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Occidente eleva la presión contra el líder de Bielorrusia con nuevas sanciones

Lukashenko desafía a la UE al impulsar la inmigración ilegal y amenaza con permitir el tráfico de material radiactivo

El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, durante su comparecencia ante la prensa el 9 de agosto de 2021 en Minsk.
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, durante su comparecencia ante la prensa el 9 de agosto de 2021 en Minsk.Andrei Stasevich (AP)
Javier G. Cuesta

La presión sobre el régimen autoritario de Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia se intensifica en el aniversario de las masivas manifestaciones contra el fraude electoral del verano pasado. Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá anunciaron este lunes nuevas sanciones contra Minsk. Washington aprobó castigar, entre otros, al comité olímpico bielorruso por su trato a la atleta Kristsina Tsimanuskaia, que huyó a Polonia para evitar una vuelta forzosa a Minsk, y a empresas clave de la economía bielorrusa. Londres, por su parte, amplió sus sanciones a las aerolíneas bielorrusas, a ciertas transacciones financieras y a la adquisición de algunas de las principales exportaciones que controla el régimen, como son el petróleo, el potasio y los cigarrillos. El objetivo es “reducir la cifra de ingresos que fluyen al régimen de Lukashenko”. En un movimiento coordinado, Canadá también impuso nuevas trabas a la economía de Bielorrusia.

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También la Unión Europea amenaza con nuevas medidas contra Lukashenko por seguir “desafiando” las normas internacionales, ahora que se cumple un año de las “fraudulentas” elecciones con las que el líder autoritario se mantiene en el poder y ha desatado una ola de represión y persecución de la disidencia, según denunció en un comunicado el domingo el Alto Representante de la Política Exterior, Josep Borrell.

Varios socios de la UE denuncian que Minsk alienta la inmigración ilegal en sus territorios. Los Gobiernos de Polonia y Lituania pidieron ayuda a Bruselas la semana pasada para hacer frente a la avalancha de migrantes de Oriente Próximo que Bielorrusia ha permitido pasar a través de su frontera. Bruselas acusa a Minsk de instrumentalizar a personas originarias de Afganistán, Irak y Siria, entre otros países, con el fin de permitirles entrar sin control en la UE.

El ministro de Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, habla de una guerra híbrida contra la UE impulsada por Bielorrusia con el envío de 10.000 migrantes este verano y la inacción ante el tráfico de material radiactivo.

Las autoridades fronterizas de Letonia se sumaron este lunes a estas denuncias y el Gobierno abordará incluso la posibilidad de declarar el estado de emergencia. Solo durante la jornada de ayer, fueron detenidas 140 personas que cruzaban a Letonia desde Bielorrusia, indicó a la agencia Efe la comandante Kristine Petersone, responsable de comunicación de la Guardia de Fronteras. En los últimos cuatro días se detectaron 218 entradas irregulares, frente a los 278 registrados en todo el año.

Ante la creciente presión internacional, Lukashenko se mostró ayer desafiante en una rueda de prensa en la que amenazó con corta toda colaboración en la lucha contra el tráfico de material radiactivo. “Seguiremos trabajando en ello por ahora, pero les aviso: si cruzan mucho la línea roja no mantendremos ningún tipo de contacto”, advirtió el mandatario.

“Nos hemos visto forzados a reaccionar”, alegó ante las sucesivas rondas de sanciones por la represión contra los ciudadanos que protestan y la oposición. “¿A qué lleva esto? La inmigración ilegal es un ejemplo”, agregó en tono provocador.

Lukashenko, que ha declarado 2021 “año de la unidad nacional”, rechazó la persecución de disidentes fuera del país y acusó a la oposición de “inflar” sus denuncias. “¿Quién es [Vitali Shishov] para mí o para Bielorrusia en general?”, dijo sobre el disidente exiliado en Kiev que fue hallado ahorcado la pasada semana. “No era nadie para nosotros. ¿Qué loco en Bielorrusia lo atraparía y le ahorcaría allí salvo si hay una disputa? Es elemental, ahorcaron a uno, mañana será otro. ¿Por qué todo esto ocurre en Ucrania?”, afirmó ante las acusaciones de que podría haber sido una operación especial bielorrusa.

Lukashenko también despreció las masivas protestas de 2020, duramente reprimidas por las fuerzas policiales. “En torno a un 10% de la población no me ha votado nunca. Es gente para la que soy inaceptable desde los primeros comicios”, declaró antes de asegurar que muchos “son nacionalistas, gente que quiere independencia, sobre todo de Rusia. Y esto en el mejor de los casos. Su núcleo es de fascistas”. En otro momento de la conferencia de prensa, Lukashenko aseguró que su marcha del poder tendrá lugar “muy pronto” y que hay “15 o 20” personas que podrían sucederle. De hecho, avanzó que la primera fase de la redacción de una nueva ley fundamental ha concluido y que le gusta el modelo adoptado por la nueva constitución rusa. En concreto, un artículo que antepone su legislación nacional a las leyes internacionales, incluidas aquellas que afectan a los derechos humanos.

Minsk se ha apoyado en Moscú ante las sanciones internacionales y las negociaciones para una hipotética unión centraron parte de la rueda de prensa. “Cualquier integración es posible, pero sin perder ni el Estado ni la soberanía”, subrayó Lukashenko, al tiempo que aseguró que tanto él como el líder ruso, Vladímir Putin, tienen sobre la mesa decenas de hojas de ruta, pero descartan aquellas que tengan “connotaciones políticas”. De nuevo descartó una absorción formal de Bielorrusia por Rusia. La unidad económica también parece difícil por el dispar poder adquisitivo de sus ciudadanos. “¿Cómo podemos integrarnos si los precios del gas natural son dos o tres veces más bajos en Rusia que en Bielorrusia?”, argumentó. El secretismo de las negociaciones es una cuestión que preocupa a la oposición bielorrusa.

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