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“Estamos al inicio de un largo proceso”

La frustración por los resultados de la Primavera Árabe no ha acabado con los sueños de libertad

Decenas de mujeres participan en una manifestación, el pasado 13 de febrero en Bagdad.
Decenas de mujeres participan en una manifestación, el pasado 13 de febrero en Bagdad.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)

“Si hubiera sabido que iba a morir medio millón de personas, no me hubiera manifestado”, admite un sirio que pide el anonimato. Con 28 años participó en las protestas y hoy vive en el exilio, mientras su país ha quedado destrozado por la guerra civil. Otros que salieron entonces a la calle encuentran, sin embargo, motivos de esperanza. “A largo plazo, será positivo”, afirma D. A., un profesor de 36 años que, a pesar de la represión, optó por quedarse en Siria. La frustración por el éxito de la ola revolucionaria no ha acabado con los sueños de libertad que durante mucho tiempo se negaron a los árabes. Estos son algunos testimonios.

EGIPTO

“El país va de mal en peor”

Radwan Mazen.
Radwan Mazen.

La revolución sorprendió a Rawan Mazen, una mujer de El Cairo que pide hablar bajo seudónimo, poco después de alcanzar la mayoría de edad. Sus dos hermanos se unieron al levantamiento popular contra la dictadura egipcia en la icónica plaza de Tahrir desde el primer día, y ella hizo lo propio la mañana del 11 de febrero de 2011 tras escribir una carta a modo de testamento. “Por primera vez, vi a muchos soldados, francotiradores y tanques. Era una escena aterradora, pero nuestro propósito era increíble”, evoca ahora, con 28 años, esta profesora. Unas horas más tarde, el dictador Hosni Mubarak (fallecido el pasado febrero) se vio forzado a dimitir por las protestas. “Fue el momento más feliz de mi vida. Todo el mundo estaba extremadamente feliz. Por primera vez sentí que respiraba libertad”, asegura, recordando que durante las elecciones que se celebraron después recuperó el “orgullo de ser egipcia”.

Desde el golpe de Estado del hoy presidente Abdelfatá al Sisi contra Mohamed Morsi en 2013, Rawan considera que la situación en el país va de mal en peor. “No hay libertad, ni democracia, ni una vida humana”, lamenta la mujer, que critica la decadencia moral de muchos de sus compatriotas en el contexto actual. “Somos tratados como siervos en nuestro país, no tenemos derechos y el Gobierno nos lo ha arrebatado todo”.

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SIRIA

“La idea de cambio sigue en la mente de todos”

Anas Joudeh
Anas Joudeh

“Sí, participé en el sueño de 2011, como todos mis amigos; apoyábamos el movimiento. Lo que más recuerdo es el deseo de cambio, las nuevas ideas. Ese nuevo ambiente al que no estábamos acostumbrados ni en Siria ni en nuestra sociedad, en el que la gente empezaba a hablar, a decir queremos esto y lo otro, el ansia de libertad, de derechos, etc. Fue un momento único. Te sentías humano de nuevo”, rememora Anas Joudeh, de 46 años, y abogado que dirige el Movimiento por una Sociedad Civil y vive en Siria.

Después de 10 años, casi nos encontramos en el lado opuesto. La idea de cambio sigue en la mente de todos, aunque no tiene que coincidir con los eslóganes de la Primavera Árabe. Rechazamos tanto el islam político como los regímenes totalitarios”, afirma.

“Estamos al inicio de un largo proceso. Las revueltas fueron solo el principio. Depende de las sociedades encontrar el mejor modo de alcanzar el cambio porque no podemos importar un modelo, tenemos que elaborarlo por nosotros mismos. Lo importante es que mantenemos el espíritu, pero ahora es más difícil porque la mayoría silenciosa, la clase media, tiene miedo de cualquiera que habla de cambio. Así que hablamos más de la capacidad de la gente de ser parte de la toma de decisiones, de contribuir a mejorar su vida y la de los demás, y de salvar la estructura del Estado porque al final es la garantía para cualquiera que busca su identidad”.

YEMEN

“No logramos nuestros objetivos”

Abdo Saad Saad.
Abdo Saad Saad.

“Recuerdo el entusiasmo que todos compartíamos, el deseo común de un futuro mejor, y la unidad de los partidos políticos, que en la actualidad luchan entre ellos; también a los mártires que dieron su vida para lograr los objetivos de la revolución. Participé en las manifestaciones porque sentía que era un deber nacional y moral, también por lograr la libertad, la justicia y la igualdad, y por mi ambición de alcanzar una vida digna y un futuro próspero”, evoca Abdo Saad Saad, un maestro que ahora tiene 42 años. “Esperaba acabar con el régimen del dictador, el dominio de la familia gobernante sobre el Estado y la influencia de los jeques tribales en los asuntos de gobierno, elecciones libres y democráticas, mejorar la situación económica, el fin de la corrupción y un nuevo Gobierno que garantizara Sanidad y Educación para todos”, continúa.

“Me siento arrepentido porque no logramos nuestros objetivos, y las circunstancias facilitaron los disturbios y la violencia que sirvieron de excusa para la intervención [militar] de la coalición [liderada por Arabia Saudí]. La guerra desatada por esta ha destruido el país, agudizado la crisis económica, el hambre y la pobreza, además de matar a miles de civiles y causar varios millones de desplazados. Fue un error incluir a los representantes del antiguo régimen en la transición”. J. M. / Saná

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