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Israel declara zona cerrada una ciudad ultraortodoxa por temor al contagio del coronavirus

Las autoridades evacúan a 4.500 mayores de 80 años de Bnei Brak, suburbio ultrarreligioso de Tel Aviv

Un policía con mascarilla desaloja a un ultrarreligioso de un centro de estudios judío. En vídeo, las declaraciones de Bejanmín Netanyahu sobre el cierre del barrio Bnei Brak.Foto: AFP | EPV
Juan Carlos Sanz

Representan una décima parte de la población, pero concentran un tercio de los casos positivos por coronavirus en Israel. Los judíos ultraortodoxos o jaredíes (temerosos de Dios) están ahora en el centro de la diana de las autoridades sanitarias israelíes, que hasta el jueves habían contenido el alcance de la pandemia a 6.857 infectados y 35 fallecidos. Después de haber sellado los barrios ultrarreligiosos de Jerusalén y confinado a sus moradores –en ocasiones a porrazos de la policía, como en Mea Shearim–, el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu decidió en la noche del jueves la clausura de Bnei Brak, suburbio jaredí en la periferia de Tel Aviv. Otras localidades de los temerosos de Dios seguirán los mismos pasos y serán declaradas también “zona restringida”, y convertidas en guetos aislados del resto del país.

Aljama y feudo ultraortodoxo en una región mayoritariamente laica, los accesos a Bnei Brak, que ronda los 200.000 habitantes, quedaron desde la noche del jueves bajo estricto control de fuerzas de seguridad policiales y militares. Durante el toque de queda establecido, solo se permitirá entrada y salida de la ciudad “bajo circunstancias excepcionales y justificadas”, según informó el Gobierno.

En una de las primeras medidas adoptadas por los Ministerios de Defensa e Interior, que coordinan la defensa civil en la guerra para contener la propagación del coronavirus, también se ha ordenado la evacuación de Bnei Brak de todos los mayores de 80 años. Los jaredíes más ancianos serán alojados en hoteles en una cuarentena indefinida que se mantendrá mientras dure la emergencia sanitaria, en su condición de población de riesgo más amenazada por la Covid-19, con un coste estimado en cerca de 20 millones de euros.

Los responsables de Ministerio de Salud temen que hasta un 40% de los vecinos de Bnei Brak estén ya infectados y acaben contagiando al resto del área metropolitana de Tel Aviv, donde se concentra casi la mitad de los nueve millones de habitantes del Estado hebreo. Mientras la mayor parte de los israelíes celebraban hace tres semanas la festividad de Purim (carnaval judío) con las primeras medidas de distancia social, los ultraortodoxos participaban en ceremonias y cortejos multitudinarios.

Los temerosos de Dios viven en sus guetos urbanos, encapsulados en otra era. “Muchos de ellos solo siguen los medios de comunicación de su comunidad ultrarreligiosa y no disponen de Internet ni de teléfonos inteligentes”, precisa el analista del diario Haaretz Amos Harel. “Tampoco suelen informar a las autoridades sanitarias cuando empiezan a sufrir los primeros síntomas de la enfermedad”.

El rampante crecimiento demográfico de los ultraordodoxos –con proyecciones que apuntan a que representarán un 25% de la población israelí en 2050–, les ha llevado ya a residir en viviendas donde se hacinan parejas con siete o más hijos junto con alguno de sus progenitores. A pesar de que las concurridas yeshivas (escuelas rabínicas) fueron clausuradas hace dos semanas junto con el resto de los centros educativos, los jaredíes han seguido manteniendo hasta hace poco la práctica de acudir a rezar tres veces al día a una sinagoga junto con decenas o centenares de asistentes, multiplicando las ocasiones de contagio.

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Observadores políticos como Daniel Kupervaser constatan que algunos de los rabinos más ultrarreligiosos están minimizando los riesgos de la pandemia con “anuncios arcaicos alejados de las recomendaciones de las autoridades”. En uno de ellos se cantan las virtudes del matza, el pan ácimo que los judíos consumen durante la Pascua, procedente del Chabad (organizaciones jaredíes), para protegerse del coronavirus. “Come matza del Chabad, que es un alimento medicinal, y te salvas del coranavirus”, reza un de reclamo de venta del pan ácimo pascual.

Los ultraortodoxos se agrupan en dos corrientes. La askenazí (centroeuropea), con ramas jasídica y lituana, y la sefardí u oriental. La primera se agrupa en torno a la Unión por la Torá y el Judaísmo (UTJ), mientras la segunda lo hace en el partido Shas. Ambas fuerzas se nutren del disciplinado voto de sus adeptos, que ha convertido en decisiva su inclusión en el bloque conservador que ha sostenido hasta ahora a Netanyahu en la Kneset (Parlamento). Esta misma semana, las imágenes del multitudinario funeral de un destacado rabino en Bnei Brak, mientras la policía permanecía inactiva pese a haber fijado un límite de 20 asistentes, fueron la gota que colmó el vaso de la paciencia de la sociedad israelí. Apoyadas desde el aire por helicópteros que detectaban las concentraciones prohibidas, las fuerzas de seguridad se han empleado a fondo para despejar las calles de las ciudades y barrios de los jaredíes, con el fin de evitar que sigan convirtiéndose en incubadoras de propagación del coronavirus.

La máxima autoridad israelí en la contención de la pandemia, el ministro de Sanidad, el ultraortodoxo de UTJ Jacob Litzman, dio positivo este jueves a la prueba del coronavirus y se encuentra aislado, al igual que altos cargos que mantuvieron contacto con él. Litzman ha sido criticado en los medios de comunicación hebreos por su pasiva gestión de la crisis sanitaria. El Canal 12 de la televisión israelí reveló el jueves por la noche que el ministro había asistido recientemente a un rezo colectivo en una sinagoga, a pesar de las restricciones establecidas por el Gobierno

Tras la detección del caso del titular de Sanidad, las autoridades sanitarias han pedido que Netanyahu vuelva a confinarse en su residencia oficial tras haber permanecido en cuarentena hasta la noche del miércoles a causa del diagnóstico de Covid-19 de una estrecha colaboradora del primer ministro. El director del Mosad (espionaje exterior), Yossi Cohen, quien se había reunido repetidamente con Litzman para organizar la compra semiclandestina de respiradores en países con los que Israel no mantiene relaciones, también se encuentra aislado y en cuarentena.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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