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Turquía y Qatar negocian con los talibanes gestionar el aeropuerto de Kabul

El mayor punto de fricción es que Ankara exige desplegar su propio equipo de seguridad porque desconfía de la capacidad de los fundamentalistas tras el atentado de la semana pasada

Fuerzas de los talibanes aseguran el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de Kabul tras la retirada de las fuerzas estadounidenses este martes. En vídeo, los talibanes toman el aeropuerto tras la retirada.Vídeo: STRINGER / EFE / REUTERS-QUALITY
Andrés Mourenza

Con la salida del los últimos militares estadounidenses y la toma del aeropuerto de Kabul por parte de los talibanes, la pregunta es ¿quién gestionará ahora la infraestructura? El personal militar extranjero ha sido evacuado y parte de los expertos civiles locales han huido por miedo a las represalias del movimiento extremista ―que a su vez carece de personal cualificado― por lo que la gestión de la seguridad y la logística del aeródromo han quedado en el aire. De ahí que los talibanes negocien desde hace días quién se hará cargo del Aeropuerto Internacional de Kabul, clave para la llegada de ayuda y suministros dada la precaria situación del país centroasiático.

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“Hay conversaciones en marcha con los cataríes y los turcos sobre la gestión del aeropuerto”, explicó este martes el ministro de Exteriores galo, Jean-Yves Le Drian, la televisión France 2. El objetivo, dijo, es una reapertura que cumpla la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobada en la noche del lunes al martes con 13 votos a favor y la abstención de Rusia y China. El organismo de la ONU pidió que el aeropuerto abra de manera “rápida y segura” para permitir abandonar el país a aquellos que así lo deseen.

Durante el fin de semana, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, admitió que las negociaciones están en marcha: “Los talibanes nos han ofrecido operar el aeropuerto de Kabul. Todavía no hemos tomado una decisión sobre el asunto”. El principal motivo de duda, reconoció Erdogan, es la posibilidad de atentados como el cometido el pasado jueves por el grupo ISIS-K, que se cobró la vida de al menos 183 personas.

El ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, explicó que se están evaluando varias opciones y cuáles son “las necesidades en personal y equipamiento”. Lo dijo el domingo en una rueda de prensa junto a su homólogo alemán, Heiko Maas, con quien se reunió para tratar, entre otras cuestiones la situación en Afganistán. En los últimos días, el jefe de la diplomacia turca y el ministro de Defensa se han reunido por vía telemática con sus pares cataríes para avanzar en el tema del aeropuerto de Kabul.

Una de las cuestiones de fricción en la negociación es quién se hará cargo de la seguridad de esta infraestructura. Ya antes de la caída de Kabul, el Gobierno de Turquía había pactado con Estados Unidos que sus tropas se harían cargo de la seguridad del aeropuerto, pero la rápida evolución de los acontecimientos ha hecho cambiar de planes. Desde la entrada en Kabul de los fundamentalistas, los diplomáticos turcos ―que continúan en el país― se han reunido en repetidas ocasiones con ellos y han tratado de garantizar la continuidad del destacamento de unos 600 militares de las Fuerzas Armadas de Turquía desplegados en el aeródromo. Pero la dirección de los talibanes ha sido inflexible en su decisión de que todas las tropas extranjeras abandonen el país antes del 31 de agosto, así que los militares turcos fueron evacuados el pasado viernes.

“El pueblo turco y su Estado son nuestros amigos. Tenemos muchas razones para continuar con esta amistad”, dijo uno de los portavoces talibanes, Zabihullah Mujahid, en declaraciones a la agencia de noticias turca Anadolu este domingo: “Hemos mantenido conversaciones con Turquía. Les hemos asegurado que no habrá problemas de seguridad, que nosotros lidiaremos con esas necesidades una vez tomemos bajo control el aeropuerto”. “Nuestros combatientes y nuestras fuerzas especiales son capaces de controlar el aeropuerto y no necesitamos la ayuda de nadie para garantizar la seguridad y el control administrativo del aeropuerto de Kabul”, reiteró este lunes otro portavoz del grupo armado, Bilal Karimi, en declaraciones a la agencia France Presse

En cambio, Erdogan ha puesto en duda la capacidad de los extremistas afganos: “Cerca de 200 personas murieron cuando nadie lo esperaba, hay incluso talibanes entre los muertos. Veremos cuál es la postura de los talibanes respecto a ser un Estado y a cómo gestionar un Estado. […] ¿Cómo vamos a explicárselo al mundo si hay derramamiento de sangre cuando os hagáis cargo de la seguridad [del aeropuerto]?”.

Dos fuentes gubernamentales han confirmado a la agencia Reuters que Turquía no se hará cargo del aeropuerto a menos que se le permita contar con un amplio equipo de seguridad. Una solución que se propone es el despliegue de una compañía de seguridad privada formada por militares y policías turcos retirados. Esta fórmula también ha sido confirmada por sendas fuentes al medio Middle East Eye, que además asegura que la propuesta turca incluye el despliegue de miembros de las fuerzas especiales turcas, aunque sin uniforme y siempre y cuando nunca abandonen el perímetro del aeropuerto. Esta publicación arguye que, a cambio de que un consorcio turco-catarí opere el aeropuerto, Ankara debería reconocer oficialmente al nuevo régimen talibán como gobierno legítimo de Afganistán.

Aunque los talibanes han asegurado que quieren que se retomen los vuelos comerciales desde Kabul, restaurar su funcionamiento será complicado. Varias fuentes consultadas por France Presse afirman que, tras las operaciones de evacuación de las últimas semanas, la terminal está destrozada y que varias infraestructuras clave, incluyendo la torre de control y sus aparatos, han resultado dañados y deberán ser reparados antes de retomar los vuelos.

De hecho, la Administración Federal de Aviación estadounidense emitió el lunes una normativa en la que prohíbe a operadores, pilotos y aviones registrados en EE UU volar “a cualquier altitud sobre la mayoría de Afganistán”. De la prohibición queda excluido el extremo oriental del país, siempre que se sobrevuele a “elevada altitud”.

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