_
_
_
_

Las denuncias de irregularidades proyectan sombras sobre la victoria de Putin

El Kremlin afirma que el enorme resultado positivo es un “voto triunfal de confianza” al líder ruso

María R. Sahuquillo
Protesta contra la reforma de la Constitución, el miércoles por la tarde en el centro de Moscú.
Protesta contra la reforma de la Constitución, el miércoles por la tarde en el centro de Moscú.Alexander Zemlianichenko (AP)

Un resultado a medida de Putin. Con una votación extendida y unas normas hechas ad hoc para la consulta, la oposición y las organizaciones civiles han denunciado manipulación en la consulta de la reforma de la Constitución para obtener una victoria avasalladora. Como así ha ocurrido, con un 77,9% de respaldo a las enmiendas; incluida la que permitiría al líder ruso eternizarse en el poder. El partido Yábloko presentó una denuncia ante la fiscalía por “compra de votos” debido al gran número de premios y sorteos ofrecidos a los electores, y la organización de monitorización electoral independiente Golos afirma que ha recopilado más de 600 infracciones. Califican el proceso de “cocinado”.

Mientras, el Kremlin ha cambiado su discurso. Hasta este miércoles, remarcaba que los rusos acudían a las urnas para opinar sobre la reforma clave de la Constitución y que la consulta no era un plebiscito sobre el presidente. Este jueves, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha afirmado que el enorme resultado positivo es un “voto triunfal de confianza” a Vladímir Putin. El líder ruso agradeció el “apoyo”. “Necesitamos estabilidad interna y tiempo para fortalecer el país y sus instituciones”, remarcó durante una sesión de trabajo televisada. La participación fue de casi el 68%, según los datos finales.

“Fue una feria de la locura, en cualquier elección normal se consideraría soborno al votante; comprar la participación es soborno”, critica Nikolái Rybakov, líder del partido Yábloko, que ha llevado a la fiscalía el maremágnum de sorteos y concursos en un buen número de ciudades de todo el país en los que quienes votaban podían ganar desde jugosos vales descuentos y hasta electrodomésticos, teléfonos móviles, coches o apartamentos. “Según las leyes sobre los derechos electorales y sobre los sorteos, no se admiten juegos de azar durante las campañas electorales o campañas de los referendos; eso es un delito de compra de votos”, señala Rybakov. El partido pide procesar a las autoridades locales o electorales que organizaron o participaron en la organización del sorteo.

“Se estableció un récord en la falsificación de votos en Rusia”, dijo el jueves el opositor y conocido bloguero anticorrupción Alexei Navalny en una publicación de Facebook. “El resultado anunciado no tiene nada que ver con la opinión de la gente”, dijo el político, que pidió a sus seguidores votar en las próximas elecciones locales para derrotar al partido del Gobierno, Rusia Unida. “La mejor reacción a lo ue ha sucedido no es desesperación y ansiedad, sino movilización”, añadió. La votación, opinó en las redes sociales el analista y ex redactor de discursos del Kremlin Abbas Gallyamov, ha costado al Gobierno “una grave abolladura en su legitimidad”.

La Comisión Central Electoral se vio obligada a anular el resultado de un colegio de Moscú después de que se difundiesen en las redes sociales las imágenes de videovigilancia del centro en las que se aprecia cómo una mujer rellena una urna con un gran taco de papeletas que lleva debajo de la camisa. En el mismo distrito donde está localizado ese colegio se anularon también por irregularidades los votos recogidos a domicilio por dos grupos de la comisión electoral local, tras la denuncia de un miembro del Partido Comunista. No fue el único sitio. Los sufragios de otro punto de votación en San Petersburgo fueron invalidados y dos miembros de la comisión electoral del centro suspendidos después de que otro vídeo mostrase el relleno de una urna. Otro caso se está investigando en Mordovia.

Sin embargo, las autoridades rusas salieron al paso de las críticas y afirmaron que no había ninguna razón para dudar de la legitimidad de la consulta, cuya participación fue de casi el 68%, según los datos finales. La Comisión Central Electoral recalcó que más de 520,000 observadores, incluidas organizaciones públicas y partidos políticos, pudieron seguir los procedimientos de votación.

