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Activistas del Rif alzan su voz en las cárceles de Marruecos

Nasser Zafzafi, el símbolo de las protestas de Alhucemas, y otros seis presos rifeños concluyen una huelga de hambre de una veintena de días en la que reclamaban su reagrupamiento en Nador

Los padres de Naser Zafzafi muestran en abril de 2019 la habitación de su hijo en Alhucemas, con retratos de Naser, del líder independentista rifeño Abdelkrim el Jatabi, y una bandera amazigh.
Los padres de Naser Zafzafi muestran en abril de 2019 la habitación de su hijo en Alhucemas, con retratos de Naser, del líder independentista rifeño Abdelkrim el Jatabi, y una bandera amazigh.F. P.
Francisco Peregil

Ahmed Zafzafi, jubilado rifeño de 77 años, tenía listo en su casa de Alhucemas un sudario de cinco metros y medio de tela blanca para envolver el cadáver de su hijo Nasser Zafzafi, de 40 años. Y otro para amortajar a Nabil Ahamjik, compañero de huelga de hambre de su hijo. Ambos se encuentran en la cárcel de Fez. Ahmed contaba los días que llevan ambos sin comer: 21 cumplieron el jueves, cuando este diario contactó con el padre del preso. Y, 25 días este lunes, cuando, a media tarde, el padre reconocía sentirse muy mal: “Los lunes es cuando hablamos con Nasser. Pero hoy no he podido contactar con mi hijo. No sé si se lo han llevado a un hospital fuera de la cárcel o sí ha muerto”. Horas después, Ahmed Zafzafi, se enteró de que su hijo y sus compañeros habían desconvocado la huelga. “Pedían que los reagrupen en la cárcel de Seluán, en Nador, que está a solo hora y media de Alhucemas. Y, al parecer, les han prometido que lo harán”, señaló más tarde Ahmed Zafzafi.

Los siete presos rifeños que han puesto fin a la huelga de hambre están condenados a entre 15 y 20 años. A los dos de Fez, Zafzafi y Ahamjik, se sumaron tres en Guercif y dos en Nador.

Las protestas del Rif, iniciadas a finales de 2016, fueron aplastadas en 2017. Cientos de activistas fueron encarcelados y otros tantos jóvenes rifeños optaron por emigrar a Europa. Pero la herida continuó abierta. El rey Mohamed VI ha ido concediendo desde julio de 2017 cuatro oleadas de indultos a los presos del Rif, que llegaron a sumar más de medio millar en las cárceles marroquíes. El último de ellos lo otorgó el pasado 29 de julio, con motivo de la Fiesta del Trono, que conmemora su llegada a la jefatura de Estado en 1999. Ese día, 22 activistas recuperaron la libertad. Pero aún quedaron otros 23 encarcelados. Estos son los que sufrieron las condenas más duras; entre ellos se encuentra Nasser Zafzafi y seis presos con penas de hasta 20 años de cárcel.

“Mi hijo”, indicó Ahmed Zafzafi a este diario el jueves, “prefiere morir antes que salir de la cárcel como un cobarde. Nasser y el resto de los seis compañeros piden que los reagrupen en la cárcel de Nador. Y también piden que los pongan en libertad, porque no han cometido ningún crimen. Pero para que los indulten las autoridades marroquíes ellos tienen que pedir perdón antes y asumir que son culpables. ¿Culpable de qué? ¿De las torturas que ha sufrido mi hijo? ¿De haber estado 15 meses aislado en una celda de la cárcel de Casablanca?”.

Mohamed Majjaoui, de 49 años, fue uno de los 22 activistas rifeños indultados por el rey Mohamed VI el 29 de julio. Majjaoui había sido condenado a cinco años, de los cuales pasó en prisión tres años, dos meses y dos días. Se encontraba en una cárcel de Tánger junto a otros 14 presos del Hirak y fueron indultados todos menos uno: Mohamed Yelul.

“En Tánger se ha quedado solo nuestro compañero Mohamed Yelul. Cuando hablo con su madre… qué pena. Durante tres años y tres meses, ella venía y volvía junto al resto de mujeres que nos visitaba. Ahora tendrá que ir sola a Tánger. Me dijo: ‘no tengo las piernas para irme a Tánger sola otra vez”, señala Majjaoui.

Las protestas del Rif surgieron en noviembre de 2016, tras la muerte del vendedor ambulante Mouhcine Fikri, quien falleció triturado dentro de un camión de la basura cuando intentó recuperar la mercancía que le acaba de confiscar la policía. Aquella muerte abrió viejas heridas en Alhucemas, el municipio de 60.000 habitantes que se convirtió en el corazón de las protestas rifeñas.

Cientos de jóvenes comenzaron a reclamar mejores condiciones de vida. En las protestas nació un líder que no tenía ni estudios universitarios ni experiencia política, pero cuando cogía el micrófono arrancaba los aplausos más fuertes. En mayo de 2017 Zafzafi fue detenido. Y detrás de él acabaron en la cárcel otros cientos. Varios presos, como Zafzafi, fueron condenados a 20 años por atentar contra “la seguridad interior del Estado”. Desde entonces ha iniciado al menos cinco huelgas de hambre.

Apoyo en Alhucemas

Mohamed Majjaoui dice que conoce a cada uno de los 23 que aún quedan en la cárcel. “Todos ellos merecen la libertad. De momento es preciso que los acerquen a Alhucemas. Sabemos que en la cárcel de Nador hay sitio, porque tenemos allí a dos chavales de nuestro grupo. Eran críos cuando los detuvieron. Uno tenía 18 años y el otro 19. Y han sido condenados a 10 y 15 años. Entre los siete que fueron condenados a 20 años la mayoría son chavales de 19 años. ¿Qué cosa tan grave han hecho para merecer 20 años de condena? Uno que está en Alhucemas se llama Hassan Barba y es un crío, apenas pesa 55 kilos”.

Después de tres años, dos meses y dos días en la cárcel, Mohamed Majjaoui dice que encuentra Alhucemas casi igual que antes. “Se han hecho algunas mejoras de infraestructura. Pero lo que necesita esta ciudad es trabajo y eso está igual que siempre, no se ha hecho nada. Y muchos de ellos se han ido. El que pudo cruzó hacia España. Y otros se han ido a ciudades como Tetuán o Tánger”.

Majjaoui asegura que, a pesar de la pandemia, ha notado el apoyo de la gente en Alhucemas. “Está todo el mundo con nosotros, con los presos del Hirak. Todos. Podría llamar a todas las puertas de una en una. Desde los niños, la gente de cinco o seis años, que vienen para abrazarte. Todos han creído en un futuro mejor que los podía llevar el Hirak. Han creído en nosotros. La reconciliación entre el Estado y esta zona tiene que llegar después de la libertad de nuestros presos políticos. Que sintamos que ya estamos hablando en el buen camino”.

Khadija Ryadi, activista fundadora de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), cree que las autoridades practican una “política de venganza”. “Los presos políticos del Rif han demostrado un alto nivel de resiliencia. El poder quiere degradarlos y romper su resistencia. Nosotros, como AMDH, reivindicamos la liberación inmediata sin condiciones de los detenidos del Hirak del Rif y de todos los detenidos de opinión en Marruecos”, concluye.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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