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La batalla contra la pesca ‘eléctrica’

El 30% de la flota holandesa faena con electrodos que hacen salir a los peces del fondo en unos proyectos supuestamente experimentales a los que el Parlamento Europeo ha decidido poner fin a partir del 1 de julio de 2021

Puerto pesquero de Den Helder, en el norte de Holanda. Es un viernes frío y húmedo de abril, sobre las siete de la mañana, y dos arrastreros verdes y blancos se acercan a la lonja. Zarparon la noche del domingo anterior a pesar de las malísimas condiciones meteorológicas y de un mar embravecido durante gran parte de la semana. Acaban de descargar su cargamento de pescado. La maquinaria está bien engrasada: se extraen decenas de cajas de pescado de las entrañas de los barcos y un operario las traslada inmediatamente en una carretilla elevadora al interior del hangar.

Allí, el personal se encarga de seleccionar la pesca del día en función del tamaño de los peces. Existe una particularidad y es que los arrastreros solo han traído peces planos, sobre todo lenguado y un poco de platija. Pero es normal, porque estos barcos pescan con redes equipadas con electrodos que mandan descargas a los peces escondidos en los fondos marinos para hacerlos salir.

El 16 de enero de 2018, después de largos debates, el Parlamento Europeo, que ha financiado este reportaje, votó para prohibir totalmente el uso de la pesca eléctrica: 402 votos a favor y 232 en contra. Sin embargo, esta práctica ya está prohibida en aguas europeas desde 1998, al igual que la pesca con explosivos y con veneno. Pero, en 2008, Europa introdujo una derogación que autorizaba a cada país de la Unión Europea (UE) para que el 5% de su flota pesquera que faenase en el Mar del Norte pescase con electrodos. Ese fue el inicio de una guerra entre pescadores.

La idea inicial era probar esta práctica y analizarla, pero resultó tan eficaz que, sin consultar a la UE y a sus vecinos, Holanda superó el umbral del 5% y concedió una licencia a 84 barcos. Actualmente, el 30% de la flota holandesa pesca con electrodos en unos proyectos supuestamente experimentales a los que el Parlamento Europeo ha decidido poner fin a partir del 1 de julio de 2021. 

“Hay dos tipos de lenguados”, explica Frédéric Drogerys, representante de los pescadores con redes de enmalle de Dunquerque (Francia). “Están los sedentarios que están enterrados en la arena. Reciben una descarga de los arrastreros holandeses y suben a la superficie. Observamos que nuestros recursos disminuyen desde hace 10 años por culpa de ello. Y la segunda categoría son los lenguados más nómadas que vienen de Boulogne y que luego se dirigen hacia las costas inglesas. Es una pesca más estacional que nos venía bien para nuestro negocio, pero ya casi no podemos beneficiarnos de eso por culpa de las redes electrificadas. Habrá que esperar tres o cuatro años hasta que termine el ciclo de reproducción del lenguado y podamos volver a la situación anterior”. 

Procesamiento de pescado en una lonja holandesa.
Procesamiento de pescado en una lonja holandesa.Le Soir
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“Estos últimos años, hemos perdido entre el 30% y el 40% de nuestro volumen de negocio por culpa de los barcos holandeses”, prosigue el pescador francés. “Y si hemos conseguido salvar los muebles es porque vamos a pescar durante gran parte del año al Canal de La Mancha, donde todavía no ha llegado la pesca eléctrica”.

A menudo, se considera que esta lucha por la prohibición de la pesca eléctrica es un enfrentamiento entre los pescadores artesanales belgas y franceses y los industriales holandeses. “Yo pesco con caña desde hace 47 años”, explica el belga Philippe Mahieu desde Nieuport. “Mi barco de 12 metros está equipado con dos cañas que manejo a mano. Siempre he conseguido ganarme la vida así. Hasta la llegada de las redes electrificadas. Nuestros barcos de 14 a 17 metros están equipados con redes que se colocan sobre los fondos marinos y que solo se levantan y se activan cuando hay corriente”, comenta el francés. “Por tanto, pescan dos horas al día”.

Es una diferencia muy grande en comparación con los arrastreros holandeses que volvieron al puerto de Den Helder aquella mañana después de una semana en el mar. Miden 40 metros y transportan cientos de kilos de lenguados a la lonja cada semana. “También practicamos la pesca artesanal porque estos barcos pertenecen a familias, no a empresas”, señala Pim Visser, presidente de VisNed, la federación de pescadores holandeses. “Nos critican injustamente diciendo que destruimos la vida en el mar. Gracias a nuestras redes, nuestros barcos consumen un 50% menos de carburante que antes y nuestra pesca es más selectiva”. Sin embargo, de aquí a dos años formará parte de la historia. ¿Por qué dos años? “Porque el lobby pesquero holandés ha conseguido este plazo para organizarse”, responde suspirando Younous Omarjee, eurodiputado francés de Francia Insumisa.

Traducción: News Clips.

Este artículo se publica en el marco de la alianza de medios LENA.

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