una decisión urgente como pedirle a la gente que cambiara sus hábitos de vida, que se quedara en casa, que usara el tapabocas y que nos dieran tiempo a alistar todo el sistema de salud pública para poderlos cuidar. La gente entendió y lo hizo.

P. ¿Qué otros proyectos ha puesto en marcha?

R. Hemos creado el sistema Salud Data de datos públicos, para que todos los ciudadanos vean qué estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo. También creamos el sistema de cuidado. La mitad de los trabajadores en Bogotá no tienen un fondo de pensiones ni seguro de enfermedad. ¿Quiénes hacen la labor de esos seguros? Las mujeres, que son la seguridad social de la informalidad. Alrededor de 1,2 millones en Bogotá han sacrificado su vida por cuidar de otros y no se puede construir una ciudad equitativa sin aliviar esa carga. Bogotá tiene supermanzanas del cuidado, que agrupan servicios sociales e infraestructuras para liberar a las mujeres y que puedan descansar y educarse. Y por tanto liberarlas de la violencia porque hay una estrecha relación entre dependencia económica, bajo nivel educativo y violencia contra las mujeres. Para los hombres hemos creado la escuela del cuidado y la Línea Calma, para que aprendan a expresar sus emociones sin creer que ponen en juego su masculinidad. De esto no existía nada y es más importante tener manzanas del cuidado que un millón de policías. Nuestra propuesta es construir una ciudad de proximidad, no de 15 minutos como en París cuya alcaldesa, Anne Hidalgo, nos ha inspirado y ayudado mucho para entender el concepto de esa ciudad de proximidad al trabajo, al cuidado. Las 45 manzanas nos aseguran que cualquier mujer en Bogotá está a un máximo de 30 minutos de una de ellas. Es una inversión de equidad y género y una inversión que, a largo plazo, estoy convencida, hará de Bogotá una ciudad más segura. Mi tercer logro es la transformación del sistema público de transporte. Cuando yo llegué al cargo había 425 autobuses eléctricos, hoy son 1.485. Es la flota eléctrica más grande de cualquier ciudad fuera de China. Todo esto a la par que la pandemia.

P. Bogotá tiene más kilómetros para el carril bici que Madrid, por ejemplo...

R. Tenemos 580 kilómetros de ciclorrutas. Cuando termine mi mandato en 2024, habrá 800 y en 10 habrá 1.000 como parte de nuestro plan de movilidad sostenible.

P. ¿No teme que la reactivación económica ponga en peligro estos planes?

R. Al contrario. Cuando el sector privado pierde recursos y capacidad de inversión, es el sector público el que tiene que entrar a liderar. Bogotá, por fortuna, ha tenido gobiernos transparentes y ha sido una tecnocracia decente. Tenemos muy buena situación financiera. Mientras que la deuda del Gobierno de Colombia equivale al 67% del PIB del país, la deuda de Bogotá equivale al 3% del PIB de la ciudad. No se han sacrificado los planes por la situación económica, sino al contrario. Se ha usado el plan de movilidad sostenible como parte de la reactivación económica y de la generación de empleo.

P. Se ha reunido estos días con alcaldesas como Anne Hidalgo, aspirante a la presidencia de Francia. ¿Lucharía por la presidencia de Colombia en un futuro?

R. No. Mi única aspiración en la vida es ser una buena alcaldesa. Soy la primera mujer, hija de una maestra, de una familia humilde, la mayor de seis hermanos, hecha a pulso, lesbiana además, que es elegida alcaldesa de Bogotá. Bajo ninguna circunstancia dejaría este cargo tirado por presentarme a otra elección. Para serle franca, esa expectativa de si esto va a darme protagonismo nacional y si después voy a ser candidata a la presidencia, me ha hecho más daño que beneficio porque me pone en el centro de una disputa política. ¿Por qué el año pasado en mitad de la pandemia me preguntaban si me iba a presentar a la presidencia? Podría haber renunciado, pero no lo hice y paso el plazo. Me zafé de ese tema y listo. La expectativa está para las siguientes [en 2026].

