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El cadáver del cacique esconde el secreto

La familia de un líder indígena del Amazonas pide una nueva autopsia convencida de que fue asesinado por invasores

Manifestación de indígenas brasileños en Brasilia.
Manifestación de indígenas brasileños en Brasilia.CARL DE SOUZA (AFP)

Jorge Guajajara, cacique de una aldea de Maranhão, región amazónica al noreste de Brasil, fue encontrado muerto el día 11, al lado de un puente de la reserva indígena donde vivía. Pasados 20 días de su óbito no se ha confirmado oficialmente si fue asesinado, como aseguran otros líderes indígenas, o si murió ahogado en el río, por accidente, como apuntaron las primeras investigaciones de la policía local. Entre las dos hipótesis, sin embargo, la versión policial tiene un peso relativo en una región marcada por asesinatos de indios, atacados por madereros y cazadores que tratan de explorar las tierras indígenas, muchas veces con la complicidad de autoridades que deberían investigar los crímenes.

A los 56 años, Jorginho, como se conocía al cacique, era uno de los guardianes de la aldea Cocalinho I, en la reserva Arariboia, una tierra de 43.000 hectáreas donde viven al menos 5.000 índios Guajajara. Comparten espacio con algunos indios Awa Guajá, que se mantienen aislados en la selva, sin contacto con la urbe. Jorge, como otros hombres del grupo, vigilaba las fronteras para evitar la entrada de los que no fueran de su pueblo, que empezó a convivir con los blancos hace cuatro siglos. El pasado día 11 cometió un error fatal. No respetó el toque de queda que los cazadores y madereros impusieron por las noches a los Guajajara. Nadie sale de sus casas después de que pasen las diez de la noche. “Jorginho caminaba a una hora en la que no podemos andar. Salió a tomarse unas copas. Se confió y acabó muerto como un animal. Lo cazaron”, dijo a EL PAÍS otro líder local, Vitorino Guajajara.

Su cuerpo fue encontrado al lado de un puente que divide las ciudades de Buriticupu y Arame, que hace límite con la reserva. Según la policía, Jorge Guajajara se cayó accidentalmente y se ahogó. Pero quienes conocían al cacique no se fían de esa versión. Para ellos, no hay duda de que Jorginho fue asesinado por “no indígenas” preparados para matar a los indios. “Acá están casi todos en contra de nosotros”, lamenta Ronilson Lima Flai Guajajara, que también vive en esa zona. Ya se dio un caso en el que un policía militar encubría a un grupo de madereros que deforestaba parte de la tierra Araribóia. “Estoy seguro de que murió por el hecho de ser un guardián”, dice Flai Guajajara. Según él, es común que los indios responsables de proteger su ámbito intercambien disparos con invasores. Cuando esto ocurre, registran el lugar de la invasión en sus GPS y envían la información a las autoridades, a espera de una respuesta.

Después de la muerte del líder Guajajara y las denuncias de sus compañeros, la Policía Federal estuvo en la ciudad de Arame, donde el cacique fue encontrado muerto el día 12. Conversó con algunos indios, entre ellos la viuda de Jorginho. Según el informe oficial, ella declaró que su marido era alcohólico y que no había recibido amenazas. En principio, los agentes federales se mostraron de acuerdo con la tesis de un ahogamiento por accidente. La falta de signos de violencia aparentes en el cuerpo del cacique reforzaría esa hipótesis. Pero decidieron exhumar el cadáver. En un máximo de 30 días emitirán un informe. Después de ese plazo, los federales decidirán si asumen o no exclusivamente la investigación.

Los Guajajara están seguros de que la exhumación demostrará que el primer peritaje se manipuló. Si se confirma que Jorge fue víctima de homicidio, engrosará una infeliz estadística. Cálculos de la ONG Conselho Indigenista Missionário (CIMI) revelan que entre 2003 y 2016 al menos 1.009 indígenas fueron asesinados como consecuencia de disputas territoriales o en defensa de sus derechos, según la memoria anual Violencia contra los pueblos indígenas, que recopila los datos más recientes sobre la vulnerabilidad de los indígenas de Brasil.

En 2016, seis indios Guajajara ya habían sido asesinados en Maranhão. La lucha de este pueblo por preservar sus tierras y sus vidas es desigual. Cuentan con su habilidad física para moverse dentro de las reservas, pero no logran competir con los cazadores que van en motocicletas, o los ataques de los que trafican madera. Es la misma batalla diaria de otros pueblos indígenas de Brasil. Las tentativas de invadir reservas son usuales en esa zona y en la región amazónica. En abril del año pasado, indios de la etnia gamela tuvieron un enfrentamiento con agricultores y acabaron gravemente heridos en una disputa de tierras. Dos de ellos casi perdieron las manos tras recibir golpes de machete. El 16 de agosto, el cacique del pueblo Maraguá fue amenazado de muerte al tratar de impedir el avance de garimpeiros (buscadores de piedras preciosas) y traficantes que plantan marihuana en el municipio de Nova Olinda do Norte, en el Estado de Amazonas.

Los indios comienzan a hacer campaña

Aunque Brasil haya avanzado en la creación de reservas legales para proteger a sus pueblos tradicionales, las leyes tienen poco valor. En Maranhão, por ejemplo, hay cuatro tierras indígenas. “Cuando pasamos de una a otra nos amenazan”, cuenta António Wilson Pistola Guajajara. Pistola dice que, aparte de proteger sus tierras, los indios quieren evitar que los indígenas aislados, aquellos que nunca han tenido contacto con otras comunidades, pierdan esa condición. “Optaron por no acercarse a nadie. Tenemos que protegerlos a todos.” Para salir del agujero en que se encuentran los Guajajara tratan de ganar visibilidad mediante la política. En las elecciones de octubre, la activista Sonia Guajajara es candidata a la vicepresidencia en la lista encabezada por Guilherme Boulos, del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Es la primera vez que una indígena aspira a un cargo en el Ejecutivo brasileño.

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