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El ‘Golden State Killer’ confiesa decenas de violaciones y asesinatos cuatro décadas después

El expolicía Joseph DeAngelo, de 74 años, se declara culpable de todos los cargos dos años después de haber sido descubierto gracias a una base de datos de ADN privada

Pablo Ximénez de Sandoval
Joseph James DeAngelo Jr., este lunes en el juzgado en Sacramento, California.
Joseph James DeAngelo Jr., este lunes en el juzgado en Sacramento, California.FRED GREAVES (Reuters)

Todo lo que dijo este lunes Joseph James DeAngelo Jr., ante las preguntas de un juez de California, fue “sí” y “lo admito”. Suficiente para cerrar cuatro décadas de dolor después de violar y asesinar a su última víctima, en los años ochenta. DeAngelo fue detenido hace dos años y acusado de ser el llamado Golden State Killer, uno de los asesinos en serie más salvajes de los años 70, cuya identidad había sido un misterio desde entonces. Este lunes, por fin, las familias de sus víctimas le escucharon confesar sus crímenes en un juzgado de Sacramento. Tiene 74 años. Pasará el resto de su vida en prisión.

Entre 1976 y 1986, un desconocido aterrorizó California y dejó tras de sí 13 asesinatos y medio centenar de violaciones. El modus operandi era de película: entraba en las casas de noche, despertaba a sus víctimas con una linterna, las ataba, robaba la vivienda y las violaba. A veces, con sus hijos pequeños o sus maridos al lado. Otras víctimas fueron asesinadas a tiros por la calle. La última fue una mujer de 18 años violada y asesinada en 1986. Recibió varios sobrenombres dependiendo del área donde vivía: Visalia Ransacker, East Area Rapist o The Original Night Stalker. El que resume su macabra carrera es Golden State Killer, el asesino del Estado Dorado. Nunca fue hallado. La policía tardó años en conectar todos los crímenes. En 2001, finalmente consiguió elaborar un perfil genético del sospechoso.

Ese código de ADN permaneció sin nombre durante 17 años más. No coincidía con ninguna base de datos policial. Un investigador decidió subirlo a una base de datos abierta de perfiles genéticos. Comenzaron a hallar familiares lejanos del sospechoso, hasta que se cerró el círculo sobre un anciano llamado Joseph James DeAngelo Jr., que vivía en un suburbio de Sacramento. Era un expolicía que tenía una edad compatible con los crímenes y había vivido en todos los lugares donde se habían producido: Sacramento, la bahía de San Francisco y el sur de Los Ángeles. Con una muestra de ADN sacada de la basura, los investigadores encontraron al asesino en serie. Había hecho su vida. Estuvo casado y tenía familia. Nunca antes, en cuatro décadas, había estado entre los sospechosos.

El salón de eventos donde se celebró la vista de DeAngelo.
El salón de eventos donde se celebró la vista de DeAngelo.FRED GREAVES (Reuters)

El juez Michael Bowman decidió dar acceso a las cámaras a la sesión y a decenas de afectados por el caso. Hizo falta acomodar un salón de eventos de Sacramento para sentar a todos con la distancia de seguridad que requiere la pandemia. DeAngelo apareció con el mono naranja de presidiario y la cara cubierta por una mampara. Escuchó durante varias horas a los fiscales detallar sus crímenes punto por punto con todo detalle. Con voz muy frágil, a cada uno de los cargos respondió “culpable”. A cada uno de los horribles hechos probados, respondió “lo admito”. En total, es culpable de 13 cargos de violación y secuestro, y ha admitido 50 violaciones y 120 robos.

Los fiscales admitieron que la pandemia del covid-19 ha sido un factor de presión para llegar a un acuerdo con la defensa de DeAngelo que permitiera hacer justicia cuanto antes. Intentar condenarle por todos y cada uno de los hechos podía haber demorado el proceso una década. El acusado ha aceptado declararse culpable de los cargos a cambio de 11 cadenas perpetuas consecutivas, pero elude la pena de muerte. La sentencia definitiva será dictada en agosto.

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Este lunes queda para las víctimas como el día que finalmente DeAngelo admitió ser el Golden State Killer. Thienvu Ho, fiscal de Sacramento, afirmó a The Sacramento Bee que el expolicía confesó sus crímenes poco después de ser detenido. Cuando los investigadores le enseñaron las pruebas contra él, le oyeron mascullar para sí mismo: “Hice todas esas cosas. He destruido sus vidas”. En la sala de interrogatorios dijo que una especie de demonio interior le había obligado a cometer los crímenes. “No tenía fuerzas para expulsarlo”, dijo, según el fiscal Ho. “Me obligó”.

La detención de DeAngelo en 2018 llegó apenas dos meses después de la publicación de I’ll be gone in the dark, el libro póstumo de la periodista Michelle McNamara, una periodista que investigó el caso con un acceso total a las pruebas. McNamara falleció en 2016 a la edad de 46 años. La investigación de McNamara es la base de un documental que HBO ha estrenado esta misma semana.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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