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Von der Leyen y Johnson se dan una última oportunidad para pactar el post-Brexit

La presidenta de la Comisión y el primer ministro británico acuerdan “hacer un esfuerzo adicional” para intentar llegar a un acuerdo y reanudar los contactos este domingo en Bruselas

Boris Johnson y Ursula von der Leyen, al inicio de su reunión en Londres el pasado enero.
Boris Johnson y Ursula von der Leyen, al inicio de su reunión en Londres el pasado enero.HENRY NICHOLLS (Reuters)

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Boris Johnson, han decidido este sábado darse una nueva oportunidad, probablemente la última, para llegar a un acuerdo sobre la relación comercial entre la UE y el Reino Unido después del Brexit. Von der Leyen y Johnson han mantenido una conversación telefónica de urgencia después de que el viernes encallasen las negociaciones en Londres. Tras la llamada, de casi una hora de duración, ambos mandatarios han señalado en un comunicado conjunto: “Aun reconociendo la seriedad de nuestras diferencias, hemos acordado que nuestros equipos negociadores hagan un nuevo esfuerzo para evaluar si se pueden resolver”. Los contactos se reanudarán este domingo en Bruselas.

El negociador jefe europeo, Michel Barnier, y el británico, David Frost, pactaron el viernes en Londres una pausa ante la imposibilidad de seguir avanzando y a la espera de recibir instrucciones de sus respectivos liderazgos. El tiempo se agota a solo cuatro semanas de que el 31 de diciembre expire el período transitorio iniciado tras la salida del Reino Unido de la UE el pasado 31 de enero.

El telefonazo entre Bruselas y Londres permitirá que Barnier y Frost retomen los contactos, aun a sabiendas de que el tiempo para llegar a un acuerdo es muy escaso. El 31 de diciembre expira el período transitorio del Brexit, que ha mantenido intacta la aplicación de las normas europeas en el Reino Unido y ha permitido el tráfico de bienes, servicios y pasajeros con total normalidad. Pero el próximo 1 de enero podrían producirse graves perturbaciones, sobre todo en el tránsito de mercancías, si no se logra un acuerdo comercial que regule la relación.

El proyecto del tratado comercial está redactado y asumido por las dos partes en su práctica totalidad. Pero continúan las profundas divergencias sobre las normas para garantizar una competencial leal del Reino Unido en el mercado europeo, el sistema de control y castigo de las posibles infracciones y el acceso de la flota pesquera a los caladeros británicos. Los tres puntos se identificaron hace meses como los últimos escollos. Pero ninguna de las dos partes se da por satisfecha con las ofertas del otro lado.

“Las dos partes subrayamos que no es posible un acuerdo si no se resuelven esos tres puntos”, han señalado Von der Leyen y Johnson en su comunicado conjunto. Ambos líderes han quedado en volver a hablar el lunes por la noche, tras otras 48 horas de negociación de los equipos de Barnier y Frost.

El plazo que se han dado es significativo porque el próximo lunes el Gobierno de Johnson tiene previsto dar el impulso definitivo en la Cámara de los Comunes a la llamada ley de mercado interior, un proyecto legislativo que, según Bruselas, viola flagrantemente los términos del acuerdo de salida de la UE en cuanto a la relación entre Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte. La UE considera esa ley como una declaración de guerra diplomática y señal clara de que Londres no estaría dispuesto a una relación comercial fiable a partir del 1 de enero. La tramitación de la ley podría frustrar las negociaciones o enturbiarlas hasta el punto de hacer imposible el acuerdo.

El riesgo de ruptura brusca a final de año alimenta ya los reproches mutuos. Londres acusa a la parte europea, en particular a Francia, de haber endurecido las exigencias en la recta final de las negociaciones. Bruselas asegura que el Gobierno británico ha desperdiciado varios meses sin involucrarse a fondo en la negociación y solo en el tramo final, a partir del 22 de octubre, ha empezado a buscar el acuerdo con cierto ahínco.

Las negociaciones se intensificaron durante noviembre, pero tropezaron con la pandemia, porque un caso de covid-19 en el lado europeo obligó a Barnier y a buena parte de su equipo a guardar cuarentena. Cumplido el período de aislamiento, el francés y sus más estrechos colaboradores regresaron el pasado domingo a la capital británica, donde han permanecido una semana en la que se han registrado ciertos avances pero no suficientes.

En algunas capitales europeas, con París a la cabeza, cundió la alarma ante el riesgo de que el equipo europeo hiciese demasiadas concesiones en aras del acuerdo. El viernes, el Gobierno de Emmanuel Macron invocó la amenaza de veto en caso de que el texto traspasase alguna línea roja en cuanto a los mecanismos para evitar la posible competencia desleal de las empresas británicas y sobre el acceso de la flota europea a aguas del Reino Unido en unas condiciones lo más cercanas posible a la situación actual. Al final de la jornada, los negociadores se dieron por vencidos y anunciaron una pausa a la espera de instrucciones. Barnier y su equipo regresaban este sábado a la capital comunitaria para informar a Von der Leyen sobre la última hora y las dificultades para llegar a un acuerdo.

El tiempo disponible para lograrlo es escaso porque el posible pacto tendría que ser aceptado por las 27 capitales y ratificado tanto por el Parlamento Europeo como por el británico. Unos trámites que amenazan con no llegar a tiempo si el texto definitivo del futuro tratado comercial no se cierra en cuestión de días. La Eurocámara está dispuesta a celebrar una sesión plenaria extraordinaria a finales de mes (probablemente el día 28) para pronunciarse sobre el acuerdo. Pero reclama tiempo suficiente para someterlo a un escrutinio adecuado.

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