El déficit comercial y la migración ponen en evidencia la estrategia de Trump
El ensanchamiento de la brecha entre importaciones y exportaciones y el aumento en la inmigración dejan al republicano en una situación vulnerable de cara a la próxima carrera electoral
La retórica de confrontación que llevó en volandas a Donald Trump a la Casa Blanca hace dos años no acaba de dar resultados concretos.
Dos cuestiones clave para el presidente, como el comercio exterior y la inmigración, se vuelven en su contra. El déficit comercial se disparó en 2018 a niveles de hace una década y el número de personas que tratan de cruzar la frontera desde México alcanzó en febrero la mayor cota en 12 años, pese a las promesas de Trump para reducir el agujero comercial y frenar la entrada de extranjeros.
Ni los aranceles impuestos a sus principales socios comerciales le están permitiendo reducir la brecha entre las importaciones y las exportaciones que prometió con su America First, ni su empeño por construir el muro está creando el efecto disuasión que esperaban sus bases. Y todo esto sucede mientras los últimos datos reflejan que la expansión económica tampoco rinde con toda la fuerza que anticipó con su generosa política fiscal y tiende a moderarse. Este contexto deja a Trump más vulnerable desde el punto de vista político para afrontar la próxima carrera electoral, con los índices de popularidad bajo mínimos y un adversario, el Partido Demócrata, plagado de aspirantes a arrebatarle la presidencia.
El fracaso cosechado en el doble frente de la migración y el comercio exterior, cuando acaba de cumplirse su segundo año de mandato, podrían llevar al republicano a justificar su estrategia de mano dura. En la campaña de 2016, Trump insistió en que su estrategia proteccionista frente a China, Canadá y la Unión Europea reduciría de inmediato el déficit comercial norteamericano. “Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, tuiteó Trump en marzo de 2018.
Déficit comercial de EE UU
Los datos de ayer demuestran que la vida real se aleja de los eslóganes. El desequilibrio entre lo que Estados Unidos importa y exporta ascendió a 621.000 millones de dólares en 2018. El déficit creció un 12,5% en un año y un 23% frente a lo que heredó de Barack Obama.
Es la mayor brecha desde 2008 y supone un récord histórico. Este incremento del déficit comercial se produce a pesar del incremento de los aranceles para las importaciones chinas —productos esenciales para fabricantes de coches o electrodomésticos, como el acero o el aluminio— aprobados el año pasado.
Las estadísticas reflejan así que el déficit con China en el intercambio de bienes fue de 419.200 millones en 2018, un 11% más. Le sigue México, con quien tiene un desequilibrio de 81.520 millones, tras registrar un incremento del 15% en un año. Rebasa los 68.250 millones el déficit con Alemania. Con los países de la Unión Europea ascendió a 169.300 millones, un 12% más que en 2017.
La escalada en la guerra comercial con Pekín no le ha servido a Trump para cumplir sus propósitos. La fortaleza de la demanda interna en Estados Unidos ha bastado para contrarrestar el efecto de los aranceles impuestos por la Administración de Trump en los últimos meses. Mientras, las exportaciones norteamericanas se han visto perjudicadas por la represalia de otros países a esos aranceles, sobre todo en el sector agrícola, como respuesta al mayor proteccionismo de Trump.
El republicano prometió durante la campaña electoral de 2016 reducir el déficit de la balanza comercial a la mitad a largo plazo. Utilizó como argumento la revisión de acuerdos comerciales con socios como México y Canadá, que está en proceso de ser aprobado por el Congreso de EE UU. También negocia con China un pacto para poder retirar los aranceles y hay discusiones en marcha con la Unión Europea.
La incertidumbre que genera esta escalada proteccionista está teniendo un impacto negativo para el crecimiento, según los analistas. La economía creció el 2,9% en 2018 y se frenará al 2,3% este año. Trump prometió un ritmo de crecimiento del 4%.
DETENCIONES EN LA FRONTERA DE EE UU CON MÉXICO
Datos mensuales, en febrero de cada año
El comercio es clave para la fortaleza de la economía estadounidense. Pero también la productividad y ahí entra en juego la inmigración, en una sociedad que envejece. Los últimos datos del Gobierno muestran que las amenazas de Trump no impidieron que más de 76.000 extranjeros cruzaran ilegalmente en febrero, el dato mensual más elevado en 12 años. Se trata del doble de las entradas ilegales registradas un año antes y suman 136.150 desde octubre, cuando empezó el ejercicio fiscal 2019. En solo cinco meses se ha pulverizado la marca de todo 2018.
Estas cifras ponen de manifiesto, por una parte, que la agresiva retórica de Trump no ha disuadido a los migrantes a intentar entrar en EE UU. Por otra parte, el flujo creciente de inmigrantes puede ser utilizado por el presidente como munición para justificar el estado de alerta que, en su opinión, se vive en la frontera.
Emergencia nacional
Los datos, de hecho, se dan a conocer tres semanas después de que el republicano anunciara que iba a recurrir a todos sus poderes especiales para declarar la emergencia nacional y así dotarse de los fondos públicos que necesita para financiar la construcción del muro fronterizo con México. La agencia que custodia la frontera, por su parte, asegura que el sistema está al límite.
Trump califica la situación de crisis y atribuye a la legislación migratoria actual el efecto reclamo. Las autoridades no son capaces de anticipar cuántas personas tratarán de cruzar la frontera durante los próximos tres meses, los de mayor intensidad. Si se mantiene el ritmo, se anticipa que se duplicará el número de migrantes detenidos. A esto se le suma los procesos de deportación pendientes en los tribunales.
Para el mandatario, el déficit comercial y la inmigración ilegal son un desastre creado por los políticos en Washington. Prometió que si llegaba a la Casa Blanca que podría cambiarlo y rápido. El sábado decía que los aranceles eran la mejor herramienta que nunca antes había tenido un presidente para negociar. Pero no decía a qué coste.
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