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El partido de las FARC se estrena en el Congreso de Colombia

Santos hila un alegato por la convivencia en la sesión inaugural de la legislatura y pide a Duque "cuidar la paz que está naciendo"

Francesco Manetto
Miembros del partido nacido de las FARC, entre ellos Victoria Sandino y Pablo Catatumbo (desde la izquierda) en la instalación del Congreso colombiano.
Miembros del partido nacido de las FARC, entre ellos Victoria Sandino y Pablo Catatumbo (desde la izquierda) en la instalación del Congreso colombiano. RAUL ARBOLEDA (AFP)

Lo que se vio y se escuchó este viernes en el Congreso de Colombia quizá no sea el reflejo más fiel de la situación real del país, pero la colección de imágenes del comienzo de la legislatura sí da cuenta del clima político por el que atraviesa. Sus logros, sus obstáculos, sus asignaturas pendientes, su polarización, esta sin duda con un eco en la sociedad. La antigua guerrilla de las FARC se estrenó en el Parlamento con cinco senadores y cinco representantes en la Cámara; el presidente saliente, Juan Manuel Santos, defendió su legado y lanzó un mensaje crucial sobre el proceso de paz a su sucesor, Iván Duque; y el exmandatario Álvaro Uribe, hoy congresista, se revolvió contra los últimos ocho años de gobierno. Así, en el Día de la Independencia, se inició este período de cuatro años, traducción del resultado de las elecciones legislativas del pasado 11 de marzo. Una sesión inaugural que, de alguna manera, simboliza las tensiones de Colombia después de la guerra.

La Fuerza Alternativa Revolucionara dl Común, el partido nacido de las FARC, del que conserva las siglas, entró por primera vez en las instituciones. Lo hizo en virtud de los acuerdos de La Habana, suscritos en 2016, que para paliar la frustración de los excombatientes ante el rechazo social les garantizó diez escaños. La previsión de los negociadores era la correcta, puesto que en esos comicios la formación logró apenas 85.000 votos y renunció a la carrera presidencial. La llegada de los exguerrilleros se produce, además, una semana después de que su cúpula, encabezada por Rodrigo Londoño, Timochenko, fuera citada por secuestro sistemático ante la Jurisdicción Especial para la Paz, el tribunal encargado de juzgar los crímenes de más de medio siglo de conflicto armado. En primera jornada de la legislatura exhibieron carteles con el lema Convergencia por la esperanza, recibieron la bienvenida de Santos por su aceptación del sistema y el desprecio de Uribe, quien fue el principal mentor del presidente electo y cuyo partido, el Centro Democrático, dominará un Parlamento muy fragmentado. Duque, que asumirá el cargo el 7 de agosto, se propone corregir los acuerdos para que los condenados por crímenes de lesa humanidad no puedan participar en política.

“Llegamos a. Senado a trabajar para que se haga realidad el anhelo de una Colombia soberana, moderna, en paz, con equidad y verdadera democracia”, escribió en Twitter Carlos Antonio Lozada, excomandante del grupo insurgente. Le acompañaban Pablo Catatumbo, Victoria Sandino, Sandra Ramírez y Benkos Biohó, que en los últimos días sustituyó a Iván Márquez, número dos de facto de la organización, tras su renuncia al escaño. En la Cámara de Representantes tomaron posesión Luis Alberto Albán (Marcos Calarcá), Byron Yepes, Olmedo Ruiz, Jairo Quintero y Sergio Marín.

Alegato por la paz

En cualquier caso, el inicio del período de sesiones se convirtió en una suerte de despedida del mandatario saliente, que hiló un alegato por la paz en un momento salpicado de dudas sobre la continuidad de lo pactado. “Aquí están, por primera vez, cinco senadores y cinco representantes del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, nacido de la desmovilización y desarme de las FARC. A muchos, hay que admitirlo, no les gustará verlos en este escenario del debate y la civilidad”, concedió Santos. “En mi caso, y estoy seguro de que así lo comparten millones de colombianos”, agregó, “me llena de satisfacción que aquellos que por más de medio siglo combatieron con las armas al Estado y a sus instituciones, hoy se sometan a la Constitución y a las leyes de Colombia, como lo hacemos todos”. El presidente mostró su esperanza de que cumplan el mandato de Timochenko -esto es, que “en adelante, su única arma será la palabra”-, dejó clara la distancia de sus planteamientos, pero celebró que se sometan a las reglas del juego del Estado de derecho: “Podemos no estar de acuerdo, y no lo estoy, con su ideología, pero de eso es de lo que se trata la democracia: de resolver las diferencias mediante el debate de las ideas y no por la violencia”.

Santos dirigió un mensaje al nuevo mandatario. “Esta es la paz que dejamos en plena construcción, que no es mía ni de mi Gobierno, sino de todos los colombianos… Y estos son algunos de sus resultados más visibles: miles de vidas salvadas, miles de víctimas y heridos que ya no se producen, más inversión, más turismo, más trabajo, más recursos naturales protegidos, más progreso en el campo”, mantuvo. “Por eso”, añadió, “hoy les digo…. ¡Cuiden la paz que está naciendo! ¡Cuídenla! ¡Defiéndanla! ¡Luchen por ella! Porque es el bien más preciado que puede tener cualquier nación. Cuiden la paz para que crezca fuerte, para que dé sus frutos… ¡Porque Colombia merece vivir en paz!”.

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Más de 60 tuits

Durante el discurso, Uribe escribió más de 60 tuits críticos con su legado. “Congreso con personas condenadas por delitos atroces, sin reparar víctimas, sin cumplir sanciones simbólicas, inadecuadas. En Colombia criminalidad creciente y reorganización criminal de FARC. Paz aparente”, lanzó el expresidente, del que Santos fue ministro de Defensa.

A la confrontación de estas dos visiones se añadieron otros momentos de tensión, en este caso mucho más intrascendente, como el criticado show protagonizado por Antanas Mockus, el senador más votado después de Uribe. El exalcalde de Bogotá, de la Alianza Verde, se bajó los pantalones y enseñó el trasero a la Cámara para llamar la atención de los congresistas ante las interrupciones del discurso de Efraín Cepeda, presidente saliente del Senado. 

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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