Italia ultima un acuerdo para integrarse en la Ruta de la Seda
La negociación con China ha abierto nuevas grietas en el Ejecutivo y genera desconfianza entre algunos socios comunitarios
La Italia del Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la Liga continúa su política de expansión comercial paralela a la Unión Europea. En plena recesión técnica, el país busca nuevos aliados que le den acceso a inversiones y, especialmente, a nuevas fuentes de financiación. Primero llamó a la puerta de Rusia, para quien ha pedido reiteradamente el fin de las sanciones comerciales. Y ahora, el Ejecutivo se ha desmarcado del G-7 y está a punto de firmar un acuerdo comercial con China para unirse a la nueva Ruta de la Seda (Belt and Road Initiative o BRI, en inglés), el programa de infraestructuras ferroviarias y marítimas con el que el gigante asiático se está conectando con las principales economías de Europa, Oriente Medio y Asia. El acuerdo está en una fase muy avanzada y, previsiblemente, se firmará esta semana cuando el presidente chino, Xi Jinping, visitará Italia (entre el 22 y el 24 de marzo).
El proyecto entre Pekín y Roma ha enervado los ánimos en Washington. En la Comisión Europea hay inquietud también por la posibilidad de que China vaya haciéndose con el control de infraestructuras estratégicas con préstamos o adquisiciones. De hecho, una de las claves de la operación es la participación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB, por sus siglas en inglés), que aportará la liquidez necesaria. De esto modo, Italia será el tercer país del Mediterráneo en firmar acuerdos para atraer capital chino, pero muchos otros Estados ya tenían tratos similares antes. También en la UE. De hecho, Pekín destina hasta la fecha 22.000 millones a Italia, mientras que aporta 80.000 al Reino Unido. Por eso, desde el Ministerio de Desarrollo Económico, que dirige el propio Luigi Di Maio, no entienden ahora la inquietud suscitada de parte de algunos socios comunitarios.
Giovanni Fiori, profesor de Economía Empresarial de la universidad LUISS y experto en relaciones comerciales con China, cree que el acuerdo es tremendamente positivo para Italia y no comprende las reticencias generadas. “Me parece incomprensible que algunos socios comunitarios se asusten por un proyecto que solo nos llevaría a los niveles de inversión china como los suyos. Si ellos no se han inquietado hasta ahora, ¿por qué debemos hacerlo nosotros? Es verdad que China tiene un diseño hegemónico, no hace estas inversiones por el bien de otros países. Pero si se controla bien, no entiendo por qué Italia, que en este momento tiene problemas, no podría hacerlo. Hay que estar atentos a no vender infraestructuras estratégicas como las telecomunicaciones, los puertos… Pero si se hace bien, no veo riesgos”, apunta Fiori.
La inminente firma ha abierto grietas también en el Ejecutivo italiano, que incomprensiblemente ha vuelto a pelearse públicamente por un asunto teóricamente ya debatido en privado. Especialmente teniendo en cuenta que ha pilotado la negociación el secretario de Estado del ramo, el miembro de la Liga Michele Geraci. Pero ni siquiera eso ha servido para que el líder de su partido, Matteo Salvini, lanzase todo tipo de prevenciones y asegurase ignorar los detalles.
El debate en Italia ha girado estos días entorno a si el acuerdo incluirá también la concesión de la red de 5G, como teme EE UU. La preocupación es que una cesión de este tipo enmascare una “colonización” de las telecomunicaciones, tal y como señaló el propio Salvini el jueves. Para evitar problemas, Italia se ha comprometido ya a no poner sobre la mesa de negociación esta cuestión.
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