Scholz devuelve la sonrisa a la socialdemocracia: “La CDU debe ir a la oposición”
El candidato del SPD, vencedor en las elecciones, aspira a formar un tripartito con verdes y liberales, aunque Laschet no tira la toalla
Hace tiempo que la casa Willy Brandt, sede berlinesa del Partido Socialdemócrata (SPD), no vivía un día tan feliz. Un hombre y dos mujeres, cada uno con un ramo de flores en la mano, eran en la mañana de este lunes la imagen de la victoria. Olaf Scholz, vencedor por la mínima en las elecciones federales del día anterior, comparecía junto a Franziska Giffey y Manuela Schwesig, también ganadoras en los comicios del domingo en Berlín y en el pequeño Estado oriental de Mecklemburgo-Pomerania Occidental. El SPD tiene motivos para celebrar, pero eso no quiere decir que el camino hasta hacerse con el poder esté despejado.
Tras dos décadas de derrotas, Scholz reivindica ahora que los alemanes le han dado la confianza para formar un tripartito con Los Verdes y los liberales del FDP. “Los votantes han hablado con claridad. Han reforzado a los tres partidos y por lo tanto tenemos un mandato muy claro para que entre los tres construyamos el próximo Gobierno”, ha dicho el candidato del partido que el domingo obtuvo el 25,7% de los votos frente al 24,1% de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Armin Laschet. Es una diferencia pequeña, de menos de dos puntos. Pero estos resultados, asegura Scholz, envían el mensaje de que la CDU “debe ir a la oposición”.
Los socialdemócratas se sienten con la legitimidad para liderar el Gobierno por primera vez desde que en 2005 Gerhard Schröder perdiera —también por la mínima, en ese caso por solo ocho décimas— frente a una Angela Merkel que entonces parecía una líder débil que no duraría mucho. Pero la situación está lejos de haber acabado. Porque pese a que la CDU haya encajado los peores resultados de su historia, Laschet ha dejado claro que no piensa rendirse. Tiene motivos para ello. La salida del Gobierno supondría, muy probablemente, su muerte política.
No hay un plazo legal para formar Gobierno. Tras las elecciones de 2017, pasaron casi seis meses hasta que Merkel fue elegida canciller tras un tortuoso camino que le llevó primero a negociar con liberales y verdes y, tras el plantón de los primeros, con los socialdemócratas. Ahora, todos los líderes insisten en que las cosas tienen que ir más rápidas. Scholz pretende que la coalición esté cerrada antes de Navidad, pero nadie garantiza que vaya a ser así.
La batalla será dura. Y Scholz tiene de su parte la legitimidad de haber quedado primero y de haber subido cinco puntos su porcentaje de votos, frente al castigo inédito a la CDU de Laschet, que ha perdido casi nueve puntos. Pero la ley alemana es clara: será canciller quien tenga más diputados a su favor, y en ese juego entran los dos candidatos. No sería la primera vez que el jefe de Gobierno no procede del partido más votado. Ocurrió en tres ocasiones, entre los años sesenta y ochenta, cuando los liberales prefirieron apoyar a los socialdemócratas Willy Brandt y Helmut Schmidt frente a los candidatos de la CDU.
Comienza el cortejo
Precisamente a ese “exitoso” pasado de cooperación social-liberal con los cancilleres Brandt y Schmidt y a la experiencia de Gobierno con Los Verdes bajo Gerhard Schröder se ha referido este lunes Scholz para resaltar las bases negociadoras que ahora se abren. El hombre clave en esta pelea es Christian Lindner, líder de los liberales, en principio más cercano a la CDU. Lindner, que aspira a convertirse en ministro de Finanzas, insiste en que en ningún Gobierno en el que él participe habrá subidas de impuestos y que el control de las finanzas públicas será férreo.
Los Verdes resaltan, por su parte, que con ellos Alemania tiene que lograr la neutralidad climática en los próximos 20 años, lo que supondría adelantarse cinco años respecto al objetivo comprometido por el SPD. La formación ecologista acude a estas negociaciones con una dirección doble: Annalena Baerbock, que podría ser ministra de Exteriores, y Robert Habeck, que gana peso. Baerbock concurrió a las elecciones como candidata a canciller y obtuvo unos resultados muy buenos, pero por debajo de las expectativas. Habeck, que entonces se hizo a un lado para dejar paso a su compañera, siente que su momento ha llegado. Algunos medios ya lo sitúan como el próximo vicecanciller, el número dos del Gobierno alemán.
Scholz ha sido muy claro: los tres partidos pueden ponerse de acuerdo en ideas que suponen un avance para Alemania. Los ecologistas insistirán en los aspectos relacionados con el cambio climático y los liberales en la modernización del país.
Verdes y liberales han dejado claro que entran en las negociaciones con mucha fuerza. Y tanto Scholz como Laschet parecen dispuestos a darles lo que pidan con tal de conseguir su objetivo de llegar a la cancillería. Por ahora ambos han empezado un juego de seducción a sus posibles socios. Y cada uno achaca al otro haber maltratado a los liberales. Scholz ha recordado las experiencias negativas del FDP en negociaciones previas con la CDU. Y Laschet ha sacado a relucir las palabras de Norbert Walter-Bojans, copresidente del SPD, en las que denominaba la visión de la economía de los liberales como “vudú”.
Lindner, el ojo de todas las miradas, ha anunciado que primero hablará con Los Verdes y que solo después de que ellos se hayan puesto de acuerdo atenderán las llamadas del SPD y la CDU. Los dos pequeños partidos —ya no tan pequeños— saben que tienen la sartén por el mango y piensan exprimir al máximo ese poder.
Mientras, en la familia democristiana empieza la lucha por el poder. Dirigentes de los socialcristianos bávaros de la CSU y del partido hermano CDU han criticado en voz alta la campaña Laschet. Algunos dirigentes medios ya han pedido abiertamente su dimisión. Es muy probable que estas voces crezcan en los próximos días. El líder del partido es consciente de que tiene que lograr a toda costa convencer a verdes y liberales para elegirle a él como compañero de baile en lugar de a Scholz.
Todo esto acaba de empezar. El baile de sillas, de cargos y de negociaciones se va a alargar durante semanas. Scholz ha dicho que las negociaciones se llevarán con “pragmatismo y calma”. Los alemanes saben ya qué comida han pedido, pero desconocen cuál es el plato que van a recibir.
AfD, primera fuerza en dos Estados del este
El domingo fue un día extraño para los líderes del partido ultra Alternativa para Alemania (AfD). No se puede decir que fuera una buena noche: retrocedieron en porcentaje de votos (del 12,6% de hace cuatro años al 10,3%) y pasaron de tercera a quinta fuerza en el Bundestag, solo por delante de Die Linke. Pero, al mismo tiempo, lograron un resultado excepcional en el este de Alemania.
La formación ultraderechista ya obtuvo el primer puesto en 2017 en Sajonia. Ahora añade a la lista a Turingia, en ambos casos con un 24%. El partido quedó en segundo lugar en los Estados de Brandeburgo y Mecklemburgo-Pomerania Occidental. El porcentaje más alto lo obtuvo en la ciudad de Gorlitz, en Sajonia, con un 32,5%.
Estos resultados muestran que AfD pierde fuerza en la Alemania occidental, donde obtuvo un 8%, y se convierte cada vez más en una formación netamente del este del país, donde recogió el 16%.
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