Miembros de una comisión electoral local de Moscú cuentan las papeletas, el miércoles por la noche en la capital rusa.
Miembros de una comisión electoral local de Moscú cuentan las papeletas, el miércoles por la noche en la capital rusa. EVGENIA NOVOZHENINA (Reuters)

La votación duró, de forma inédita, una semana con el objetivo de evitar las muchedumbres en los centros de votación por la pandemia de coronavirus pero también para facilitar la participación. Y ese proceso extendido facilita el fraude, dice por teléfono Andréi Buzin, jefe del departamento de monitoreo del movimiento Golos para la Defensa de los Derechos del Votante, el principal grupo independiente de supervisión electoral de Rusia. “El control popular y de los observadores del proceso fue muy difícil porque se votó durante siete días y cada noche trasladaban las papeletas a algún sitio, al día siguiente las devolvían al colegio electoral; así era imposible ver quién voto cada día y cómo”, afirma. La consulta “entrará en la historia como un atentado contra la soberanía de un pueblo”, dice la organización. Y añaden: “Golos no evalúa este voto como libre y justo”.

Los críticos llaman la atención sobre la diferencia entre el resultado final de casi el 78% de votos positivos, las encuestas independientes antes de la votación —que daban un 44% al sí—, y los sondeos a pie de urna de la llamada Campaña del no —compuesta por políticos y activistas de distintas fuerzas políticas e independientes—, que arrojaban un 63% en contra en San Petersburgo y un 55% en Moscú. En la ciudad del Nevá el sí obtuvo un 77% y en la capital rusa hubo un 65% de votos positivos. Los observadores ponen el acento también en que el creciente descontento social y la menguante popularidad de Putin no casan con el paisaje que ofrecieron las urnas. El líder ruso obtuvo un índice de aprobación del 59% en mayo, según el centro independiente Levada, el más bajo de sus dos décadas en el poder.

“Han sido las falsificaciones más grandes de la historia moderna de Rusia”, asegura Tatiana Usmánova, Coordinadora de la campaña del no, impulsada por Rusia abierta. Su organización ha documentado centenares de quejas de coacción para participar en el plebiscito —sobre todo en Moscú y San Petersburgo— de médicos, maestros, trabajadores de servicios comunales y empleados de las empresas de transporte. Como los empleados del servicio de ferrocarril de Riazán o los trabajadores de las instituciones presupuestarias de Moscú, que recibieron presiones para registrarse online para votar –y enviar el comprobante—a ellos mismos y a sus familiares, según denuncio el servicio ruso de la BBC.

También fue singular la difusión de sondeos justo antes de las elecciones y de datos antes del cierre de todos los colegios electorales; algo que está prohibido en una elección o un referéndum. Sin embargo, esta consulta no se regía por esas reglas, remarcó la presidenta de la Comisión Electoral Central, Ella Pamfílova, que aseguró que se habían difundido los resultados del conteo de los colegios ya cerrados –en el lejano Oriente ruso, por ejemplo, con hasta ocho horas de diferencia con Moscú— en aras de la transparencia.

Mientras tanto, en Chechenia, con un amplio historial de irregularidades electorales y donde Ramzám Kadírov, su líder y fiel aliado de Putin, propuso esta semana que el presidente ruso se quedase en el cargo de por vida, se registró la participación más alta –95%— y el apoyo más grande: 97,92%.

Los líderes de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, se apresuraron en felicitar a Putin. La enhorabuena no llegó desde Occidente. Citando las informaciones sobre irregularidades, la portavoz del portavoz del departamento de Estado de Estados Unidos, Morgan Ortagus, mostró su preocupación por la “coacción electoral, presión sobre los opositores a las enmiendas y restricciones a los observadores independientes”. También el portavoz del jefe diplomático de la UE, Peter Stano, insto a Moscú a investigar las irregularidades denunciadas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_