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Columna
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La increíble imagen del nuevo Congreso de Colombia

En el mismo salón estaban la antigua guerrilla de las FARC y la bancada del expresidente Uribe

Ariel Ávila

El pasado 20 de julio, día de la fiesta nacional de independencia, se instauró el nuevo Congreso de la República. Las imágenes en televisión o fotografías que se observaban eran sencillamente increíbles, la de una Colombia que seguramente hace unos pocos años era impensable.

Por un lado, la antigua guerrilla de las FARC, ahora convertida en partido político, llegaba al Congreso, con cinco senadores y cinco representantes a la Cámara. En el mismo salón y a un lado, estaba la bancada del Centro Democrático, con 19 senadores y liderada por el expresidente Álvaro Uribe, quien en los últimos 20 años armó su plataforma política a partir del odio a las FARC. En sus dos períodos, entre 2002 y 2010, se le perdonó todo a su gobierno con la promesa de ganar una guerra contra las FARC, al final fracasó en su empeño.

También en el Congreso de la República estaba Gustavo Petro, quien fue segundo en las elecciones presidenciales del pasado mes de junio, con ocho millones de votos se convierte uno de los jefes más importantes de la oposición. De hecho, por primera vez en el país, se logra posesionar la bancada más grande de fuerzas de centro y centro izquierda, con poco más de veinte senadores.

Pero además de Petro, en esta bancada existen otros pesos pesados de la oposición. Por un lado Antanas Mockus, exalcalde de Bogotá y quien se inauguró en el congreso bajándose los pantalones y mostrando su cola a los demás congresistas en señal de protesta ante la falta de silencio en el hemiciclo. Allí también está el que hasta ahora ha sido catalogado como el mejor senador de la república, Jorge Robledo, quien ya ha anunciado una oposición férrea al uribismo, y para cerrar la senadora Angélica Lozano, quien representa las nuevas ciudadanías y ha logrado catapultarse como una de las líderes de esta bancada.

Pero al otro lado también hay sorpresas, pues la bancada de ultraderecha es muy fuerte y hay un grupo que podría ser catalogado de fanáticos. Tal vez el Partido Justa Libres, de pastores cristianos radicales, es un buen ejemplo: luego de una reñida disputa judicial, y de que miles de votos aparecieran casi que por arte de magia, tres miembros de este partido lograron posesionarse como senadores, entre ellos pastores radicales homofóbicos.

Por si le faltara un ingrediente a todo lo anterior, también en la foto de los congresistas aparecieron los de siempre, aquellos camaleónicos que van cambiando de color partidista según lo digan los cargos burocráticos y el clientelismo. Pero esta vez había algo diferente, pues el gobierno se vio en aprietos para lograr mayorías, todo parece indicar que el partido de la U y Cambio Radical venderán muy caro su voto y los jefes políticos de estos partidos, como el exvicepresidente Vargas Lleras, le intentarán hacer la vida un poco difícil al nuevo presidente Iván Duque. Este último se caracteriza por ser el heredero del expresidente Uribe y tener una alta inexperiencia a la hora de gobernar.

Vale la pena aclarar que el nuevo congreso, además de las personalidades que lo componen, tiene dos novedades. Por primera vez, luego de años y miles de muertos, se logró aprobar un estatuto de la oposición, que le da garantías estables a los partidos que se declaren contrarios al gobierno de turno, entre otras: acceso a recursos económicos, posibilidades de modificar la agenda de discusión legislativa, y acceso a mesas directivas.

Lo otro, es que es el primer congreso del posconflicto, y como buen país en trasformación, parece que lo que va a vivir Colombia es una democracia plebiscitaria. Ya la bancada del nuevo gobierno ha anunciado al menos dos referendos, el más delicado es el que busca boicotear la justicia transicional que trajo el acuerdo de paz. Además, seguramente, intentarán hacer coincidir estos referendos con el calendario de las elecciones locales del próximo año. La idea del uribismo es armar una estrategia que les lleve a ganar las grandes ciudades del país, donde perdieron en las elecciones presidenciales, entre ellas Bogotá, Cali y Barranquilla.

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