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La violencia marca un nuevo domingo de protestas en Hong Kong

La policía detiene a al menos 15 manifestantes que se dirigían hacia de la Oficina del Enlace, máxima representación china en el territorio

Manifestantes se protegen de gases lacrimógenos durante una protesta este domingo en Hong Kong.
Manifestantes se protegen de gases lacrimógenos durante una protesta este domingo en Hong Kong.EDGAR SU (REUTERS)

El emblema nacional chino, deshonrado el pasado domingo por una mancha de tinta negra, ha amanecido este domingo tras una placa de plástico transparente, visible pero a cubierto, en previsión de una nueva jornada de protestas que, por octava semana consecutiva, han paralizado Hong Kong y convertido algunas de sus calles en una batalla campal.

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Si en las multitudinarias marchas de un mes y medio atrás la cifra de participantes superó el millón, este domingo se han contado por miles las personas que han tomado el centro de la ciudad en la segunda manifestación ilegal de este fin de semana. En un vídeo compartido en su perfil de Twitter, el cuerpo policial de Hong Kong explicaba los tres motivos por los que no había autorizado la protesta: la violencia empleada en convocatorias previas, un ambiente social enrarecido que hace más probable los enfrentamientos, así como la incapacidad de los organizadores de garantizar la seguridad de los asistentes. La grabación concluía con una declaración de intenciones que por impensable en la China continental evidencia qué hay en juego: “Queremos encontrar un equilibrio entre la prevención de la violencia en eventos públicos y la capacidad de los ciudadanos de expresar su opinión”.

Haciendo oídos sordos a las advertencias, la concentración echó a andar a las tres de la tarde desde su punto inicial, Chater Garden, sin rumbo fijo. Unos fueron hacia el este, donde ocuparon la zona comercial de Causeway Bay, escenario de la revolución de los paraguas cinco años atrás, tras la que el espíritu democrático de la ciudad parecía haberse rendido. Otros se encaminaron, en dirección contraria, hacia el oeste, a la Oficina del Enlace, representación del Gobierno chino en el territorio, donde tras una mampara les esperaba el emblema nacional.

La ciudad ha quedado así dividida en dos frentes. Los enfrentamientos más enérgicos han tenido lugar en el lado oeste, donde agentes antidisturbios han recurrido a gases lacrimógenos para dispersar a la multitud, la cual se ha fragmentado en pequeños grupos que han continuado las reyertas en varias de las calles adyacentes. En Des Voeux Road Oeste las fuerzas de seguridad han reducido y detenido al menos a 15 jóvenes, mientras que en otras vías los encapuchados han levantado pequeñas empalizadas de papel y cartón a las que han prendido fuego para obstaculizar el avance policial.

También esta tarde el activista Max Chung ha sido arrestado, acusado de organizar la concentración ilegal del sábado en el barrio de Yuen Long. Chung, firmante de la solicitud de la convocatoria más tarde denegada, ha abandonado bajo custodia policial el plató de la televisión RTHK, a donde había acudido para ser entrevistado. La manifestación del sábado condenaba el ataque sufrido el domingo pasado por simpatizantes de las protestas a manos de mafias locales. Fue en el mismo lugar, la estación de metro, donde el sábado por la noche la policía cargó contra los manifestantes mientras estos abandonaban la zona, lo que se saldó con 17 personas heridas.

La Oficina del Enlace ha publicado un comunicado la mañana del domingo en el que niega estar detrás de las agresiones perpetradas por las triadas —nombre del hampa local—, un rumor habitual que el texto califica de “malicioso”, al tiempo que reafirma “su oposición a cualquier tipo de violencia”. La Oficina del Consejo de Estado para Asuntos de Hong Kong y Macao, la institución política china de más autoridad en lo relativo a ambos territorios, también ha roto su silencio para anunciar que este lunes emitirá su primer comunicado respecto al conflicto que ha convertido las humaredas de gases lacrimógenos en una visión habitual en la que hasta hace dos meses era una de las ciudades más apacibles del mundo. El emblema nacional, de momento, está a salvo.

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