Netanyahu amaga con forzar las cuartas elecciones en año y medio
El primer ministro maniobra para aferrarse al poder entre múltiples crisis: pandemia descontrolada, otra oleada de violencia en Gaza y crecientes protestas en la calle
Sobre Israel planean los nubarrones de una tormenta perfecta de crisis coincidentes. El Consejo de Ministros no se reunió el domingo en Jerusalén al inicio de la semana laboral en Oriente Próximo. Las desavenencias entre el primer ministro, el conservador Benjamín Netanyahu, y su socio de coalición y titular de Defensa, Benny Gantz, bordean la ruptura ante el bloqueo de los presupuestos para 2020, aún pendientes. Si antes de la medianoche del lunes no se vota una ley para prorrogar su aprobación, la convocatoria de elecciones legislativas, las cuartas en año y medio, se producirá de forma automática para noviembre.
La Kneset (Parlamento) no había conseguido desatascar un principio de acuerdo en la noche del domingo, pese al anuncio de Netanyahu de que se había alcanzado un entendimiento para eludir los comicios. En todo caso, se trata de un parche legal para aplazar 100 días el desenlace de la crisis política. Al primer ministro, un nuevo llamamiento a las urnas le exoneraría del compromiso de tener que ceder el timón del Gobierno a Gantz, y le permitiría seguir afrontando su juicio por tres casos de corrupción amparado en el blindaje legal que le otorga el poder.
Aunque las encuestas de intención de voto sitúan en cabeza al derechista Likud, el partido de Netanyahu volvería a quedar lejos de configurar una mayoría en el arco conservador de la Kneset. Sin contar con la moción de censura que la oposición amenaza con presentar en la Cámara para apearle del poder, el adelanto electoral se presenta arriesgado para sus intereses en medio de los frentes de la tempestad de inestabilidad que sacude Israel. Estos son los principales:
Pandemia y economía descontroladas
Las autoridades sanitarias estudian también la imposición de medidas de confinamiento general el mes que viene, coincidiendo con las fiestas religiosas que se suceden a partir del Año Nuevo judío. La decisión parece inevitable si se mantiene la media diaria de 1.400 personas diagnosticadas la semana pasada como portadoras del coronavirus en Israel, un país que ronda los nueve millones de habitantes. En una quincena de ciudades —entre ellas, Jerusalén— han sido marcadas “zonas rojas” con restricciones que suelen coincidir con distritos de las minorías árabe (20% de la población) y ultraortodoxa judía (12%). El confinamiento total en primavera hundió la economía, que se desplomó un 28% durante el segundo trimestre y que ha pasado de una tasa de paro del 4% en febrero al 21% en julio. El ambiente preelectoral que se respira en la Kneset no ha calado entre la ciudadanía.
Escalada en Gaza
Desde hace cerca de dos semanas, el lanzamiento de globos incendiarios o explosivos y algunos cohetes desde la franja de Gaza y los cada vez más contundentes bombardeos nocturnos de represalia israelíes hacen temer una escalada bélica descontrolada. A pesar de que se ha mantenido a salvo de la pandemia gracias al aislamiento, la desesperada situación económica de sus dos millones de habitantes es el caldo de cultivo para un nuevo conflicto. La única central eléctrica de la Franja ha dejado de funcionar ante la falta de combustible después de que el Ejército cerrara la frontera la semana pasada. En las poblaciones israelíes próximas al territorio palestino, las sirenas de alarma que alertan del lanzamiento de proyectiles acallan la tentación de un nuevo llamamiento a las urnas.
Marchas anticorrupción
Más de 10.000 personas se manifestaron en la noche del sábado ante la residencia oficial de Netanyahu en Jerusalén para exigir su renuncia tras haber sido encausado por soborno, fraude y abuso de poder. La protesta ciudadana contra la corrupción se han extendido por todo el país desde hace un mes, con una dimensión sin precedentes desde la revuelta social de 2011. La polarización ha emergido en choques con contramanifestaciones de partidarios del primer ministro. La exasperación de algunos ha desencadenado enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que el sábado detuvieron a 30 personas en Jerusalén entre escenas de tensión.
Vuelco geoestratégico
Por si no bastaran las complejidades domésticas, viaja además a Israel el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, una decena de días después del acuerdo de normalización de relaciones con Emiratos Árabes Unidos apadrinado por Washington. Como único paso visible dado por la Administración de Donald Trump en el “acuerdo del siglo”, su polémico plan para Oriente Próximo, Pompeo busca ampliarlo ahora a otros países árabes. La gira regional que inicia en Jerusalén, no obstante, pretende en particular reforzar junto a países aliados el endurecimiento de las sanciones a Irán tras el fiasco sufrido en Naciones Unidas por la diplomacia estadounidense.
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