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En esta casa todos los días es carnaval

Salvador de Bahía ha convertido una casona del siglo XIX en un museo dedicado al a fiesta más loca, divertida y representativa de Brasil

Interior de la Casa do Carnaval de Salvador. En vídeo, también la casa.Vídeo: Lucilia Monteiro
Pablo León

“Brazos arriba. Paso lateral. Otro para atrás. Y mucho movimiento”. En Salvador de Bahía, en una de las salas de la antigua Casa do Frontispício, originaria de 1911, un pequeño grupo de gente intenta aprender los pasos para seguir el ritmo del axê. Con esta palabra, que significa energía positiva, se define el movimiento musical de sonidos afrocaribeños que nació en el estado brasileño de Bahía en los años ochenta. Sus movimientos se extendieron por el país hasta llegar a ser, junto a la samba, uno de los sonidos más representativos del carnaval. Por eso, aprender a moverse a ritmo de axê ocupa un lugar privilegiado en la Casa do Carnaval da Bahía: “Es el primer museo de Brasil dedicado al carnaval”, destacaba el prefecto Antônio Carlos Magalhães Neto (del partido de centro derecha DEM) en la inauguración del espacio (el pasado 8 de febrero).

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Aunque la Casa, cuya directora de contenido es la historiadora Bete Capinan, no es el primer centro cultural del planeta dedicado a esta festividad, sí que es el primero que se inaugura en un país que ha convertido el carnaval en parte de su alma. Abre sus puertas en Salvador de Bahía, una de las ciudades más antiguas de América –fue fundada en 1549-; primera capital de Brasil; y con un carnaval dentro del Libro Guinness de los récords en la categoría de fiesta callejera más multitudinaria del globo. En el museo, dos maquetas recrean cómo anualmente se reúnen casi dos millones de personas en sus calles. 

La Casa do Carnaval —en cuya rehabilitación el municipio ha invertido 6 millones de reales (1,5 millones de euros)— profundiza en las raíces brasileiras de la fiesta, con arraigo en el país latinoamericano desde el siglo XIX, cuando portugueses y españoles importaron la tradición. En los años sesenta, la pugna entre Don Carnal y Doña Cuaresma se mimetizó con el país. El carnaval se hizo brasileño gracias a la música, debido al éxito de los llamados tríos eléctricos, formación creada en Bahía en 1951 por los músicos Dodô y Osmar —algo así como los padres fundadores del carnaval—. A este dúo se unió Temístocles Aragão y los tres comenzaron a tocar en directo sobre un carro, guitarras eléctricas incluidas (de ahí su nombre). Esos conciertos cuasi espontáneos sobre coches (el originario era un Ford de 1929), ahora se interpretan sobre espectaculares camiones. 

Bloco de mujeres celebrando la inauguración de la Casa do Carnaval el pasado febrero.
Bloco de mujeres celebrando la inauguración de la Casa do Carnaval el pasado febrero. P.L.

Aunque el trío nació en Bahía, la comparsa se ha extendido a todas las ciudades del país. Toda su historia se narra a través de cuidadas miniaturas en la Casa do Carnaval. “Que me disculpen el resto de ciudades, pero el carnaval de verdad solo se vive en Salvador. No se puede comparar con ningún otro, ni de Brasil ni del mundo. De hecho, el resto de celebraciones han ido tomando ideas de lo que se hace aquí”, describe Isaac Edingtong, presidente de la empresa pública Seltur y que ha coordinado los festejos este año. 

Pero además de historia y música, en la Casa aparecen plumas, disfraces, máscaras tradicionales o “indumentarias emblemáticas” prestadas por artistas como Daniela Mercury, Ivete Sangalo o Carlinhos Brown, uno de los brasileños más internacionales nacido en la favela soteropolitana (gentilicio de Salvador de Bahía) de Candeal. “En Carnaval no importa nada; es un momento maravilloso porque dejamos los problemas de lado. Todos nos mezclamos y nos movemos con la misma energía y sintonía”, resume el espíritu de la fiesta Elisângela Vieira. Ese sentimiento es efímero: aflora durante dos semanas al año y acaba con el miércoles de ceniza. Que nadie se preocupe: en la Casa do Carnaval de Bahía, todos los días pueden ser carnaval. 

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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