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Mauritania cierra la era Abdelaziz con su delfín como favorito a sucederle

La oposición confía en forzar la segunda vuelta en las elecciones presidenciales del país africano

José Naranjo
El presidente mauritano Abdelaziz (centroderecha de la imagen) en un acto de campaña del candidato a sucederle Mohamed Ould Ghazouani (izquierda), este jueves en Nuakchot.
El presidente mauritano Abdelaziz (centroderecha de la imagen) en un acto de campaña del candidato a sucederle Mohamed Ould Ghazouani (izquierda), este jueves en Nuakchot.SIA KAMBOU (AFP)
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Mauritania celebra este sábado unas elecciones presidenciales en las que está en juego la continuidad del régimen que ha llevado las riendas del país desde 2008 hasta la actualidad. Dado que el actual presidente, Mohamed Ould Abdelaziz, ha decidido respetar la Constitución y no presentarse a un tercer mandato, la carrera se juega entre seis aspirantes y su resultado no está escrito. Cierto que el máximo favorito es el general Mohamed Ould Ghazouani, exjefe del Ejército y exministro de Defensa, designado a dedo por el propio Abdelaziz para sucederle, pero también que la oposición está dispuesta a formar un sólido bloque si alguno de sus candidatos logra forzar una segunda vuelta. Algunos lo creen posible.

El general Ghazouani, de 62 años, es un hombre discreto. Originario del este del país y perteneciente a la influyente tribu de los Ideiboussat, incluso sus rivales alaban su capacidad de diálogo, de la que tan necesitada está la vida política mauritana, y su historial al margen de casos de corrupción o enriquecimiento ilícito. Además, es el muñidor en la sombra de la celebrada gestión antiterrorista y en materia de seguridad que ha llevado a Mauritania de ser un foco de inseguridad, con constantes ataques a bases militares y asesinatos o secuestros de occidentales, a convertirse en un país libre de atentados desde hace una década. Incluso los turistas han vuelto a pasearse por Adrar y Chinguetti en el último año.

Este balance de estabilidad y de plena cooperación en la lucha contra el terror, que tanto agrada a las cancillerías extranjeras, sobre todo francesa y estadounidense, representa todo un aval para una candidatura que viene acompañada de buenas cifras económicas, con un crecimiento del 3,5% en 2018 y una previsión del 4,5% para 2019. A la solidez de sus dos grandes pilares, la pesca y el mineral de hierro de Zuerat, se han sumado los dividendos del oro que explota sobre todo la empresa canadiense Kinross y la enorme expectativa de otro gran recurso, el gas, que comenzará a manar del yacimiento offshore de Grand Tortue en 2022 de la mano de BP y Kosmos y del que Nuakchot y su puerto se verán, sin duda, beneficiados.

La cara B de la reciente historia de éxito mauritana, que se pone de manifiesto en el rápido desarrollo que están viviendo su capital, así como la ciudad de Nuadibú y su pujante zona franca, sigue siendo las enormes fracturas de una sociedad que no acaba de resolver sus enormes diferencias. Los negros, pese a ser mayoritarios, siguen excluidos de los ámbitos de decisión y poder por la minoría blanca de origen árabe y esta discriminación se traduce en escandalosas tasas de pobreza y exclusión que afectan sobre todo a los haratines (descendientes de esclavos) y a los negroafricanos, la mayoría de la etnia peul, pero también soninkés o wolofs.

Frente a Ghazouani emerge la figura de su más sólido rival, el ex primer ministro Sidi Mohamed Ould Boubacar, también de 62 años. Alejado durante años de la vida política, el exembajador natural de Atar sorprendió a los mauritanos anunciando su candidatura. Cuenta con dos apoyos notables, entre otros: el de los islamistas moderados de Tawassoul, es decir, de la primera fuerza política de la oposición, y el de su íntimo amigo y a la vez constante piedra en el zapato del presidente Abdel Aziz todos estos años, el poderoso y adinerado empresario en el exilio Mohamed Ould Bouamatou. Al general Ghazouani le ha salido un rival de peso.

El tercero en discordia pero el primero en anunciar su candidatura es el militante antiesclavitud Biram Dah Abeid, quien en 2014 ya hizo su primer intento alcanzando tan solo el 9% de los votos, eso sí, ante la poderosa maquinaria electoral de Abdelaziz y en ausencia de todos los pesos pesados de la oposición que decidieron entonces boicotear los comicios. El defensor de los descendientes de los esclavos, encarcelado en varias ocasiones por sus constantes diatribas y acciones contra el poder, cuenta no solo con cierto reconocimiento internacional, sino con el respaldo de los negroafricanos más radicales. Sin embargo, su virulencia verbal y sus posicionamientos también generan cierta inquietud en un país de militares levantiscos.

Además de sus limitadas posibilidades de situarse entre los dos primeros, la gran partida que juega Biram Dah Abeid este sábado es saber quién consigue más apoyo entre los negroafricanos, si él o el candidato de la etnia peul y veterano periodista Baba Hamidou Kane, líder de la coalición Vivir juntos que, con ese nombre, además de una agrupación de partidos es toda una declaración de intenciones. El quinto aspirante en liza es el izquierdista Mohamed Ould Maouloud, opositor pertinaz al frente de la Unión de Fuerzas de Progreso que se ha visto beneficiado de la retirada de la carrera presidencial del respetado Ahmed Ould Daddah, que no puede presentarse por haber superado la barrera de los 75 años y que le ha ofrecido su respaldo. El último candidato es el independiente Mohamed Lemine El-Mourteji El-Wavi, prácticamente un desconocido.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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