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La controvertida presa del Nilo empieza a llenarse de agua

Etiopía alega que es por las obras y las intensas lluvias caídas en las últimas semanas, mientras que Egipto exige una “aclaración urgente”

José Naranjo
Imagen de satélite de la Gran Presa del Renacimiento Etíope tomada el pasado domingo en la que se aprecia cómo el agua está siendo retenida.
Imagen de satélite de la Gran Presa del Renacimiento Etíope tomada el pasado domingo en la que se aprecia cómo el agua está siendo retenida.HANDOUT (Reuters)

La polémica Gran Presa del Renacimiento, situada en el curso del Nilo Azul, ha comenzado a retener una gran cantidad de agua, según ha confirmado este miércoles el ministro de Aguas y Energía, Seleshi Bekele, después de que se publicaran imágenes de satélite que lo corroboran. Dada la situación, el Gobierno egipcio había exigido a Etiopía una “aclaración urgente” al respecto. El ministro ha asegurado que se trata de una “fase natural” de la construcción de esta infraestructura y ha matizado posteriormente en su cuenta de Twitter que obedece a las lluvias, que han producido una gran acumulación de agua en las últimas semanas. Sin embargo, el Ejecutivo sudanés asegura que el caudal del río ha descendido en unos 90 millones de metros cúbicos diarios. Esta mega infraestructura enfrenta a Etiopía y Egipto, pues mientras Adís Abeba lo considera indispensable para su suministro energético y su desarrollo, El Cairo teme que una reducción del caudal impacte drásticamente sobre su abastecimiento de agua.

“La construcción de la presa y su llenado van de la mano”, ha declarado este miércoles Bekele en la televisión pública. Con estas palabras, el ministro etíope de Aguas ha reconocido en un primer momento el comienzo del llenado, algo que posteriormente ha atribuido a las intensas lluvias de las últimas semanas.

Justo este martes, se dieron por concluidas sin llegar a ningún acuerdo las negociaciones auspiciadas por la Unión Africana para encontrar una salida al bloqueo entre los tres países afectados, la propia Etiopía, Egipto y Sudán. Las relaciones entre los dos primeros se han ido tensando hasta el extremo de que El Cairo llegó a pedir este junio una intervención del Consejo de Seguridad de la ONU y amenazó con usar “todos los medios necesarios” para impedir el llenado de la presa, de 145 metros de alto y 1.800 de longitud.

El Gobierno etíope ha defendido siempre la pertinencia de este proyecto, que tiene un coste de unos 4.500 millones de euros financiados con fondos propios y un 30% de créditos chinos para servir a la población del segundo país más poblado de África, con 109 millones de habitantes. Cuando la presa esté plenamente operativa almacenará casi 70.000 millones de metros cúbicos, creando un gran lago artificial de 247 kilómetros cuadrados. La idea etíope es generar unos 6.000 megawatios de electricidad a través de una planta hidroeléctrica que permitan hacer frente a las necesidades de desarrollo e industrialización de un país en crecimiento. “Si Etiopía no llena la presa, eso significaría que estaríamos dispuestos a demolerla”, señaló ante el Parlamento este mes el primer ministro etíope, el Premio Nobel de la Paz, Abiy Ahmed, que prometió comenzar a retener el agua en julio.

Egipto, por su parte, cuya población se acerca a los 100 millones de habitantes, denuncia que la Gran Presa del Renacimiento Etíope va a reducir de manera drástica el caudal del río Nilo, su pulmón histórico, ecológico y económico y del que obtiene el 90% de su agua, tanto para el abastecimiento humano como para la agricultura. De hecho, el brazo conocido como Nilo Azul, sobre el que se ha construido el gigantesco dique, aporta el 86% del agua del total del río. Una cuestión “de vida o muerte” ha llegado a asegurar el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi.

Sudán, finalmente, espera beneficiarse de la energía producida por su vecino etíope, aunque reclama que se produzca un acuerdo entre las tres partes y pide que no haya medidas unilaterales. Las negociaciones entre los tres países han fracasado hasta ahora en varios aspectos fundamentales: la velocidad de llenado de la presa, la creación de un mecanismo de resolución de conflictos y un sistema de cuotas para los años de sequía.

La mediación de la Unión Africana ha estado liderada por Sudáfrica, cuyo jefe de Estado, Cyril Ramaphosa, ejerce la presidencia de turno. El pasado 26 de junio aprovechó una cumbre de este organismo para instar a los tres países a “trabajar con agilidad para encontrar una solución mutuamente aceptable y amigable en los asuntos técnicos y legales pendientes en el proceso de negociación”.

Apelación al Consejo de Seguridad de la ONU

Etiopía acusa a Egipto y Sudán de “demandas adicionales y excesivas” y ha dejado claro que no aceptará injerencias en el manejo de sus recursos hídricos. Por su parte, Egipto espera garantías de organismos internacionales para atenuar el impacto sobre el caudal del río. “Esperábamos un cambio de Etiopía, pero se mantuvieron [en sus posiciones] y no logramos consenso. No deseamos volver al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero si algo amenaza a la paz regional e internacional, la responsabilidad recae en el Consejo de Seguridad para llevar a cabo acciones para prevenirlo”, aseguró el martes a los medios de comunicación Sameh Hassan Shoukry, ministro egipcio de Exteriores.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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