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ENTREVISTA

Marie Collins: “El Vaticano permitió que los niños fueran vulnerables”

La irlandesa Marie Collins, víctima y símbolo de la lucha contra los abusos, espera que el Papa tome medidas concretas y castigue a los responsables de las violaciones

Daniel Verdú
Marie Collins, durante una conferencia este viernes en Dublín.
Marie Collins, durante una conferencia este viernes en Dublín.AFP

La irlandesa Marie Collins fue víctima de abusos de un cura pedófilo cuando tenía apenas 13 años y trataba de recuperarse de una infección en un hospital. El sacerdote del centro médico abusó de ella por las noches durante semanas y llegó a fotografiarla desnuda mientras dormía. Años después tuvo el valor de denunciar, comenzar una larga batalla legal y contribuir a cambiar el rumbo de una iglesia donde el encubrimiento era sistémico. Por eso el Papa Francisco la invitó a formar parte de la comisión para la prevención de este tipo de delitos. Tres años después se marchó dando un portazo y denunciando que todas las propuestas quedaban desactivadas en los despachos de la curia.

Pregunta. ¿Qué espera de la visita del Papa a Irlanda?

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Respuesta. Esperemos, aunque quizá no suceda, que se vea con los supervivientes y estos puedan contarle lo que ha pasado en la Iglesia estos años. También me gustaría que aportara cosas concretas a la carta que escribió para que el liderazgo de la Iglesia en esta cuestión sea real. Dijo cosas bonitas: los crímenes de los verdugos, la corrupción… Es algo que los papas no decían habitualmente. Pero no admitió el retraso en responsabilizar a esas personas. Lo que necesitamos es que nos diga qué piensa hacer y cómo piensa castigarles. No es posible que solo les permita dimitir e irse tranquilamente.

P. El Papa viaja a la zona cero de este problema. ¿Cuál es la lección irlandesa?

R. Ha habido muchos casos en América, pero empezó aquí en 1990. Dos décadas después, los supervivientes como yo pedimos acción. Hemos vivido un encubrimiento sistémico que hasta el Papa lo admite en su carta. Sin embargo, todavía habla de estudiar medidas para señalar a los responsables, pero no podemos seguir esperando: las medidas deben ejecutarse. Tiene que pasar ya, especialmente aquí. Nosotros tuvimos nuestro propio informe hace 10 años, que mostró el mismo tipo de horror que en Pensilvania. La gente ya no va a esperar mucho más: ¡basta ya!

P. ¿Cómo ha sido el proceso de sanación de esas heridas?

R. Aquí la Iglesia ha implementado un proceso de vigilancia durísimo. El propio arzobispo de Dublín ha proporcionado archivos y más investigaciones. Y el Gobierno ha aprobado una nueva ley del menor. El Estado ha contribuido también al cambio, y eso es muy importante para otros países. Porque si la Iglesia no toma medidas rápidas, debe hacerlo el Estado.

P. A veces da la sensación de que sin condenas, procesos en la justicia ordinaria y penas de cárcel será complicado avanzar.

R. En Irlanda desafortunadamente no había una buena ley y no se pueden aplicar condenas retroactivamente. Ahora sí la tenemos. Algunos abusadores, como el que lo hizo conmigo, fueron a la cárcel. Pocos, pero el problema es que el número de víctimas que denuncia es bajo y el que decide seguir adelante con el proceso, todavía es menor. Creo que con el tiempo, eso está cambiando.

P. ¿Cómo afectó el escándalo al poder de la Iglesia católica en Irlanda?

R. Ha habido un cambio enorme. La gente se declaraba antes en un 95% católica. Ahora está en un 78%, y entre ellos muchos menos son practicantes. Ha habido una caída en los seminarios, en los conventos, en las iglesias… Solía haber cien o doscientos nuevos seminaristas al año. Este año hubo seis. En algunos sitios es hasta complicado sustituir a los párrocos. Pero lo fundamental es que la Iglesia ha perdido autoridad y credibilidad.

P. Usted estuvo tres años en la revolucionaria comisión que creó el Papa para prevenir abusos y se fue dando un portazo porque no había avances. ¿Ha cambiado algo desde entonces?

R. Me temo que no ha conseguido nada. Ha lanzado propuestas, responsabilizar, tribunales… Muchas. El Papa las aprobó, pero la curia lo frenó. Pese a que la comisión trató de llevar a cabo propuestas, lamentablemente no ha conseguido nada en estos 4 años. Y la única manera de que funcione es que el Papa aparte a las personas que se resisten.

P. ¿Qué pensó cuando vio el escándalo de Pensilvania? ¿Cree que el Vaticano conocía los casos?

R. Cuando yo fui a la Iglesia con mi caso y me di cuenta de que estaban protegiendo a mi abusador, que no cooperarían con la policía, que dirían a la prensa que yo mentía… entendí cómo funcionaba. Desde entonces aprendí y se hizo obvio que el propio Vaticano estaba implicado. Teníamos unas medidas de protección y vigilancia desde 1996 que incluían informar a la policía, y el Vaticano nos dijo que no podía hacerlo porque estaba contra la ley canónica. El Vaticano fue quien decidió directamente no informar de esos abusos. Permitió que las víctimas y los niños fueran vulnerables. De modo que las revelaciones de Pensilvania, aunque son terribles, no me sorprenden. La clave es que esto es algo sistémico, no individual.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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