P. Colombia atraviesa un momento de gran polarización

R. Soy la única servidora pública que ha derrotado a las dos fuerzas políticas más importantes de Colombia. Al líder de la derecha, el expresidente Álvaro Uribe, y al de la izquierda, el exalcalde de Bogotá y ahora candidato a la presidencia, Gustavo Petro. Los tengo a ellos y a sus partidos en oposición contra mi Gobierno y eso me hace la vida un poquito difícil.

P. Ha sido criticada por señalar a los migrantes venezolanos y relacionar inseguridad y migración. ¿No teme crear xenofobia?

R. Fui malinterpretada y si hay algo de lo que soy consciente es que soy progresista. Lo hice con la intención de explicar una situación, pero es una de esas cosas que es mejor no decir porque se prestan a la polémica. Cuando me encontré a uno de esos 400.000 migrantes y me dijo: ‘Alcaldesa, le agradezco todo lo que hace por nosotros, pero créame soy una buena persona, no soy un delincuente’, ese día pensé: ‘Este señor no tendría por qué sentir que me debe esta explicación’.

P. Ha mostrado su apoyo a la Coalición por la Esperanza, que engloba al centro; para las elecciones de 2022.

R. No puedo hacer política, afortunadamente. Entré en política en 2014 porque creo que los ciudadanos tenemos que ser capaces de derrotar la guerra, el clientelismo y la pobreza en ese orden. Había que desmovilizar y desarmar a los armados. Ahora hay que derrotar a los corruptos. Creo que hay dos opciones de cambio en 2022, la opción que representa Petro es un cambio sin duda, pero creo que el centro progresista es también una opción de cambio, mucho más constructiva y menos polarizante. El populismo y la polarización destruyen la acción colectiva porque enseñan a los ciudadanos que hay otros ciudadanos que son sus enemigos, que en realidad no son ciudadanos, y que lo que toca es destruirlos y que, si los destruyes, ganas.

P. Petro parte como favorito en las encuestas. Le apoyó al final en la segunda vuelta de las presidenciales de 2018, pero ahora están enfrentados...

R. Tengo la misma posición hacia él que he tenido siempre. Trabajo en la construcción de una alternativa distinta al uribismo y al petrismo. Decidí construir la Alianza Verde, una fuerza constructiva de cambio, de centroizquierda. No creo en el populismo, no creo en el macartismo, no creo en la estigmatización, no creo en el mesianismo, no creo en los caudillos. Los caudillos son el culto a la personalidad y los populismos lo único que hacen es destruir las instituciones. Es Petro el que ha tenido una oposición más fuerte que la que ha tenido Uribe contra mí, pero es su decisión.

P. ¿Y el posuribismo?

R. Ojalá pase. Duque no tiene popularidad, pero tiene una enorme audacia, una gran habilidad. Claramente nadie se va a presentar como el candidato uribista…

P. ¿Cómo juzga estos cinco años transcurridos desde la firma de los acuerdos de paz con las FARC?

R. Con un poco de tristeza. Algo que debía unirnos nos dividió. Tal vez hacer el plebiscito en esos momentos fue un error. Siento que en estos años, en este último Gobierno que está dirigido por un pupilo de Uribe, nos quedamos un poco en el peor de los mundos. Hoy ni se construye paz en las zonas rurales para cumplirle a los campesinos que esperaban que llegara el Estado y tampoco hay seguridad democrática, que fue lo que impulsó Uribe, aunque tuvo desaciertos profundos como las violaciones a los derechos humanos. Hoy no tenemos ni seguridad democrática ni paz. Y mientras la Colombia rural no tenga paz, la urbana no tendrá seguridad. Ese es uno de los principales desafíos del próximo presidente.

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Sobre la firma

Cecilia Ballesteros
Redactora de Internacional. Antes, en la delegación de EL PAÍS América en México y miembro fundador de EL PAÍS Brasil en São Paulo. Redactora jefa de FOREIGN POLICY España, he trabajado en AFP en París y en los diarios El Sol y El Mundo. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Autora de “Queremos saber qué pasó con el periodismo”.

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