El hombre fuerte de Libia acepta el alto el fuego propuesto por Rusia y Turquía
El Gobierno de Unión Nacional se suma al cese de la violencia respaldado por el caudillo del este del país, el mariscal Jalifa Hafter
El Este y el Oeste de Libia, las dos partes enfrentadas desde hace nueve meses, han aceptado este sábado el alto el fuego propuesto el miércoles por el presidente ruso Vladímir Putin y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan. Primero lo asumió desde Trípoli el Gobierno de Unidad Nacional, respaldado por la ONU, y después, lo aceptó el llamado Ejército de Liberación Nacional, bajo las órdenes del hombre fuerte del este de Libia, el mariscal Jalifa Hafter, de 76 años.
El papel cada vez más decisivo que está jugando Rusia en Libia ahora ha quedado patente. El mariscal llevaba desde abril intentando tomar Trípoli. La guerra se había estancado en un punto muerto, con más de 1.500 víctimas mortales y sin que Hafter avanzase en su objetivo de tomar la capital. Pero desde hace varios meses Hafter contó con la ayuda de mercenarios rusos. Y el pasado 6 de enero pudo conquistar el bastión de Sirte, puesto estratégico de vital importancia en el norte del país.
Días antes, Erdogan había conseguido que el Parlamento turco aprobase el envío de soldados regulares a Libia. Bastó un acuerdo entre Erdogan y Putin para que Hafter y el Gobierno de Trípoli —pero sobre todo, Hafter, que era quien se oponía al alto el fuego— aceptaran lo que el resto de la comunidad internacional no pudo lograr.
La Unión Europea ha quedado fuera de juego en este reparto de fichas en el tablero libio. La canciller alemana, Angela Merkel, lleva varios meses intentando convocar junto a la ONU un encuentro en Alemania de las partes enfrentadas. Merkel se reunió con Putin el sábado en Moscú y el presidente ruso declaró que la conferencia que promueve Alemania sería un "paso en la buena dirección". Pero el principal paso, que es el cese de las hostilidades, solo se ha dado bajo la presión de Putin y Erdogan. Resta por ver qué contrapartidas diplomáticas, económicas y estratégicas pueden sacar Ankara y Moscú de su implicación en el conflicto.
Turquía y el Gobierno de Unidad basado en Trípoli firmaron a finales de noviembre dos acuerdos clave. Por un lado, Erdogan anunció el envío de soldados regulares para apoyar al Gobierno libio. Y por otro, Turquía logró una nueva demarcación de las fronteras marítimas de sus zonas económicas exclusivas. Ese nuevo diseño de fronteras, no reconocido ni por la Unión Europea ni por la ONU, permitiría a Turquía emprender exploraciones en busca de hidrocarburos en aguas pertenecientes a Grecia y a Chipre. Como protesta ante el acuerdo, el Gobierno griego ha expulsado de Atenas al embajador libio. Grecia recibió todo el respaldo de la Unión Europea.
La Unión Europea también se muestra dividida respecto al conflicto libio. Mientras Italia apoya al Gobierno de Unidad, Francia ha apoyado a Hafter en misiones puntuales. Los principales aliados del mariscal Hafter han sido Egipto y Emiratos Árabes Unidos. El Gobierno de Unidad Nacional ha recibido sus principales ayudas de Qatar y, sobre todo, Turquía.
El enviado especial de la ONU para Libia, Ghassan Salamé (Líbano, 1951), se ha quejado en numerosas ocasiones de lo difícil que es conseguir un alto el fuego mientras potencias extranjeras contribuyen a romper el embargo de armas decretado por la ONU en Libia en 2011.
Ahora queda por ver también cuánto puede durar un alto el fuego que en teoría entró en vigor a primeras horas de la madrugada del domingo. Ya desde las primeras horas, ambas partes acusaban a sus enemigos de haber roto el acuerdo. El comandante del este Al-Mabrouk Al-Gazawi declaró en palabras recogidas por la agencia Reuters: “Las milicias [del Gobierno de Unidad Nacional] han violado la tregua en más de un frente de batalla con todo tipo de armas”. Por su parte, el Gobierno de Unidad también dijo haber grabado “ataques de milicias” pertenecientes al bando de Hafter.
Será difícil mantener el alto el fuego en un país donde ambos bandos se nutren de varias milicias y de mercenarios extranjeros. En el Este hay mercenarios de Sudán y de Rusia y en el oeste, mercenarios sirios que gozan del apoyo de Turquía. Respecto a la presencia rusa, Putin sigue el guion que ya estableció en el conflicto de Ucrania, que es negar cualquier implicación del Estado: "Si hay ciudadanos rusos allá, no representan los intereses del Estado ruso y no reciben dinero del Estado ruso", declaró esta semana.
Fayez el Serraj, el primer ministro del Gobierno de Unidad libio, viajó el domingo por la tarde a Estambul para reunirse con Erdogan. Apenas habían pasado 24 horas desde el inicio del alto el fuego y ya se habían denunciado decenas de violaciones desde ambas partes en conflicto. Mientras varias embajadas de Occidente celebraban el acuerdo, la tregua parece extremadamente frágil. Lo único que parece haber ganado en fuerza y solidez es el papel que desempeñan Turquía y Rusia en Libia frente a la escasa influencia de Estados Unidos y la Unión Europea.
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