Las municipales de Brasil suponen un test a las alianzas contra Bolsonaro
La principal baza del presidente es el alcalde de Río, que naufraga en las encuestas ante una coalición que suma de la derecha a la ultraizquierda
Las alcaldías de São Paulo y Río de Janeiro, las dos mayores ciudades de Brasil, son el plato fuerte de la segunda vuelta de las municipales que 60 ciudades celebran este domingo. La primera vuelta, el 15 de noviembre, supuso un revés para el presidente Jair Bolsonaro y la victoria de la derecha tradicional. Aunque son comicios que se deciden sobre todo por dinámicas locales, permitirán también atisbar el potencial de las alianzas contra Bolsonaro —los pronósticos para sus candidatos son malos— y si la izquierda intensifica el avance que le otorgan las encuestas en São Paulo hasta dar la sorpresa y ganar la alcaldía de la ciudad más rica del país.
Aunque con poca repercusión mediática, la violencia ha golpeado con fuerza la campaña. Unos 200 candidatos han sido asesinados, heridos o víctimas de un intento de matarlos, según el Tribunal Superior Electoral.
A Bolsonaro le ha salido el tiro por la culata en su estrategia de despreciar la gravedad del coronavirus, que ha matado a 172.000 brasileños, y culpar a gobernadores y alcaldes de los estragos económicos de la pandemia. El presidente parecía confiar en que los millones de reales del dinero público que ha entregado a los brasileños más pobres bastaría para que los candidatos señalados por él triunfaran. No fue así en la primera vuelta y, según las encuestas, tampoco será en la segunda. Esta semana, coincidiendo con un aumento de hospitalizaciones por la covid, llegó a acusar a la prensa de inventarse la declaración que se ha convertido en la síntesis de su gestión de la pandemia, la de que el coronavirus es “como una gripecilla”, palabras que pronunció en un discurso al país en marzo.
En estos comicios “vemos un enfriamiento de la extrema derecha, un fortalecimiento de una derecha tradicional, una mayor pluralidad en la izquierda”, resume la politóloga Flavia Bozza Martins, de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Añade que en plena crisis sanitaria, el electorado ha apostado por políticos con experiencia en gestión y ha castigado las candidaturas antisistema o de outsiders.
Bolsonaro apoyó en la primera vuelta de las municipales a un puñado candidatos repartidos por diversas siglas porque él lleva tiempo sin partido. Dos pasaron a la segunda vuelta. Esos dos apadrinados son su opción para salvar el honor en estos comicios. Su principal baza es el pastor evangélico Marcelo Crivella, que aspira a ser reelegido alcalde de Río de Janeiro, feudo político del presidente y la segunda ciudad de Brasil.
Pero al mal desempeño de Crivella en la primera vuelta se ha sumado un frente amplio de casi todos los demás contra él, que ha terminado de hundirlo en las encuestas. Crivella ronda el 30% de intención de voto frente al 70% de Eduardo Paes, según información de Datafolha de este viernes. Casi todo el arco político, desde la derecha tradicional hasta la extrema izquierda, ha pedido el voto para Paes con tal de derrotar a un alcalde que encarna el ultraconservadurismo y genera un gran rechazo.
El apoyo a Paes es entusiasta en algunos casos. Otros votarán por él tapándose la nariz. Porque al que fuera alcalde de Río de Janeiro en los años del Mundial y los Juegos Olímpicos le rondan las sospechas de corrupción, aunque nunca ha sido formalmente acusado. Apasionado del Carnaval, sus partidarios destacan las mejoras en el transporte como lo mejor de su gestión (2009-2017).
También en Fortaleza se ha creado un gran frente contra el candidato señalado por el presidente, el policía militar Wagner Souza, empeñado ahora en desvincularse de Bolsonaro. Allí la alianza se ha forjado en torno al hombre del clan político que manda en la región, la familia del izquierdista Ciro Gomes. Le saca 20 puntos al capitán Wagner.
La batalla más reñida es la de São Paulo, donde Bolsonaro no logró colocar a su candidato en segunda vuelta. El duelo es entre el alcalde, Bruno Covas, de centro derecha, y el izquierdista Guilherme Boulos, un activista y profesor que sorprendió al pasar a segunda vuelta y que desde entonces ha ido subiendo hasta colocarse a ocho puntos del regidor. Por si al pulso le faltara intriga, Boulos dio positivo de coronavirus el viernes, con lo que se ha suspendido el último debate y está en cuarentena. El candidato ha dado un formidable impulso al pequeño Partido Socialismo y Libertad (PSOL), una escisión nacida del flanco izquierdo del Partido de los Trabajadores.
“No quiero celebrar el gol antes de tiempo, pero creo que estamos en un periodo de pasiones menos desatadas, donde aumenta la racionalidad, la escucha, el espacio para las propuestas de Gobierno, para el debate, eso que toda democracia requiere”, dice la politóloga Martins. “¿Se mantendrá para (las presidenciales de) 2022? No se sabe”.
La mejor baza que tiene del PT para salvar su honor, tras el mal resultado en la primera vuelta, está en Recife. Es también la disputa electoral que atrae más curiosidad porque enfrenta a dos primos, herederos de un clan político. La petista Marília Arraes y João Campos están en empate técnico.
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