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Las superelecciones que marcarán el otoño italiano

Los ciudadanos de siete regiones están llamados a las urnas y todo el país votará también en un referéndum constitucional para aprobar el recorte de un tercio de parlamentarios

Daniel Verdú
Los líderes de la coalición de derechas, en un mitin este fin de semana. De izquierda a derecha: Antonio Tajani (Forza Italia), Giorgia Meloni (Hermanos de Italia) y Matteo Salvini (La Liga).
Los líderes de la coalición de derechas, en un mitin este fin de semana. De izquierda a derecha: Antonio Tajani (Forza Italia), Giorgia Meloni (Hermanos de Italia) y Matteo Salvini (La Liga).Tenagli Piero/IPA/ABACA (GTRES)

Italia vuelve a poner las urnas en medio de una larga pandemia en la que se sumergió antes que ningún otro país europeo. Los próximos días 20 y 21 se votará en siete regiones y se decidirá también en un referéndum nacional si se aplica un gran recorte en el número de parlamentarios de las dos Cámaras. Ocho elecciones decisivas para medir las fuerzas de los dos bloques que actualmente se disputan la hegemonía ideológica y parlamentaria del país. Pero también para calibrar la longevidad del Gobierno que preside Giuseppe Conte con el apoyo del Movimiento 5 Estrellas (M5S), el Partido Democrático (PD) e Italia Viva (el partido de Matteo Renzi).

La decisión no es menor. En las siete regiones (la jornada electoral se repartirá entre el domingo y el lunes para evitar aglomeraciones en los colegios) se aclarará también en qué manos se pondrá la administración de gran parte de los 200.000 millones de euros asignados a Italia del Fondo de Recuperación Europeo para paliar los efectos de la crisis provocada por la covid-19. Más allá de los resultados, la organización de unas elecciones a escala nacional en estos momentos supone un reto mayúsculo para el país.

Siete regiones en liza. Los comicios regionales (Liguria, Véneto, Toscana, Las Marcas, Valle D’Aosta, Campania y Apulia) aportarán una valiosa foto fija de la guerra política en curso. Siete millones y medio de personas están llamadas a las urnas. Actualmente el autodenominado centroderecha gobierna en 13 regiones y el centroizquierda, en seis. Una diferencia abismal a menudo usada por el primer bloque para cuestionar la legitimidad del Gobierno. Una desventaja que todo indica que podría aumentar.

La fotografía, sin embargo, no es tan nítida para la derecha. Las cosas no han ido bien para Matteo Salvini en los últimos tiempos, acosado por una caída de popularidad y varios escándalos judiciales. Los sondeos señalan que ha perdido más de diez puntos desde el comienzo de la pandemia y que esta nueva fecha electoral marcará definitivamente sus posibilidades reales de hacer caer el Ejecutivo de Conte antes del fin de la legislatura en 2023. El líder de la Liga sigue encabezando el bloque de la oposición y la coalición que forman los partidos de derecha (Liga, Hermanos de Italia y Forza Italia). Pero los problemas pueden llegar también en clave interna, aunque dependerá en gran medida del resultado.

El enorme crecimiento de Giorgia Meloni, la líder de Hermanos de Italia (HI), amenaza el liderazgo de Salvini dentro de la coalición. La política romana ha logrado colocar a dos de sus hombres de confianza como candidatos en dos regiones: Apulia y Las Marcas. Ambos tienen enormes posibilidades de hacerse con una victoria que materializaría el crecimiento de Hermanos de Italia y subrayaría lo que empieza a ser un escollo para la coexistencia de las fuerzas de derecha (los sondeos separan solo en unos seis puntos a la Liga y HI). La situación sería más tensa todavía si las cosas no fueran del todo bien en una de las regiones donde el líder de la Liga tiene colocados sus peones: Toscana.

La amenaza a la derecha. La gran apuesta de Salvini para esta región, históricamente controlada por la izquierda, es la candidata Susanna Ceccardi. Una joven de perfil agresivo (33 años), rápida en la comunicación y curtida en la televisión y las redes sociales. Un reclamo para los votantes desencantados de una región gobernada siempre por unas mismas siglas que han ido mutando hacia el centro ideológico desde que se empezaron a celebrar elecciones regionales en Italia en 1971.

