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Un magnate ruso sale al rescate de una polémica estatua de Roosevelt que Nueva York va a retirar

El mecenas Andréi Filátov quiere comprar la figura del 26º presidente de EE UU en plena revisión de monumentos por las protestas antirracistas

María R. Sahuquillo
La estatua del presidente Theodore Roosevelt en el Museo de Historia Natural de Nueva York, en junio.
La estatua del presidente Theodore Roosevelt en el Museo de Historia Natural de Nueva York, en junio.David Dee Delgado (AFP)

Theodore Roosevelt puede tener un hueco en San Petersburgo. El millonario y coleccionista ruso Andréi Filátov quiere comprar una controvertida estatua del 26º presidente de Estados Unidos, instalada frente al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York desde 1940. El Ayuntamiento va a retirar la figura de bronce, que representa al exmandatario a caballo flanqueado por un nativo americano y un hombre negro de pie, tras las protestas antirracistas. El mecenas ruso se ofrece también a correr con los gastos del traslado de la estatua, que ha estado bajo el foco de los activistas por la justicia racial durante años y también por sus opiniones racistas y coloniales y su apoyo a las teorías eugenésicas.

Filátov, propietario de la fundación Art Russe, con sede en Londres, ha enviado una carta a través de su fundación a las autoridades de Nueva York para pujar por la estatua. “Roosevelt fue una figura política importante conectada con Rusia en distintas etapas de la historia de los dos países”, señala la entidad en un comunicado. “Dado el valor artístico e histórico del monumento, su protección y preservación para las generaciones futuras es de extrema importancia”, añade el multimillonario, que es dueño de la compañía de inversión Tuloma y copropietario de las compañías ferroviarias Globaltrans y Transoil. Su objetivo es colocar la figura en la ciudad del Nevá.

Roosevelt actuó como intermediario entre Rusia y Japón durante la guerra de 1904-1905. Su papel en el tratado de Portsmouth, que puso fin al conflicto de año y medio, le valió el Premio Nobel de la Paz en 1906. Pero la estatua del expresidente en la entrada oeste de Central Park ha llegado a simbolizar para muchos un legado doloroso de expansión colonial y discriminación racial y el museo neoyorquino recibe quejas desde hace tiempo.

Hace unas semanas, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, comunicó que había acordado con el museo retirar la “problemática” estatua porque “representa a los negros e indígenas como subyugados y racialmente inferiores”. Aunque la decisión se ciñe solo al carácter del monumento y no a la figura de Roosevelt, a quien la institución considera “un conservacionista pionero”.

Filátov aún no ha recibido respuesta de Nueva York sobre la figura ecuestre, creada por el escultor estadounidense James Earle Fraser. El mecenas, de 48 años, que además es presidente de la Federación Rusa de Ajedrez, quiere también comprar la estatua de Alexander Baranov, un funcionario zarista que fue el primer gobernador de los asentamientos rusos en Norteamérica a finales del siglo XVIII y principios del XIX; la Alaska que el zar Alejandro II ruso vendió a EE UU en 1867.

El monumento que representa a Baranov –que abrió rutas comerciales entre Rusia, el continente americano y China-, y que también ha sido vandalizado en ocasiones por activistas y ciudadanos que critican que está en un lugar de honor no merecido y representa un doloroso legado colonial contra las comunidades nativas, se encuentra en la ciudad estadounidense de Sitka, que en aquella época era la capital y se llamaba Novo Arjánguelsk. Las autoridades locales han contestado a Art Russe que el asunto de la estatua se resolvería a través de un “proceso público”.

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“Se trata ante todo de preservar la memoria de los estadistas que influyeron en la historia de Rusia, el desarrollo de su economía y su estado”, remarca Filátov en una nota. La fundación que lidera el mecenas, que cuenta con una fortuna de unos 665 millones de euros, según estima Forbes, atesora una colección privada de más de 200 obras de arte soviético de entre 1917 y 1991.

Mientras Estados Unidos vive una oleada revisionista que está derribando monumentos de Cristóbal Colón o generales confederados. Rusia experimentó una breve época similar cuando cayó la Unión Soviética, en 1991. Sin embargo, la mayoría de aquellos monumentos derribados están hoy en el parque Muzeon de las Artes, administrado por el Estado ruso. Allí languidece Félix Dzherzhinski, el fundador de la policía secreta soviética (la Cheka) o viejas estatuas de Lenin. El Kremlin o las autoridades locales no se han preocupado por restaurar los monumentos o discutir su conveniencia, sino que se ha centrado fundamentalmente en erigir nuevas estatuas a nuevos héroes, como a Mijaíl Kaláshnikov, el creador del popular fusil automático.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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