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Alberto Fernández ataca a Mauricio Macri en el primer debate de los candidatos a la presidencia argentina

El aspirante peronista defendió la legalización del aborto, mientras el actual presidente evitó pronunciarse

Mauricio Macri (derecha) y Alberto Fernández, durante el debate presidencial celebrado en Santa Fe, Argentina.
Mauricio Macri (derecha) y Alberto Fernández, durante el debate presidencial celebrado en Santa Fe, Argentina.AFP
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Los seis candidatos a la presidencia de Argentina celebraron su primer debate público. Y, contra pronóstico, fue el aspirante con más posibilidades, Alberto Fernández, quien se mostró más agresivo. En lugar de contemporizar, el peronista Fernández atacó una y otra vez al actual presidente, Mauricio Macri, y le acusó de mentiroso. Además, adoptó una posición clara en una cuestión tan crucial y delicada como el aborto: se declaró a favor de la legalización, mientras Macri prefirió no pronunciarse.

Con el formato previamente pactado por los equipos de cada candidato, eran casi imposibles las sorpresas y los errores. No las hubo. En realidad, no hubo un auténtico debate, sino una serie de breves monólogos previamente memorizados y ordenados por temas. El primer debate de la campaña, celebrado en Santa Fe (el segundo y definitivo antes de las elecciones del 27 de octubre está previsto el próximo domingo en Buenos Aires) confirmó los principales argumentos de los dos grandes rivales. Macri pidió un nuevo mandato para completar “el cambio”, desafiando ocasionalmente la incredulidad de la audiencia, como al decir que el país estaba “mejor” que a su llegada, aunque no se notara “en el bolsillo”. Fernández pidió la presidencia para “volver a poner la Argentina en pie” y recuperar “la economía productiva”.

Roberto Lavagna, que fue ministro de Economía al inicio de la recuperación tras el colapso económico de 2001 y 2002, y aspira a representar el peronismo más reformista, fue vago en su exposición y apeló al consenso. En un par de ocasiones, Alberto Fernández le dio la razón. No hubo roces entre ellos, potenciales aliados en el futuro. Los demás candidatos fueron realmente a lo suyo. Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda, propuso medidas típicamente socialistas y guardó medio minuto de silencio “por las víctimas de la represión en Ecuador”. José Luis Espert desarrolló un manual de liberalismo casi puro en lo económico, con duros ataques a los sindicatos y a la gratuidad de la universidad pública. Y el ex militar Juan José Gómez Centurión encarnó al Bolsonaro argentino, con elogios al Ejército (y palabras de comprensión para la última dictadura) y un feroz y continuo rechazo a cualquier hipótesis de legalización del aborto.

Macri arrancó con un ataque al flanco más vulnerable de Fernández, el de la pasada corrupción kirchnerista. Y recordó que el propio Fernández había descalificado la gestión presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, antes de aceptar encabezar una candidatura con ella de presidenta. Pero el “factor Cristina” apenas volvió a mencionarse, salvo en una frase aislada del ultraliberal Espert.

Fernández devolvió el golpe recordando el debate final de las últimas elecciones, en el que Mauricio Macri prometió acabar con la inflación y la pobreza. “Ganó la presidencia el candidato que mintió”, subrayó el peronista. Acusó a Macri de haber “destruido la economía” generando una recesión a la que no se ve término, una inflación superior al 50% anual, más desempleo, más pobreza y una deuda externa que se acerca al 100% del Producto Interior Bruto. Afirmó además que buena parte del préstamo de 57.000 millones concedido por el Fondo Monetario Internacional se la habían llevado al extranjero “los amigos” de Macri.

El candidato peronista dijo que no debían esperarse de él ni dogmas ni fórmulas infalibles e invariables, sino medidas pragmáticas que nunca perjudicarían “a los que trabajan”. Una vez más, repitió que el consumo interno (que contribuye en un 70% a la riqueza argentina) se había desplomado y era necesario recuperarlo, así como fomentar la exportación.

En su intervención final, Macri lamentó que volvieran “el dedito”, en referencia al dedo más o menos acusador que blandió Fernández a lo largo del debate, y la arrogancia “típica” del kirchnerismo. “Sabemos que tenemos problemas”, dijo, “pero volver a tener los problemas del pasado no nos va a ayudar”.

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