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Toscana cuenta con muescas en su revolver como ser el lugar donde se fundó el Partido Comunista Italiano (Livorno) hace casi un siglo. Los sondeos advierten de una batalla extremadamente igualada que podría incluso decidirse en una segunda vuelta (así lo permite la ley electoral toscana).

La caída de esta región supondría un batacazo enorme para el PD, que la convirtió en su ejemplo de gestión y buenas prácticas, especialmente durante los tiempos en los que Matteo Renzi ostentó el liderazgo del partido (fue también alcalde de Florencia) y le sirvió como plataforma para llegar a la Presidencia del Consejo de Ministros. Nicola Zingaretti, actual secretario general de la formación socialdemócrata, estará obligado a plantearse su continuidad al frente de la formación si el resultado es negativo y el Gobierno quedaría muy tocado ante un mapa de Italia prácticamente cubierto por las siglas de los partidos de la oposición.

Un bumerán en Véneto. Salvini empieza a tener también algunos enemigos dentro de su propio partido y una de las victorias, la que más asegurada está, puede representar un regalo envenenado. Luca Zaia, gobernador del Véneto, está a un paso de conseguir un resultado histórico en la región que preside desde hace ocho años. Representante de las esencias de la vieja Liga Norte, ha cosechado un enorme éxito en su gestión, especialmente afrontando los meses de la pandemia.

La división es ya pública. Incluso en hombres de confianza como su exjefe de gabinete, Giancarlo Giorgetti. Muchos en el partido, aunque nadie se atreva a manifestarlo en público, ven en Zaia el remplazo ideal de un Salvini en horas bajas y algo alejado de las bases de la formación en el norte. “A menos que consiga la victoria en Toscana, el resto de alegrías en otras regiones pueden convertirse en un bumerán para él”, explica el politólogo Roberto D’Alimonte.

Una victoria con más del 70% de los votos, como auguran los sondeos, reforzaría la idea en el partido de que Zaia, un hombre muy alejado en la manera de hacer política de Salvini, sería una opción perfecta para recuperar el terreno perdido en los últimos meses.

Sin bajar del autocar. Más allá del Véneto, otras regiones parecen ya decididas de antemano. Las Marcas, actualmente presidida por el socialdemócrata Luca Ceriscioli, pasará a manos con toda probabilidad al candidato de la derecha posfascista de Hermanos de Italia, Francesco Acquaroli. Toda una victoria para Giorgia Meloni. Más al sur, Campania, la región que abraza a Nápoles, seguirá gobernada por el excéntrico Vincenzo De Luca, independiente vinculado al centroizquierda. La partida, en suma, se decidirá en las dos únicas regiones en verdadera disputa: Apulia y Toscana.

La consulta, una bandera política del Movimiento 5 Estrellas

Los mismos días en los que se elegirá el nuevo Gobierno de siete regiones de Italia, los ciudadanos de todo el país deberán también pronunciarse sobre un posible recorte del número de parlamentarios. La iniciativa, una de las banderas políticas del M5S, supone una modificación constitucional que teóricamente permitiría aligerar los gastos de las dos Cámaras y aumentar el control sobre los representantes. Muchos constitucionalistas apuntan a que la supresión de un tercio de los parlamentarios representa un primer paso hacia el fin del bicameralismo perfecto —que tanto dificulta la toma de decisiones en Italia— porque en realidad escondería la voluntad de reducir poco a poco poderes al Senado, algo que Renzi intentó sin éxito antes de su caída.

Hasta la fecha, la victoria del sí se daba por descontada en los sondeos. Limitar gastos y terminar con los supuestos privilegios que otorgan las Cámaras no suscitaba debate. Pero en los últimos días las mismas encuestas han advertido de un aumento notable de ciudadanos que prefieren mantener el número de parlamentarios actuales porque consideran que no supondrá ningún ahorro y, sobre todo, porque no quieren conceder esa victoria al M5S. Tal y como sucedió en 2017 cuando Renzi tuvo que dimitir, la votación ha vuelto a convertirse en una oportunidad para los ciudadanos para manifestar su disconformidad con otros asuntos más allá de lo que las papeletas señalan.

La reforma prevé reducir los escaños en la Cámara de Diputados de 630 a 400. Y en el Senado de 315 a 200. Hoy hay un diputado por cada 96.000 habitantes y un senador por cada 188.000. Con la reforma se reduciría esa representación, pero Italia permanecería en la media europea.

 

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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