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El nuevo e incierto rumbo de Nayib Bukele en El Salvador

El mandatario sale reforzado de los comicios, aunque los analistas desconocen hacia dónde se dirige su modelo

Jacobo García
Nayib Bukele
Nayib Bukele, presidente de El Salvador, durante una comparecencia el pasado 17 de febrero en San Salvador.JOSE CABEZAS (Reuters)

El día después de la arrolladora victoria del partido de Nayib Bukele en las elecciones legislativas de El Salvador, la capital vivió un lunes como tantos otros: el mandatario tuiteando, las redes soliviantadas, periodistas denunciando las agresiones durante la cobertura de la jornada de votación y Doña Francisca Chávez, como cada mañana, cocinando pupusas de frijol al pie del volcán de San Salvador. La ira de las redes no llegó a las faldas de El Boquerón la mañana del lunes y la tranquilidad fue la nota dominante a pesar de los augurios violentos que presagiaban un tenso escrutinio de votos.

Pasada la resaca electoral, la gran incógnita es saber qué rumbo tomará Bukele, tanto en lo económico como en la polarización del país. Sus últimos tuits no indicaban nada que fuera a levantar el pie del acelerador, ya que colgó dos fotos de hace algunos años para restregar el error de su antiguo partido, el FMLN, cuando lo expulsó por unanimidad. Tres años después de aquellas fotos, la vieja formación de izquierdas fue humillada en las urnas al obtener el peor resultado de su historia frente al mejor obtenido nunca por un partido, y el mandatario no perdió la ocasión de recordárselo.

El día de su apabullante victoria, la única “personalidad” a la que atendió Nayib Bukele fue al famoso youtuber mexicano Luisito Comunica, invitado personal del mandatario al país centroamericano para una entrevista que verá la luz en los próximos días. Doña Meche se librará de todo ello porque ni siquiera tiene un smartphone y pertenece al 49% de la población que el domingo se quedó en casa y no votó a nadie. “La última vez voté al Frente (FMLN) pero no me gustan. No han hecho nada por nosotros. Espero que le vaya bien al presidente porque nos irá bien a nosotros”, dice palmeando tortillas de maíz, bajo el intenso sol centroamericano.

Contabilizado casi el 90% de los votos, los resultados confirman que Nuevas Ideas y el partido GANA, su socio de coalición, lograron la mayoría absoluta, lo que le permite abordar y controlar importantes instituciones como el Fiscal General, el Tribunal de Cuentas o la Corte Suprema. El tsunami azul celeste que barrió a los partidos tradicionales, la derecha de Arena y la izquierda del FMLN logró más diputados que nunca antes en la historia. Los 39 representantes que sacó la derecha de Arena en 1994, la cifra más alta conseguida hasta ahora, palidecieron ante los 53 que ganará Bukele si se confirman los resultados que aún deben someterse a un ajuste que durará algunos días para asignar los escaños definitivos. El apoyo al partido de Bukele también llegó a las alcaldías. Los candidatos de Nuevas Ideas ganaron en San Salvador, San Miguel y Santa Tecla, entre otras. Bukele celebró la victoria en Twitter colocando un vídeo de fuegos artificiales y escribió: “Nuestra gente ha esperado 40 años para esto”.

Para Rubén Zamora, un político de izquierdas que fue embajador de El Salvador en Estados Unidos y ante las Naciones Unidas, la apabullante victoria de Bukele, aunque esperada, es “inaudita“ en la historia moderna de El Salvador. Según Zamora, hay varios factores detrás de este resultado. “Por una parte la pandemia, que ha modificado las relaciones personales y políticas y ha permitido al Gobierno mantener una política de temor entre la población y de odio a la oposición. Otro factor importante fue el dinero y la desproporcionalidad entre los partidos. Mientras que Nuevas Ideas gastó 6,5 millones de dólares (5,4 millones de euros) en campañas publicitarias, Arena, el otro partido que más gastó, no llegó a un millón” señala el diplomático a EL PAÍS. “Y el tercer factor ha sido entender el papel del Estado al servicio del partido oficial”. Según Zamora, la campaña de Bukele costó unos 15 millones de dólares (12,4 millones de euros). “¿De dónde sacó los millones para la campaña?”, cuestiona.

En menos de dos años, el Gobierno de Bukele acumula varias acusaciones de corrupción, de nepotismo, oscurantismo en las cuentas públicas y de abusos a los Derechos Humanos. Paralelamente, la violencia de las pandillas ha descendido a mínimos históricos, ha encabezado una habilidosa gestión de la pandemia y ha regado de ayudas el país, que van desde bolsas de comida a computadoras para los niños.

Sin embargo, la tarde del domingo pareció un resumen concentrado de los últimos 20 meses. Bukele fue sancionado por saltarse el silencio electoral obligatorio para la jornada de votación y fustigó a periodistas y magistrados del Tribunal Electoral desde el atril de la presidencia. Acto seguido, se dio un baño de masas frente a la urna cuando acudió a votar y la multitud enloqueció intentando acercarse a él.

Para José María Tojeira, exrector de la Universidad Centroamericana (UCA), el auge de Bukele se apoya ”en el hartazgo a los partidos tradicionales” salidos de la guerra, y describe a Bukele como “un empresario liberal, pragmático y con tintes populistas” ante el que habrá que estar muy atentos por la deriva autoritaria que puede tomar, dice a EL PAÍS en su despacho de la universidad.

Según Eduardo Escobar, director de la ONG Acción Ciudadana, con los actuales resultados El Salvador pierde “ese freno al ejercicio del poder desde el legislativo cuando se excede la legalidad o constitucionalidad, [y] que frena cualquier intento de abuso, cualquier acto arbitrario que el ejecutivo quiera cometer “. “Profundizaría el autoritarismo del Gobierno que encabeza Bukele”, dijo Escobar, a la agencia AP.

Por su parte, Zamora prevé que en los próximos años haya un despertar de la sociedad civil canalizada a través de nuevos partidos que potenciarán un hundimiento aún mayor de las formaciones tradicionales”, explica el exembajador.

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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