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Bruselas reclama más concesiones a Pekín para un pacto de inversiones

El presidente del Consejo Europeo pide una misión de observadores independientes en la región de Xinjiang

Lluís Pellicer
La canciller alemana, Angela Merkel, este lunes tras la reunión entre los líderes de la UE y China.
La canciller alemana, Angela Merkel, este lunes tras la reunión entre los líderes de la UE y China.MICHELE TANTUSSI (Reuters)

La UE ha elevado este lunes la presión sobre China para obtener más concesiones que permitan cerrar un acuerdo de inversiones, clave para las empresas europeas. Sin embargo, la reunión entre líderes de ambos bloques ha vuelto a poner de manifiesto las diferencias existentes, que van del ámbito comercial al político. Bruselas ha expresado sus “preocupaciones” en el terreno de los derechos humanos y ha pedido una misión de observadores independientes en la región de Xinjiang.

Bruselas trata de hacer valer su condición de potencia comercial para cerrar un acuerdo sobre inversiones cuyas negociaciones arrancaron hace siete años. En este tiempo, el músculo económico y comercial chino no ha hecho sino crecer, convirtiéndose en un gran socio inversor, pero también en un rival de primer orden.

Bruselas quiere cambiar las reglas y “reequilibrar” las relaciones entre ambos bloques, entre otras cosas, para que las empresas chinas no lleguen dopadas con capital público a Europa y compitan con una enorme ventaja, mientras que las compañías comunitarias solo hallan trabas que les impiden operar el gigante asiático.

Los líderes europeos por fin hablaron de avances en las negociaciones tras la reunión que mantuvieron el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la canciller alemana, Angela Merkel con el presidente chino, Xi Jinping. Sin embargo, los tres anduvieron con pies de plomo para hablar de esos progresos. Pekín sigue resistiéndose a abrir todo su mercado, en particular el tecnológico, a las compañías europeas. Y la UE insiste en corregir toda asimetría. “Europa es un jugador, no un campo de juego”, ha recordado Michel.

En el reparto de papeles entre los tres líderes, a Von der Leyen le ha tocado dar cuenta sobre los avances en el acuerdo de inversiones. La alemana detalló que están prácticamente cerrados capítulos como el de la transferencia tecnológica o los subsidios, pero todavía queda mucho trecho para hallar ese equilibrio en las relaciones comerciales que busca la UE. “China debe convencernos de que vale la pena tener un acuerdo de inversión”, ha advertido Von der Leyen.

Merkel, que tiene la presidencia de turno de la UE, ha dicho que habían “presionado” a Xi para cerrar pronto un acuerdo. Y este, acuciado por los encontronazos con Estados Unidos, lanzó el mensaje de que está interesado en acelerar los trabajos para ese pacto. “Hay voluntad política por ambas partes”, ha agregado la canciller alemana.

“Preocupación” por Hong Kong

Sin embargo, Von der Leyen ha resaltado que se trata de una cuestión de “sustancia” más que de “tiempo”. En plata: el acuerdo podría cerrarse en breve, puesto que todos los asuntos están ya sobre la mesa. Basta con que Pekín se decida a derribar las barreras de entrada a empresas europeas y corrija el “exceso de capacidad” en sectores como el aluminio y el acero.

El tiempo, además, puede jugar en contra de ese pacto. Los encontronazos entre ambas partes no han hecho sino crecer en los últimos meses. Michel volvió a desgranar todos los desencuentros que siguen generando “graves preocupaciones” entre los Veintisiete.

Como ya hiciera el pasado mes de junio, Bruselas desaprobó la ley de seguridad nacional para Hong Kong. “La UE y nuestros Estados miembros han respondido con una sola voz clara. Se deben escuchar las voces democráticas en Hong Kong, proteger los derechos y preservar la autonomía. Exhortamos a China a cumplir sus promesas al pueblo de Hong Kong y a la comunidad internacional”, ha sostenido Michel tras la reunión.

Pero ese no es el único quebradero de cabeza para la UE. El presidente del Consejo Europeo también ha citado “el trato de China a las minorías en Xinjiang y el Tíbet”, a activistas en favor de los derechos humanos y a periodistas. Michel ha reclamado a Xi que permita una misión de observadores independientes a la región de Xinjiang y la “liberación” del ciudadano sueco Gui Minhai y de dos canadienses “detenidos arbitrariamente”. China, sin embargo, solo se comprometió a aceptar seguir discutiendo esos asuntos en Pekín a finales de año.

Bruselas sigue tratando que China, que consume la mitad del carbón que se emplea en todo el mundo, asuma mayores estándares medioambientales. “Ha quedado claro que China asume el acuerdo de París”, se ha felicitado Merkel, quien ha añadido que “se trata ahora de preparar la conferencia de Glasgow [de Naciones Unidas]”. Allí, la UE pondrá de largo sus nuevos objetivos de cara a 2030, que se espera que sean de una reducción de las emisiones del 55%. Y espera que otros países, también China, den otro paso adelante.

La UE busca restaurar las relaciones con EE UU

Las tensiones con Estados Unidos han llevado a China a ansiar un acuerdo de inversiones que ancle sus relaciones con la UE. Esa es la lectura que fuentes comunitarias realizan de los avances logrados con Pekín. Sin embargo, el bloque comunitario no quiere cambiar a un socio por otro. El vicepresidente ejecutivo, Valdis Dombrovskis —a quien se le ha asignado la cartera de Comercio— se estrenó en sus responsabilidades recordando que una de sus “principales prioridades” en caso de ser confirmado por el Parlamento Europeo será “solventar disputas existentes, restaurar un impulso positivo y un relato positivo a las relaciones transatlánticas”.

Sin embargo, Bruselas no espera cerrar de forma inmediata nuevos “miniacuerdos” comerciales con Estados Unidos, como el que alcanzó el pasado mes de agosto para reducir los aranceles a un pequeño número de productos. Aun así, Valdis Dombrovskis destacó que a pesar de que ese pacto fue relativamente pequeño, sí fue políticamente relevante.


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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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