Conte se encomienda al transfuguismo para sobrevivir
El primer ministro italiano deberá sumar a un nuevo grupo de senadores a su proyecto político, más frágil que nunca, o dimitir para abrir una crisis formal
El martes por la noche Italia ofreció un espectáculo en el Senado insólito, incluso para la agitada vida política del país. Hubo transfuguismo institucional invocado a la luz del día por el primer ministro. También expulsiones del partido en directo —Forza Italia se cargó a dos de sus parlamentarios fugados mientas Antonio Tajani comentaba la jugada en televisión—, peleas y hasta una insólita revisión de las cámaras de seguridad para comprobar si dos de los votos llegados in extremis a favor de Conte lo hicieron en el tiempo reglamentario.
“Ciampollilo”, gritó la presidenta del Senado llamando a uno de los parlamentarios rezagados. Él y Riccardo Nencini, líder de la carcasa vacía del extinto Partido Socialista Italiano, recibirán estos días alguna contraprestación (que obligará al Ejecutivo a aumentar sus cargos). Algunos de los tránsfugas, incluso empezaron ya a reclamarla ayer. El problema es que, pese al sainete en el Senado, el Ejecutivo sigue sin tener mayoría absoluta.
La ley y la Constitución recuerdan que Italia no se encuentra formalmente en crisis. Para ello el primer ministro Conte, que sigue conservando su popularidad en los sondeos, debería dimitir. Y no piensa hacerlo. Pero la mayoría simple obtenida el martes no permitirá avanzar más allá de algunos días, quizá dos semanas. Las comisiones parlamentarias son en Italia imposibles de superar sin una mayoría absoluta y la inestabilidad del país no recomienda una aventura de este tipo. Por eso Conte se reunió durante toda la mañana con sus aliados de Gobierno (el Movimiento 5 Estrellas, el Partido Democrático y Libres e Iguales) y expuso su estrategia para ampliar el perímetro de la mayoría. Para seguir sumando tránsfugas a un nuevo engendro parlamentario que pueda sustituir a Italia Viva, el partido de Renzi. Para ello llegó incluso a prometer una reforma de la ley electoral para favorecer a los partidos pequeños.
Conte se trasladó por la tarde al Palacio del Quirinal para dar cuenta al presidente de la República de la situación, que no tuvo más remedio que darle luz verde. Y eso que Mattarella, que comenzó amenazando a Renzi con convocar elecciones si se abría la crisis, ha cedido varias yardas en su lucha por evitar esta situación. La reunión fue definida como “interlocución” y duró 50 minutos.
La realidad señala que casi nadie quiere hoy unas elecciones en Italia. El Palacio del Quirinial las desaconseja, los partidos de la mayoría, con toda probabilidad, pasarían a la oposición. La formación de Renzi desparecería y Salvini, el mejor situado en las encuestas, podría perder mucho terreno respecto a su socia y competidora, Giorgia Meloni (Hermanos de Italia), quizá la única verdaderamente interesada en unos comicios. Pero la tormenta desatada está ya fuera de control y nadie sabe exactamente qué sucederá si el primer ministro no logra ejecutar el plan que ayer por la tarde expuso a Mattarella.
Conte es un superviviente. Ha sido capaz de gobernar con la ultraderecha y con los socialdemócratas. El martes criticó el populismo y el soberanismo, pero hace algo más de un año se declaró uno de sus exponentes. El primer ministro puede fotografiarse con los decretos xenófobos de Salvini contra la inmigración que él mismo firmó, pero también defender el discurso contrario y promover su abolición un par de años después. Muchos dicen que es un perfecto herdero de los democristianos. “Pero el grado de oportunismo escapa incluso a la lógica centrista de la mejor tradición de la DC”, apunta un destacado dirigente del Movimeinto 5 Estrellas, el partido que le propuso como primer mnistro en 2018. Aún así, un plan empieza a emerger.
Italia carece de partidos de centro desde que el proyecto de Silvio Berlusconi al frente de Forza Italia comenzó a desmoronarse. Conte quiere convencer a varios senadores para que apoyen a la coalición y se constituyan bajo unas siglas determinadas en un grupo parlamentario. Ese sería, sin embargo, el embrión de una futura formación que sostendría al Ejecutivo, con miembros de partidos tan alejados como Forza Italia, el Partido Socialista Italiano o expulsados del Movimiento 5 Estrellas. ¿Extraño? En la mayoría de países europeos quizá sí, pero Italia ha pasado ya por experiencias similares. La última vez fue Denis Verdini, un ex diputado de Forza Italia que salió del partido y formó un nuevo engendró que apoyó, precisamente, al Gobierno de Renzi. Nadie debería extrañarse si Conte logra sobrevivir de nuevo.
Objetivo: llegar al semestre blanco
Giuseppe Conte ha puesto en marcha un plan para lograr convencer a un puñado de senadores más para que se sumen a lo que el martes ya traicionaron a sus partidos para darle el apoyo en el Senado. El invento parece demaisado forzado para gobernar hasta final de legislatura (2023). Pero el horizonte para sobrevivir es otro: el 3 de agosto de 2021. Ese día comienza el semestre blanco, los seis meses previos a la elección del nuevo presidente de la República. Un periodo en el que no se pueden disolver las cámaras y el Ejecutivo queda blindado.
El artefacto que logre formar Conte estos días debería solo resistir otros seis meses para llegar de una pieza a una fecha clave para Italia. La elección del nuevo jefe de Estado, prevista para finales de enero, configura la mayoría de dinámicas políticas de los siguientes siete años. Alcanzar ese momento con una mayoría parlamentaria sólida y una alianza de Gobierno es crucial. Por eso, tanto el PD como el Movimiento 5 Estrellas —que prometió que jamás participaría en los tejemanejes de la vieja política— mirarán hacia otro lado estos días.
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