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El servicio público de urgencias médicas pone en un aprieto a Johnson por sus malos datos de espera

El pasado octubre uno de cada seis pacientes esperó más de cuatro horas a ser atendido

Rafa de Miguel
Boris Johnson, este jueves en el puerto de Bristol.
Boris Johnson, este jueves en el puerto de Bristol.FRANK AUGSTEIN (AFP)

No hay campaña electoral en el Reino Unido donde el Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) no esté en el centro del debate. El activo público más venerado por los británicos es objeto de constantes promesas de mejoras por parte de los políticos, o de advertencias sobre su posible desaparición. Es un tema muy sensible para los británicos ante las elecciones del próximo 12 de diciembre, tanto que los votantes creen que es el segundo tema más importante después del Brexit. Boris Johnson asegura que, si resulta reelegido, invertirá más de 20.000 millones de euros en reformar y actualizar más de 20 hospitales en todo el país y construir al menos otros 40 centros.

El miedo del Partido Conservador, sin embargo, se ha centrado en la coincidencia de la campaña electoral con un periodo invernal y festivo que tradicionalmente colapsa los servicios médicos y hace la vida mucho más complicada a los votantes de más edad, en su mayoría votantes tories. Ese temor lleva camino de convertirse en una realidad. En 2004 se estableció el objetivo de que todos los pacientes que acudieran al servicio de urgencias fueran atendidos antes de cuatro horas. Nunca se ha llegado a cumplir del todo pero el pasado mes de octubre el servicio registró su peor dato desde que hay registro, en 2004. Solo un 83,6% de los que acudieron a urgencias recibieron tratamiento dentro del plazo establecido, lo que supone que uno de cada seis fue atendido fuera de ese plazo. Un dato que supone un claro deterioro frente al 85,2% de septiembre y el 89,1% de un año antes. En algunas unidades especializadas, la cifra de atendidos en plazo no llegó al 75%, por debajo del nivel que los médicos consideran fuera de riesgo y el peor desempeño de los servicios de emergencia.

"Estos datos deberían avergonzar a todos los partidos. El Parlamento ha defraudado a todos los pacientes y no ha sido capaz de entender la gravedad del problema. Nuestro personal trabaja ya al límite de sus posibilidades", ha dicho este jueves Katherine Henderson, la presidenta del Real Colegio de Medicina de Urgencia.

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Más de 320.000 personas en todo el Reino Unido esperaron el mes pasado más tiempo del debido a ser atendidos. 4,4 millones de pacientes están en lista de espera para ser operados, la cifra más alta que se recuerda.

Los conservadores han intentado evadir el debate planteado por el informe con la amenaza de que todo irá a peor si el líder laborista, Jeremy Corbyn, llega al poder. "Estas cifras solo ponen de manifiesto lo urgente que resulta evitar un Gobierno laborista. Ya estamos inyectando la mayor cantidad de inversión pública en sanidad que se recuerda, pero las políticas caóticas de Corbyn pueden poner en riesgo todo ese empeño", ha dicho el ministro de Sanidad, Matt Hancock.

Los nuevos datos surgen en medio de la polémica desatada en el seno del laborismo, que debate si su promesa electoral de reducir a cuatro días a la semana la jornada laboral a lo largo de una década debería extenderse al personal público sanitario. Mientras el portavoz de Sanidad del partido, Jonathan Ashworth, ha calificado de "tontería" la posibilidad de que los trabajadores del NHS vieran reducidas sus horas de trabajo, el portavoz de Economía y cerebro gris del partido, John McDonnell, le contradecía y afirmaba que "también serán capaces de reducir su jornada laboral porque seremos capaces de contratar nuevo personal". Los laboristas han aumentado en casi 7.000 millones de euros la promesa conservadora de dotar nuevas partidas presupuestarias para el NHS. Esta carrera por incrementar el gasto en sanidad ha alertado a muchas instituciones económicas.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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