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Entrevista a Abdelfatá Muru, candidato islamista

“Túnez no es un modelo exportable en la región”

El candidato de Ennahda a la presidencia de Túnez considera que los principales problemas del país son económicos y sociales, no identitarios

Abdelfatá Muru (Túnez, 1948) tanto puede recibir a un corresponsal recitando una poesía en castellano y presumiendo de su origen morisco, como entonando una canción infantil en alemán. Este anciano abogado, presidente interino del Parlamento, es un político heterodoxo dentro del partido islamista Ennahda: de origen burgués, políglota, graduado de las mismas escuelas elitistas que los ministros de Ben Alí y ataviado siempre con una túnica tradicional. Quizás por eso, y con el fin de apelar a una franja de votantes que va más allá de las bases islamistas, Ennahda lo escogió como su candidato a las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 15 de septiembre.

Abdelfatá Muru, el pasado 9 de agosto en Túnez.
Abdelfatá Muru, el pasado 9 de agosto en Túnez. Yassine Gaidi (GETTY)
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Pregunta. ¿Cuál debería ser la prioridad del próximo presidente de Túnez?

Respuesta. Para empezar, hay que tener en cuenta que este no es un sistema presidencialista. Creo que mi deber será crear instituciones deliberativas en diversos ámbitos, formadas por expertos, que se dediquen a estudiar y proponer un programa para el futuro del país. Túnez padece graves problemas económicos y sociales, y una de las razones es que los Gobiernos que hemos tenido después de la Revolución se han dedicado simplemente a gestionar el día a día. Nadie piensa en el largo plazo. En parte, el problema radica también en una ley electoral en las elecciones legislativas que no genera mayorías políticas claras, y eso lleva a la inestabilidad gubernamental. Desde 2011, hemos tenido 270 ministros...

P. Entre las principales funciones del presidente de la República figura dirigir la política exterior. ¿Cuál es su visión?

R. Tenemos un gran socio al norte, que es Europa, pero tendremos otro importante, África. Quiero que Túnez ejerza de puente entre Europa y África, que será el continente del siglo XXI.

P. ¿Y cuál debe ser el papel de Túnez respecto a sus vecinos, Libia y Argelia?

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R. El de facilitar el diálogo de las diversas facciones, pero sin tomar partido. Es en nuestro interés que nuestros vecinos sean estables, pero no les pretendemos dar lecciones. Nuestro modelo no es exportable a la región. La democracia es fruto de un equilibrio de fuerzas y, por ejemplo, en Argelia, las fuerzas no son las mismas que aquí. Allí habrá una democracia “a la argelina”. Nosotros hemos encontrado nuestro camino a través del diálogo entre islamistas y no islamistas porque no había un Ejército que interviniera.

P. ¿Y Ennahda, puede ser modelo para los partidos islamistas de la región?

R. Sí, lo debería ser. No es lo mismo un país que un partido. Y a estos partido, hay que meterles en la cabeza que ser islamista no es contradictorio con ser demócrata, que los Gobiernos no están ahí para obligar a nadie a vestir de una manera determinada. Hay que respetar la esfera individual e interesarse en la realidad económica y social. Ennahda va camino de ser un partido conservador, y dejar de ser islamista. Su evolución ha sido lenta, pero muy importante si se mira 40 años atrás.

P. Hay quien teme que se repita en esta elección el mismo escenario que en Egipto con la elección de Mohamed Morsi.

R. ¿Por qué realizar esta amalgama entre dos regímenes y realidades tan diferentes? Morsi acabó mal porque intentó aplicar un sistema civil en un país gobernado por los militares desde 1952. Fue una pugna entre un régimen civil y uno de militar. No tuvo nada que ver con el islam, aunque algunos lo han presentado así. Morsi quería apartar a los militares del poder, y sobre todo, de la economía, pues la controlan en un 45%. Y fue por eso que hubo esa confrontación.

P. ¿Qué opina del arresto del candidato Nabil Karoui?

R. Me inquietó mucho conocer la noticia. Fui uno de los primeros en decir que estoy a favor de respetar las decisiones judiciales, pero una interferencia entre los ámbitos político y judicial es peligrosa. Me preocupa la deriva que se puede producir.

P. ¿Cómo fue su proceso de elección dentro de Ennahda?

R. Nunca presenté mi candidatura. Además, hace más de tres años que no estoy en ningún órgano interno del partido. Simplemente, [el secretario general] Ghannouchi me llamó para decirme que había sido el elegido en el Consejo de la Shura, y con una gran mayoría. Es un honor para mí y demuestra que este es un partido demócrata, ya que no me han obligado a cambiar ninguna de mis posiciones a pesar de que saben que discrepo de la dirección a menudo.

P. ¿En qué consisten estas discrepancias? ¿Se considera del ala moderada?

R. No sé muy bien en qué consiste eso del ala moderada … He tenido muchas discrepancias con ellos. Por ejemplo, yo creía que en 2011 no estábamos preparados para asumir el poder. Y desde finales de los años setenta, cuando algunos llamaban a aplicar la sharia, yo ya argumentaba que aplicar la sharia en el siglo XXI es simplemente la existencia de un Estado de derecho con una legislación codificada y una Constitución con un poder civil que permita al individuo desarrollarse.

P. Hay quién sostiene que Ennahda no quiere ganar las presidenciales, sino las legislativas.

R. No sé, solo le puedo decir que yo sí quiero ganarlas, y que si sacamos un mal resultado en las presidenciales, perderemos las legislativas.

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