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La junta militar libera al expresidente de Malí

Los golpistas aceptan que Keita salga del país hacia Abu Dabi para seguir un tratamiento médico

José Naranjo
Ibrahim Boubacar Keita, el pasado 30 de junio en Nuakchot (Mauritania).
Ibrahim Boubacar Keita, el pasado 30 de junio en Nuakchot (Mauritania).LUDOVIC MARIN (AFP)

El expresidente de Malí Ibrahim Boubacar Keita (IBK), depuesto la semana pasada por un golpe de estado militar y quien se encontraba hasta ahora retenido en el cuartel de Kati, a las afueras de Bamako, fue liberado la pasada noche y se encuentra ya en su residencia privada en el barrio de Sebenikoro. Así lo han confirmado fuentes de la junta militar que gobierna el país desde el pasado 18 de agosto y familiares del propio Keita, quien permanece “bajo vigilancia”.

La liberación de IBK era una de las condiciones fijadas por todos los organismos internacionales como la primera medida que debían adoptar los militares golpistas. Por otra parte, estos habían anunciado que no pretendían mantenerlo retenido mucho tiempo y que lo hacían “por su propia seguridad”. Massa Doumbia, portavoz del autodenominado Consejo Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP) que agrupa a los coroneles golpistas, ha añadido este jueves que el ex primer ministro Boubou Cissé también sería liberado en breve plazo.

El expresidente Keita, que en ningún momento sufrió maltrato físico por parte de sus captores, ha anunciado su intención de viajar a Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos) para seguir un tratamiento médico, algo que comunicó a las distintas delegaciones que acudieron a verle en la última semana, tanto de la ONU como de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao). Los militares no se han opuesto a que IBK lleve a cabo este viaje.

El paso de los militares de liberar a Keita, una vez que tienen todas las garantías de que no habrá ningún intento de reponerlo en el cargo, es un avance más en la negociación que mantiene la Junta con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) y que, en este momento, gira sobre tres ejes: el reconocimiento del nuevo status quo y la retirada de las sanciones económicas; la duración del periodo de transición hasta que se celebren elecciones; y, finalmente, el perfil y la identidad de la persona que debe liderar el proceso.

Las negociaciones avanzan al ritmo previsto por las partes. Los militares plantearon un primer escenario a la sudanesa, con un consejo nacional de transición integrado por civiles y militares y presidido por uno de ellos para un periodo de tres años. A la Cedeao le parece que se trata de un plazo muy largo y puso sobre la mesa la opción de un solo año y que el nuevo presidente interino del país debía ser un civil o un militar retirado. La Junta redujo su exigencia a dos años y aún no se ha producido un acuerdo al respecto.

Este viernes está previsto que se celebre una nueva cumbre de la Cedeao en la que los jefes de Estado discutirán por videoconferencia sobre los detalles de la negociación, que por su parte está siendo conducida por el expresidente nigeriano Goodluck Jonathan y por parte del CNSP por el coronel Assimi Goita, nuevo hombre fuerte en Malí, y sus colaboradores.

Una de las principales inquietudes que flotan en el ambiente es la inseguridad. En 2012, grupos rebeldes y yihadistas aprovecharon el vacío de poder generado por el último golpe de Estado que sufrió el país para ocupar todo el norte, llegando incluso a proclamar su independencia bajo el nombre de Azawad. Por ello, los militares malienses se apresuraron a garantizar la continuidad de sus compromisos con Francia, el G5 del Sahel y Naciones Unidas, que por su parte avalaron el mantenimiento de sus misiones en el país. Sólo la Unión Europea ha suspendido temporalmente su formación al Ejército maliense, que se lleva a cabo en la base de Koulikoro.

Esta semana, representantes del movimiento político y ciudadano 5 de junio-Agrupación de Fuerzas Patrióticas (5J-RFP), la heterogénea alianza que con sus manifestaciones de protesta puso contra las cuerdas al expresidente IBK, volvieron a manifestar su total respaldo al golpe de Estado y se ofrecieron a la junta militar para ocupar puestos de responsabilidad en el consejo de transición.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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