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El silencio presidencial y Medina Mora

López Obrador evita explicar las causas graves que orillaron al ministro a renunciar al Supremo en octubre pasado

Luis Pablo Beauregard
El presidente López Obrador, durante la conferencia de prensa del martes.
El presidente López Obrador, durante la conferencia de prensa del martes. Mario Guzmán (EFE)

Una gran duda pende aún sobre el Gobierno de López Obrador. La renuncia del ministro Eduardo Medina Mora, en octubre pasado, sigue siendo el mayor escándalo que ha sacudido a la Suprema Corte de Justicia en décadas. Después de tres meses, sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta qué orilló al juez constitucional a abandonar el cargo de 15 años para el que fue elegido con el apoyo del PRI y el PAN. Este silencio se ha llenado de conjeturas, especulaciones y rumores. A este mutis se ha sumado también el poder Ejecutivo, que ha evitado informar con claridad sobre el tema a pesar de que la Constitución señala claramente que un juez del Supremo solo puede renunciar por “causas graves”.

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Al texto del artículo 98 de la Constitución se suma un nuevo mandato que hace todavía más complejo el aprieto en el que se hallan los poderes Ejecutivo y Judicial. En noviembre, el abogado Daniel Torres Checa pidió al instituto de transparencia mexicano, el INAI, conocer las razones con las que Medina Mora justificó a la presidencia las supuestas causas graves que lo llevaron a dejar la corte. El juez había sido señalado, meses atrás, por haber recibido depósitos millonarios en sus cuentas personales, una información que él desmintió. La petición de información de Torres Checa buscaba la cadena de memorandos y comunicados oficiales que dejaban el rastro burocrático del escándalo provocado por la renuncia. Presidencia informó al abogado que no existen tales documentos.

El letrado se inconformó con la respuesta. Y el pleno del INAI revisó el caso. Esta semana ordenó a la oficina presidencial demostrar los elementos con los que Medina Mora defendió su salida. Los consejeros de transparencia concluyeron que debió de existir una comunicación suficiente que dio forma a la decisión. ¿En qué basan la creencia? En las pistas que el propio López Obrador dio el 4 de octubre, un día después de recibir una escueta carta de 70 palabras con la que el juez le comunicó su renuncia. En aquella comparecencia ante los periodistas, el presidente consideró que Medina Mora quiso “atender denuncias presentadas… en manos de la Fiscalía General”. El mandatario incluso dijo que no sabía si era “una o dos” las denuncias.

Este martes, la vocería de la presidencia repartió nuevamente entre los periodistas la carta de octubre de Medina Mora. Se presume, de momento, que esa será la única explicación disponible de la primera renuncia de un ministro desde 1994. Medina Mora justificó su salida únicamente “con fundamento en el artículo 98” de la Constitución. Este miércoles, el presidente volvió a ser cuestionado por los periodistas sobre el origen de la renuncia. López Obrador volvió a hablar de la suficiencia de la lacónica carta. Añadió que no conoció las causas graves, pero que se reunió con el presidente del poder judicial, Arturo Zaldívar, para tocar el tema. “Estaba, vamos a decir, abierta una investigación en cuanto a acusaciones de traslado de recursos, para no decirlo de otra manera... yo creo que eso es lo que lo lleva a él (Medina Mora) a presentar la renuncia”, ha dicho el mandatario. La Fiscalía, añadió, sigue adelante con estas investigaciones. 

Si en verdad no existe una comunicación oficial, un dilema se presenta. ¿Aceptó López Obrador la renuncia sin conocer las causas de gravedad? ¿O conoció los motivos y evita darlos a conocer? La respuesta a la primera pregunta sería una violación a la Constitución. La segunda dejaría entrever las presiones de un poder sobre otro. Estas son conjeturas y especulaciones alimentadas, hasta hoy, por el silencio presidencial.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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